105° aniversario del nacimiento de Evita
Bueno, buenas tardes a todos y a todas. Se juntó una pequeña multitud para hoy celebrar el 105 aniversario del nacimiento de Evita. Y la verdad que yo quiero agradecerle al Instituto Cultural, quiero agradecerles, obviamente, a quienes posibilitaron que estemos acá, a Cristina Álvarez Rodríguez también. Porque en qué lugar íbamos a festejar los 105 años del nacimiento de Evita que no sea en Los Toldos, en la casa, en la casa que la vio nacer a Eva.
Y por supuesto que Evita es una, aunque a muchos les pese, y les cueste aceptarlo, es una presencia omnisciente, ¿no? Es una presencia en la historia argentina, es una presencia en el día a día. Evita ha sido una mujer que marcó la historia de nuestro país, la historia de nuestro pueblo, y ante la que nadie, pero nadie, puede permanecer indiferente.
Por eso, cuando uno lee, cuando uno estudia o cuando uno escucha de primera mano, como cuando cuenta Cristina, parienta, sobrina nieta de Eva Perón, nos cuenta qué era y qué significaba Evita en su tiempo, la verdad que lo primero que le surge a uno es discutir, es discutir, y de alguna manera plantar una visión de Evita que se contrapone a esa visión que intentaron instalar, como también lo hicieron con Perón, pero que específicamente se ensañaron con Evita por su carácter de mujer. Instalar o discutir con esa idea que nos pusieron de resentimiento, de una Evita, de una Evita que era alguien que actuaba solamente por sentimientos negativos, que lo hacía a través de medios incorrectos.
Bueno, ¿qué puedo decir yo? Que a 105 años del nacimiento de Evita, lo que hoy quería reivindicar no era ni a la Evita esposa de Perón ni a la Evita vinculada a la Fundación Evita y a su obra tan visible y tan importante en la Argentina, que cambió totalmente el carácter no de lo que llamaríamos acción social, política pública de hoy, desarrollo social, sino que cambió la visión de lo que es Estado y para qué está el Estado.
Y en un momento donde está tan atacado el Estado, creo que tenemos la obligación de reivindicar este lugar de Evita, pero particularmente el lugar de Evita como dirigente política, como dirigenta política. Es una historia menos visitada, son elementos a veces ignorados, sobre todo por la gran prensa, sobre todo por la discusión convencional, pero que creo que es fundamental.
Evita tiene ese valor de haber sido una dirigenta política por peso propio, que fundó un partido político también. No era la rama femenina del Partido Peronista, sino el Partido Peronista femenino. Es decir que es un partido político vinculado, no sólo a los derechos ganados por las mujeres, el derecho al voto al que estuvo tan asociada, sino también con una representación concreta en sindicatos. Nunca antes había habido, y creo que pocas veces hubo tantas legisladoras, ¿no?, diputadas mujeres, senadoras mujeres. Creo que le conquistó a la mujer un lugar ni subordinado, ni subalterno, ni por compensación, sino que un lugar legítimamente ganado en la política argentina, en la gran política, vinculado, por supuesto, a los derechos postergados de las mujeres, a la igualdad de las mujeres.
Pero lo importante de Evita es que no luchó sólo por los derechos de un grupo, sólo por los derechos de una parte de la sociedad, sino por los derechos del conjunto de la sociedad. Es decir, que la enseñanza que nos deja es que cada uno desde su lugar, cada uno, obviamente, con sus posibilidades y sus limitaciones, cada uno con su historia, pero que tenemos una obligación para honrar a Evita, de luchar por los derechos del conjunto de nuestra Patria.
Y hacerlo como hacía Evita, sin reparar en las consecuencias. Eso me parece que hoy es especialmente importante. Especialmente importante porque toda una serie de valores, ya cuestiones que uno pensaba que estaban instaladas muy firmemente y muy sólidamente dentro de la cultura argentina, de la tradición, de la historia argentina, todo eso está hoy en cuestión. Todo eso está hoy discutido. Hoy se discute, prácticamente, si tiene que haber o no tiene que haber Estado, si hay o no hay derechos, si debemos como sociedad y como país defender y reivindicar nuestra soberanía nacional, si el interés nacional y colectivo se puede conseguir subordinándose a potencias extranjeras o a grupos económicos concentrados, o a diferentes referentes de hoy del poder económico mundial.
Y yo creo que ante eso nosotros tenemos que funcionar, aquellos que estamos comprometidos, involucrados políticamente, tenemos que funcionar como un escudo, un escudo para defender a aquellos que hoy están bajo ataque, no sólo por esos principios, no sólo por esos ideales, sino también concretamente sufriendo la retirada, el abandono y la deserción de un Estado nacional de sus obligaciones con respecto a cuestiones básicas e imprescindibles como la educación, la salud, la seguridad, la protección, el trabajo.
Así que ante todo esto, tenemos que funcionar hoy como militantes políticos, como un escudo que represente y defienda a nuestro pueblo. Y si ese escudo tiene que tener una inscripción en el frente, esa inscripción tiene que ser Evita.
Decía ella que íbamos a llevar su nombre como bandera, así que estamos obligados también. Lo último que quiero decir es que este museo es producto de una larga lucha, de varias obstinaciones también, como es a veces conseguir resultados cuando todo se vuelve difícil, cuando todo está y juega en contra, hace falta estar muy seguro, estar muy convencido, pero sobre todo tener esa tenacidad, tener esa constancia para conseguir lo que se busca.
Así que hoy que la casa donde nació Evita sea un museo, que tengo que agradecer también al municipio, al intendente, porque fue transferido a la provincia de Buenos Aires, que esté dentro del circuito y del conjunto de museos provinciales que estamos tratando, Vicky, de levantar en toda la provincia de Buenos Aires después de tanta postergación y abandono, pero que hoy sea un museo provincial, que forme parte del patrimonio de todos los y las bonaerenses, por supuesto que para nosotros es algo a celebrar. A celebrar pero, por supuesto también, que creo que es justicia. Se hace justicia, porque a Evita la tiene que cuidar la provincia de Buenos Aires.