Apertura del 1er Congreso de Educación de San Martín
Muchas gracias a todos y a todas. La verdad que empiezo por expresar mi agradecimiento y también mi admiración, lo tengo que decir, porque hemos participado en estos años en varios congresos, foros, encuentros en diferentes municipios de la provincia de Buenos Aires, hemos participado también de congresos y encuentros educativos organizados por la Provincia, pero yo creo que es tremendamente destacable pero además es acertado y no se me ocurre más oportuno, organizar desde un municipio, el municipio de San Martín, un Congreso de Educación.
Es el primer Congreso de Educación que se lleva adelante acá en San Martín, y que San Martín está obviamente asociado como municipio con la industria, con las pymes, la verdad que es un distrito realmente con mucha efervescencia productiva, de laburo, es un distrito donde hay, durante el último tiempo, y acá nos acompaña hoy y también le tengo que agradecer a San Martín que nos lo haya cedido a nuestro ministro de Infraestructura, de Obra Pública, Gabriel Katopodis, se destaca Fer, Nancy, Kato, por el trabajo que se ha hecho en materia de obra pública, por la planificación urbanística, por tantas cosas, por el trabajo en los barrios populares, por cuestiones de seguridad. Pero es un distrito que al ponerse, cargarse la organización de un Congreso de Educación, también muestra las prioridades de un gobierno ¿no?, también muestra las inquietudes, las prioridades de un gobierno y de lo que representa, de su comunidad.
Por supuesto que también agradecerle a Carlos, la Universidad de San Martín es una universidad que efectivamente trascendió y desbordó la frontera de San Martín, es hoy un orgullo de la provincia de Buenos Aires, de la Argentina. Es una muestra de todo lo que puede hacer la universidad pública argentina.
Pero vuelvo a esta cuestión, la importancia, decía yo recién, lo acertado, lo oportuno de llevar adelante un Congreso de Educación en esta coyuntura y en este contexto. Y quiero seguir elogiando algunas cuestiones que tienen que ver con el Congreso, pero no de zalamero, sino simplemente para destacar algunos elementos que me parecen interesantes, importantes, y que tienen que ver con darle apertura a este Congreso y en esta mesa, ¿no? Escuchaba cada uno, cada una de las intervenciones con mucha atención y enfoques distintos, pero que marcan todos una unidad de concepción y que se expresa en un congreso que tiene un acierto en los ejes que se han marcado. Siempre, a mí en algún momento también desde otras trincheras, la educativa, me tocó organizar jornadas, congresos y hay que definir también cuáles son no sólo la idea del Congreso en general, sino también cómo organizarlo y cómo convocar.
Hablaban de la convocatoria, la convocatoria tiene que ver con un interés, ahora voy a volver a eso, pero tiene también que ver con la decisión de estos ejes en los que se organiza, de cuáles son las cuestiones temáticas, y la convocatoria también, no sólo a la concurrencia, sino que creo que tan importante como eso, a la presentación de trabajos, de ponencias, de exposiciones, que le dan sentido y que le dan cuerpo y carne al congreso. Yo creo que en esta coyuntura tal vez llamar para hablar de educación puede generar un interés y puede generar una convocatoria.
Pero para que sean varias jornadas, para que tenga tanta inscripción, tiene que ver también con lo que se está tratando acá. Decían, mañana 500, dijiste 500, 500 expositores. Bueno, hay 6.500 inscriptos, pero solamente en la jornada de mañana 500 expositores que vienen a hablar, que vienen a exponer, que vienen a mostrar, que vienen a reflexionar, pero claro y experiencia. Bueno, entonces esto es lo que han armado, no una convocatoria, un flyer o una bandera y un acto sino un Congreso de Educación, con expositores, con concurrentes, con reflexión, con discusión, con pensamiento, con diagnóstico, así que eso es lo que quiero marcar. Convocar a una jornada educativa un rato puede andar bien, pero convocar un congreso es el resultado del interés, del compromiso y del laburo que se ha puesto para hacerlo.
Observaba las mesas, observaba los títulos, las ponencias. Bueno, la verdad que uno podría decir interesantísimo. Yo creo que esencial discutir cada una de estas temáticas, cada uno de estos ejes y luego, sigo con los elogios eh, pero no es simplemente para, decía recién, hacer un cumplido, sino que creo que el nombre, ‘Identidad, Desafíos y Futuro’, también es una elección, no se llama simplemente Congreso de Educación sino que tiene ahí un título más desarrollado ‘Identidad, Desafíos y Futuro de la Educación’.
Me parece también importante, por eso voy a organizar la exposición relativamente breve para cumplir un poco con los tiempos, con esas palabras, identidad, desafíos y futuro de la educación, me permite decir en la provincia Buenos Aires, en la Argentina por qué no, porque me comentaba a Nancy recién que hubo interés y presencia más allá de la frontera no de San Martín, ni siquiera sólo de San Martín sino también de la Provincia, más allá de la provincia de Buenos Aires, que hay expositores de otras provincias, de otros lugares, así que voy a hablar un poco de identidad, desafíos y futuro. Pero antes de hacerlo un comentario más sobre la magnitud, sobre la cantidad.
Estábamos hace un tiempito en un teatro ahí en La Plata, también en una apertura a la que me invitaron, tardé más de 30 segundos en decir que sí. Pero lo importante, más allá de decir que sí, es coordinar agendas y poder tener presencia. Esta era de formación política, un lanzamiento de un curso de formación política, y también, hubo decenas de miles de inscriptos. Esto era también presencial y a distancia a través de otros dispositivos. Decenas de miles de inscriptos. Y uno, la verdad que cuando ve estos números inmensos, congreso de educación, gratuito, pero también no curricular, no tiene probablemente más retribución que asistir, que compartir, que escuchar, o que opinar y que ejercer ese trabajo colectivo. Bueno, que tenga 6.500 inscriptos a veces, lo dijo Fer así, a veces sorprende, son números muy grandes y desborda la planificación de la organización. Alojar 500 expositores simultáneamente obviamente es un desafío para la organización que cuando seguramente se publicó se pensaba en una dimensión más pequeña y después desborda.
Quiero referirme a esa sorpresa que nos produce. Que haya tanto interés en la formación política, en un congreso educativo y uno lo ve a reproducirse sobre varias temáticas en varios formatos, por lo menos en la provincia de Buenos Aires. Mucha, pero mucha afluencia de público, mucha inscripción, mucho interés. Y sorprende. Entonces quiero basarme en esa sorpresa, que sé que es una forma de decir y de festejar y de poner de relieve una convocatoria tan amplia.
Pero quiero hablar de la idea de sorpresa. Que repito, no es para ser literal, pero bueno, miles y miles de inscriptos en diferentes actividades que son completamente no curriculares, y no retribuida ni remunerada, sino simplemente, permítanme decir una palabra interesante. Creo que es un congreso donde la inscripción refleja, no solo interés, ni siquiera preocupación, sino también conciencia, una participación más comprometida, compromiso. Finalmente, una palabra que creo que las experiencias como las que estamos viviendo en la Argentina hoy, y en buena parte del planeta, tenemos que ponerle el verdadero nombre: militancia. Eso, es una expresión de la militancia.
En el sentido más genuino, más puro también y despojado de cualquier tipo de estas acusaciones que vuelan, pero también la sorpresa.
Yo por supuesto que voy a hacer una consideración general porque también ocurrió en este encuentro o en este curso de formación política, ahora un congreso sobre educación, y bueno, una inscripción que desborda las expectativas y que sorprende.
¿Cuál es el punto sobre el que quiero llamar la atención? Qué bueno, que a veces de pronto vivimos etapas, momentos, donde se generan determinados climas de época, ¿no?
Y voy a contar una especie de infidencia, que no es tal porque creo que en algún lado lo dije, tuvimos una reunión de las pocas veces que tuve un encuentro cara a cara con el presidente Milei. Que fuimos convocados los gobernadores de todas las provincias a un encuentro con el presidente de la Nación ahí en la Casa Rosada, yo no tuve un buen encuentro, tengo que confesarles. No fue bueno para mí, tampoco creo que haya sido bueno para el presidente, lo cierto es que por un motivo u otro, nunca más me invitaron. Así que yo siempre digo, repito mi disposición institucional y personal a que cuando a uno lo invitan, bueno, uno tiene también una representación y un lugar dentro del esquema formal de la Argentina, así que por supuesto que iría de vuelta. Pero quiero contar que había una mesa con gobernadores, empezó a hablar el presidente y después pasaba el micrófono entre algunos gobernadores y soplaba un clima de ajuste, soplaba un viento de ajuste, ¿no? Entonces pasaba el micrófono y decía, ‘yo voy a recortar tantos ministerios’, por esto del ‘afuera’ que hizo Milei en la campaña; ‘voy a echar a tantos trabajadores del Estado’; había como eso, y estaba legitimado y convalidado. Como que había, no quiero decir un concurso, una competencia, una subasta, no quiero decir nada de eso, simplemente comento y pasaron muchas otras cosas. Quiero pararme en este punto y tampoco exagerarlo como para que digan ‘contó Kicillof’, que después me pregunten quién o cuál. Quiero hablar de que en una reunión entre autoridades con mucha responsabilidad, de diferentes jerarquías a nivel de gobierno, era como una puesta en escena de quién hacía el ajuste más profundo. Por eso digo que de repente se instalan determinados climas de época, que obviamente terminan convalidando y legitimando también determinadas decisiones, determinadas actitudes; y que teóricamente, y a esto voy porque ya empiezo a hablar con respecto a la cantidad de inscriptos de la cuestión de la identidad, pero que teóricamente esto está permitido, hasta creo que algunos consideran que exigido, por la sociedad, por el pueblo, por la opinión pública. Lo simplifico más: Milei hizo una campaña hablando del ajuste, gana en el balotaje, entonces hay algunos que piensan que son momentos de ajuste generalizado, indiscriminado incluso, el que no ajusta estaría infringiendo una suerte, no ya de clima de época, opinión general, sino prácticamente como decía imperativo, necesidad, hay que ajustar. Entonces se impone esa idea, que se impone en el marco de los discursos, en el marco de las ideas y a veces uno dice ‘de la opinión pública’, qué sé yo, qué sé yo. Porque que lo digan mucho en los canales de televisión de determinado sector, no quiere decir que sea la opinión generalizada. Y me atrevo a decir, incluso que lo hayan votado a Milei en el balotaje con su motosierra y hablando de ajuste, no sé si se traduce directa o inmediatamente en que hay que ajustar todo, hay que echar a todo el mundo, cerrar el Estado, no sé.
Este es el planteo, cómo se instala que determinadas cuestiones forman parte de una sensibilidad de época, de un clima de época, de convicciones, de novedades, de cambio. Vos hablabas un poco, Fer, no sé qué nombre le pusiste, no llegué a anotarlo, pero bueno, como una nueva etapa donde hay cosas nuevas. Bueno, pero entonces yo me animo a decir: primero, Milei en la campaña habló de mercado de órganos, lo dijo. Habla algún diputado de su espacio político de la no obligatoriedad de la enseñanza, de la educación, o sea, tirar a la basura la 1420, pero tirar a la basura, ya que están, a Sarmiento, a Alberdi, a Roca, a toda la tradición liberal de la que supuestamente ellos se nutren. Entonces quería tomar este punto que tiene que ver con esos discursos que se instalan, esas opiniones que se tratan de hacer pasar por la opinión general y luego que se convierten en mandatos, en imperativo bastante extraños, bastante novedoso, pero creo yo, no creo, estoy convencido de que equivocados. Y sobre eso quería llamar la atención. Qué pasa si la conciencia y digo más que eso, si el sentimiento de nuestra sociedad no es ese, de nuestro pueblo no es ese.
Y entonces hay gente diciendo ‘bueno, llegó el momento donde todo el mundo está de acuerdo en que hay que ajustar’. Entonces podemos seguir, como Milei planteó la dolarización, que hay que ceder la soberanía monetaria, como en la campaña alguno tiró barbaridad tras barbaridad. Entonces yo me permito cuestionarlo, y cuestionarme también, a veces, la instalación de esos supuestos consensos de época como si fueran verdades, que luego generan conductas. A ver si todo esto no es una gran estafa, a ver si no es una enorme curva que se están comiendo algunos dirigentes políticos, algunas representaciones. Y dicen ‘bueno, ahora todo el mundo quiere que…’ porque, por ejemplo, Milei ganó en el otro. Yo creo que es más difícil, más complejo y más sofisticado el asunto. Y me atrevo a decir, yo con la misma legitimidad puedo decir que en provincia de Buenos Aires hubo una elección al mismo tiempo, prácticamente, donde básicamente no es que no dijimos eso, dijimos lo contrario, lo contrario. Cuando Alberto hablaba de que hay una legitimidad o que hay un acompañamiento o que hay un mandato, y bueno, es porque nosotros también fuimos a elecciones y no salidos de un canal de televisión, o de una mesa de panelistas o de un Facebook o un Twitter, sino que lo hicimos después de cuatro años de ejercer el gobierno de la provincia de Buenos Aires con determinados principios, con determinados valores, con determinadas banderas, recorrimos toda la provincia, toda la provincia más grande del país diciendo que veníamos acá a hacer lo contrario, que nos votaran no para achicar el Estado sino para llegar con más salud, con más educación, con más seguridad, con más trabajo, con más producción.
Entonces ojo al piojo con lo de los climas de época, con lo de los consensos colectivos, con lo de la opinión pública, ojo al piojo. Y le agrego más, yo estoy convencido de que el voto a Milei no tuvo el contenido de avalar, de convalidar toda la sarta de barbaridades, de sonseras que se dijeron en esa campaña electoral. Incluso que dijo el propio Milei. Estoy convencido, estoy convencido y no lo quiero decir de manera denigrante, lo digo simplemente de manera defensiva. A mí no me parece, no me parece que nuestro pueblo, que nuestra sociedad haya modificado su estructura de sentimientos, sus convicciones, sus formas de vínculo, su forma de vida, de convivencia y menos todavía sus sueños y sus anhelos porque en un balotaje haya ganado Milei, o porque se haya dado una campaña electoral.
Algunas aclaraciones, porque después me andan mirando con el microscopio para después sacar de contexto, algunas aclaraciones, esto no le resta legitimidad de origen al gobierno de Milei, pero doy algunos ejemplos: dijo que iba a ajustar Milei, pero dijo que iba a hacer un ajuste distinto a todos los que conocimos hasta ahora. Porque la sociedad Argentina, los que vivimos medio siglo, tenemos una historia de ajuste, cuando dicen ‘el ajuste’, bueno no es que apareció un pensamiento económico, brillante, novedoso y original y nos vinieron con la panacea. El ajuste, la sociedad Argentina tiene una larga historia de ajuste, de sacrificios y de frustraciones por esos ajustes y esos sacrificios. Así que empiezo por ahí, cuando le piden un sacrificio más al pueblo argentino, advierto, es un sacrificio inútil, es para que se enriquezcan unos pocos a costa de otros vivos que se llenan los bolsillos. Es inútil porque es la misma retórica de los ajustes, pero Milei dijo ‘este ajuste es nuevo’. Llamo la atención sobre esto porque dijo ‘por primera vez va a haber un ajuste dirigido quirúrgicamente, científicamente, específicamente a un solo sector’, al que definió como ‘casta’, ‘clase política’. Así que él pidió el voto para ajustar, pero para ajustar a un sector, del que yo estoy convencido, que la mayoría de los votantes de Milei tenía la certeza de que no pertenecían a ese sector que iba a ser objeto del ajuste. O sea, que sí se lo votó para ajustar a otros, y más específicamente a un sector que imprecisa y vagamente, me parece a mí, se definió como la casta. Pero por qué digo esto, porque después eso se interpretó como que el voto a Milei, que era un voto con una motosierra, le daba a él la legitimidad para bajar la jubilaciones, le daba la legitimidad para ir por el cierre del sistema científico tecnológico, le daba la legitimidad para ajustarle 50% el salario docente, porque él como andaba con una motosierra entonces todos entendieron que era contra la cabeza de los maestros, de los docentes, de los jubilados y lo votaron para eso. Mentira, estafa electoral. No, señor, el ajuste de Milei no era un ajuste para los jubilados, para los laburantes, para las familias humildes, ni para la clase media, ni para la pyme, ni para las universidades. Miente y estafa cuando ajusta a los sectores, que además, porque esto iba con la cantidad de inscriptos, además parece que entonces el clima de época, la opinión pública, el nuevo consenso de los argentinos, hasta le agrego, con la nueva tecnología, con el TikTok… Ahora resulta que la sociedad argentina no valora, no aprecia, no admira ni a sus científicos, que solían todos ñoquis, inútiles, que no hay plata, que qué sé yo, ni a los maestros y maestras, ni a los artistas, ni a los empresarios de nuestras pymes productivas, ni a los laburantes. No admira todo eso, ahora admira, qué sé yo, a un economista austríaco muerto hace 200 años. Y la verdad que yo lo digo así, de esta manera, porque me parece que corremos un riesgo. Un riesgo que tiene que ver con creernos, tal vez por el bombardeo permanente, tal vez por el trabajo que hay a través de diferentes medios de comunicación y forma de llegada, creernos que esto que se expresa desde el gobierno coincide con la sensibilidad, con los afectos, con… Decía recién, empecé hablando así, después agregué con los sueños y los anhelos de nuestro pueblo. Yo no conozco a ningún argentino fuera de Milei, ningún argentino fuera de Milei que diga ‘Yo lo que quiero es en 35 años ser igual que Irlanda’. No conozco a ninguno. Como no conozco a ninguno que diga ‘El paraíso perdido que tenemos es el modelo agroexportador y quiero volver a Argentina del año 1882’. No conozco a ninguno. Y me parece que es trivial, y cuando uno lo dice casi parece una verdad evidente, pero sin embargo corremos el riesgo de que a fuerza de machacar, a fuerza de que determinados sectores de los medios de comunicación e incluso de la dirigencia deje pasar estas cosas, casi parezca que las acompañe, la legitime y hasta la repita, entonces creamos que eso es lo que representa a nuestra sociedad, a nuestro pueblo, a nuestros barrios, a nuestros municipios, a nuestra provincia, y no es así. Acá voy a ser pero terminante: es mentira. Es mentira. No es cierto que de un día para el otro porque apareció Milei o porque apareció este discurso, o porque tienen trolls, o porque te aparece en TikTok nuestra sociedad mayoritariamente crea que no hace falta educación pública, gratuita, obligatoria. No es cierto que crea que la universidad tiene que arancelarse. No es cierto que crea que hay que ir al sistema de voucher. No es cierto que crea mayoritaria, universal o unánimemente que hay que dolarizar y perder la moneda. No es cierto, tiene dificultades, sí, tiene problemas, sí, tiene angustia, tiene malestar, tiene enojos, tiene bronca, pero no cree esto. No compró ese paquete y menos todavía no cambió algo que es resultado, como decía, es una marca registrada de la Argentina: la universidad pública, la industria nacional, la soberanía, las Malvinas. Bueno, son cosas que yo las menciono en un discurso, las menciono en cualquier extremo, parte de la provincia de Buenos Aires, y ante cualquier auditorio. Y yo estoy convencido, estoy cierto, estoy seguro de que son los valores que sigue teniendo nuestro pueblo, y que cuando la derecha, en cualquiera de sus versiones, aún en esta estrafalaria, bizarra, extraña, pero cuando ataca a la escuela pública, lo hizo el gobierno que nos precedió, que empezó con que los pobres, o los sectores populares, o los laburantes no llegan a la universidad. En aquel momento, lo dijo en el Rotary Club, creo… ¿Cómo se llamaba? Bueno, después Macri, que dijo ‘¿Para qué abrieron tantas universidades en el conurbano?’. Veníamos de eso.
Hoy hay una versión disparatada, donde te dicen ‘Todo lo vamos a arreglar con vouchers’. ‘Todo lo vamos a arreglar…’. Nada, cualquier disparate. Disparate insostenible, que si estuviera enfrente algún comunicador o, a veces, a algún dirigente que le pueda dar la discusión, por eso nunca van a los lugares donde pueden aparecer esas discusiones, es todo insostenible lo que están diciendo.
Ahora lo de la dolarización, le bajó el pulgar Estados Unidos, el FMI, el mercado, pero ni siquiera, ni siquiera hay un saldo de estos cambios. Pero repito esto porque tiene que ver con nuestra identidad, que por eso veo acertada la palabra ‘identidad’. La educación pública en la Argentina forma parte de la identidad de la Argentina, pero además creó, produjo y formó esa identidad, es una relación mutua. No es que los argentinos valoramos a la educación pública, gratuita, obligatoria, es más, nos hace a nosotros valorar a Sarmiento con todas las diferencias que podemos tener en su acción política, en sus convicciones, en sus ideas con Sarmiento. Pero esto lo valoramos incluso los que estamos, digamos, salvando las distancias y pasando por encima del tiempo, pero estamos en otra vereda en el terreno del proyecto de país. Bueno, esto se lo valoramos a los liberales clásicos de la Argentina.
Pero no es que nosotros valoremos la educación como argentinos porque eso… nuestra identidad es valorar la educación, es las dos cosas a la vez: es la educación la que formó nuestra identidad, es una simbiosis, es lo mismo. Es lo mismo. Por eso yo no tengo ninguna duda que pueden venir con discursos de odio, con discurso denigrantes, con la Escuela de Chicago, la Escuela Austríaca, el anarcocapitalismo, pero a nuestro pueblo no le van a sacar de la cabeza, y no le van a sacar sobre todo del corazón, lo que siente por su escuela.
Entonces ahí, como decía, hay un riesgo. Dije comerse la curva, pensar que porque hoy está este gobierno nacional que tenemos, entonces lo que hasta hace poco era una certeza, creíamos, era una convicción, era seguro, era territorio firme, se desvaneció. Entonces hay, como a mí me gusta decir, una suerte de estas ideas extrañas, extrañas al ser nacional, extrañas a nuestra cultura, nuestra tradición, ahora se enseñorean y han cambiado todo, y entonces nadie piensa lo que pensaba antes. No es así. Y el riesgo de creer que estos discursos penetraron, modificaron y ahora todos desconfían de absolutamente todo, y descreen de todo lo que hasta hace poquito creían, bueno, te puede llevar al error. A un error en la acción.
Yo les cuento un episodio de esa reunión con Milei. Yo dije que no iba a cerrar ningún ministerio y no me voy a poner a echar gente, porque era decir que lo que hicimos antes estaba todo, era una locura. Que no quiere decir que no podemos mejorar tal cosa o mejorar tal otra, pero si sobraban 10 ministerios, 5 ministerios, 7 ministerios, ¿para qué los teníamos? Bueno, a nosotros no nos sobra ni el Ministerio de las Mujeres, ni el Ministerio de Ambiente, menos todavía el de Salud, el de Educación, menos el de Desarrollo Social. No nos sobran. Ni nos sobran maestros, ni nos sobran enfermeras, ni nos sobran policías. No nos sobran, nos faltan. Nos faltan.
Entonces, y lo digo también con datos, la provincia de Buenos Aires particularmente es la que menos trabajadores y trabajadoras del Estado tiene cada mil habitantes o por habitantes, como quieran medir, es la que menos tiene, es la que menos gasta. Es la que menos gasta por habitante, la que menos recursos tiene por habitantes de toda la Argentina, es la provincia de Buenos Aires. Así que el ajuste, de la General Paz para allá, para donde quieran, pero en la Provincia no podemos darnos el lujo.
Y obviamente que es difícil y complicado obviamente, pero tiene que ver con este primer eje: la identidad. Nosotros venimos trabajando muy fuerte sobre la identidad de la provincia de Buenos Aires. Les digo una suerte de experimento, también sorpresa, también sorpresa para mí, que es que cuando recorría la Provincia, ahí en campaña, uno habla de ciertas cosas que sabe que pueden arrancar un aplauso, un acompañamiento, uno sabe qué cosas tocan una fibra. Bueno, a mí me pasó y me sorprendió porque la provincia de Buenos Aires tiene bastantes particularidades con respecto a otras provincias, a otros territorios, otros espacios, tiene su dimensión, tiene su diversidad, tiene su extensión, como decía, tiene su heterogeneidad, tiene su vastedad. Bueno, es una provincia bastante particular, es medio país, prácticamente. Y en la provincia de Buenos Aires pasa algo que no pasa en otras provincias, que es que cuando alguien traspone la frontera, sale del territorio provincial, capaz que están Entre Ríos dice ‘Yo soy de Gualeguaychú’ y tiene incluso alguna pica con alguna otra ciudad, alguna otra localidad, bueno, esas cosas folclóricas, pero sale de ahí dice ‘soy entrerriano’. Sale de Córdoba y es cordobés, aunque sos de Capital o sos de… bueno, ¿se entiende? Pero hay una identidad de otras provincias. La provincia de Buenos Aires, algo que nosotros veíamos como una problemática, una falencia, un desafío, digamos, y un proyecto también, que es que la identidad estaba más desdibujada. Raro que alguien te diga ‘soy bonaerense’, o que te dijera. Y tiene muchísimas explicaciones y bueno, es otra, otra charla para dar, otra exposición, pero lo que quiero decir es que tomamos la cuestión de la identidad y de la integración de la Provincia, que está asociado con la identidad, porque si la provincia es fragmentaria, diversa, no está conectada, no se comprende cuál es su unicidad también, bueno, difícil hablar de la identidad porque tendrá varias identidades. Y lo de la identidad también, para no extenderme, no es una identidad, es una identidad construida de una diversidad de identidades pero que tiene elementos comunes. O sea, que me gusta lo de identidad porque nosotros venimos insistiendo sobre la cuestión de la identidad. Y lo decíamos para la provincia de Buenos Aires por su historia, por sus peculiaridades, por varias cosas, es un eje que venimos trabajando. Y a mí me sorprendió que en varias de estas intervenciones, en plazas, en cualquier lado empezaba a hablar de tal cosa, tal otra, surgía un aplauso, y de repente planteé la cuestión de la identidad y en la provincia de Buenos Aires, en todos lados surgió un aplauso, es decir que eso expresaba una vacancia, ¿no?, una necesidad, algo que faltaba. Entonces venimos trabajando el tema de la identidad de la provincia de Buenos Aires.
Hago este comentario para hablar ahora del país. ¿Qué problema estamos teniendo? Que estos ataques con ideas, decía yo, extrañas, estrafalarias, aparentemente novedosas, pero que al final escondía lo de siempre, el ajuste de siempre, la flexibilización laboral de siempre, la desindustrialización de siempre, al final era lo de siempre, hasta los mismos de siempre, porque no está Lemoine en Seguridad, está Patricia Bullrich. No está Marra en Economía, está el ‘Toto’ Caputo. En reforma del Estado no está Bertie, está Sturzenegger. Así que otra estafa electoral que hay que dejar en claro, Milei dijo ‘no se va a hacer algo distinto con los mismos de siempre’, a confesión de parte, relevo de prueba. Son los mismos factores de poder que gobernaron con Macri, coma más, coma menos, pero son los mismos sectores extranjeros, nacionales, que vuelven a gobernar el país con Milei como fronting. Y esto se nota cada vez más, pero, ¿qué quiero decir de esto de la identidad? Que ahora también hay un problema con la cuestión nacional porque hay prácticamente un proyecto de disolución nacional. Esto lo dijimos en el discurso, ahí cuando asumíamos este nuevo mandato, que hay un proyecto de disolución nacional que no es la primera vez que aparece, tiene, no en vano estamos discutiendo de nuevo, estamos en polémica de nuevo que parecían ya superadas o trilladas como el tema Unitarios-Federales, de nuevo se está discutiendo. Y esto es porque nos traen vino viejo en vasija nueva o casi diría en tetra brick, ¿no?, porque esto no llega a vasija. Pero lo que me parece es que estas discusiones que surgen de nuevo, ponen en cuestión la identidad nacional, no tengo ninguna duda. ¿Y cuáles son los factores aglutinantes, las ideas fuerza, las banderas que conforman la identidad nacional? Está en juego y está en discusión, por eso agrego a lo que venía diciendo antes, no se crea nadie y lo demuestra la inscripción a este Congreso, lo demuestra el interés que encontramos en todos lados, que ya está, que ya fue, que se bajó la bandera, se bajaron los brazos, hay resignación, hay desinterés. Al revés, yo creo que si algo podríamos imaginar que esto deja de bueno, si algo deja de bueno, es que nos da la oportunidad de discutir de nuevo, a fondo, reflexionar y reafirmar algunos elementos de la identidad nacional, de la identidad, por supuesto, provincial y también de la identidad política, algunas cosas que tal vez porque creíamos ya tan claramente establecidas, tan sólidas, no se volvían a discutir. Así que digo, bienvenido, vamos a discutir de nuevo, el pueblo argentino defiende las Malvinas y está contra Thatcher, el pueblo argentino no quiere privatizar ni vender la universidad, quiere la universidad pública y gratuita, el pueblo argentino quiere industria nacional, no quiere rifar la producción local, el pueblo argentino quiere trabajo con sueldos, con derechos, el pueblo argentino quiere ciencia propia nacional y soberana, el pueblo argentino valora lo que algunos llaman igualdad y a mí me gusta llamar todavía justicia social, justicia social.
Por eso me parece a mí que rediscutir de nuevo si queremos volver al agroexportador, si queremos ser Irlanda, rediscutir de nuevo si tenemos y para qué sirve la moneda, está bien, bienvenido, quiero decir, evidentemente hace falta, evidentemente hay que profundizar, evidentemente hay que comunicar mejor, probablemente por las nuevas tecnologías, los nuevos modos de comunicación, de interacción social, haya que comunicar también distinto, pero bueno, son desafíos de esta época que si nos permiten reafirmar la identidad, redescubrir, reflexionar y reafirmar la identidad, y bueno, eso es algo positivo, ¿por qué es positivo? Para la última de las palabritas, para el futuro. Es positivo para el futuro porque lo que queda claro acá es que nosotros tenemos que establecer que los que están contra la escuela pública, que los que están contra la soberanía nacional, que los que están contra la justicia social, no representan a los argentinos, pueden haber ganado una elección, pero no representan a la mayoría del pueblo argentino y esa es la discusión que tenemos que dar y tenemos que encontrarle el tono, la forma, tenemos que encontrarle el canal, el modo, pero hay que dar esa discusión porque es un tema de legitimidad. Y repito, no, no vengo a votar una discusión ni de sociología política o electoral, vengo a decir simplemente esto que tiene que ver con los desafíos, con la segunda palabrita, identidad, desafíos y futuro.
La segunda palabrita habla de desafíos que me parece algo central, discutir los desafíos. Lo dijo Alberto porque es un imperativo que tenemos en la provincia de Buenos Aires. A nosotros siempre nos gusta contar que cuando recibimos la Provincia, teníamos destruida la infraestructura escolar, teníamos destruido el salario docente en la provincia de Buenos Aires, teníamos destruida también la autoestima del sistema o muy atacada, teníamos cuestionada… Bueno, y entonces había que iniciar un proceso de reconstrucción, que yo decía que la reconstrucción era una etapa, no por una cuestión de secuencialidad, sino por una cuestión de decir, bueno, si están rotas todas las escuelas, hay que arreglar todas las escuelas. Obviamente que esto tuvo episodios tremendos como los de Sandra y Rubén, pero obviamente que eso es un botón de muestra de una situación, de un abandono, de despojo, de una verdadera desinversión esencial en nuestra infraestructura escolar. Había que reconstruirla. Cuando cuenta el intendente, Fernando, que acá se hicieron nuevas escuelas y no se hacían hace un montón de tiempo, yo digo que nosotros nos propusimos reconstruir el sistema educativo, un elemento fue la infraestructura escolar y se trataba de arreglar las escuelas, problema que teníamos, el sistema mismo, el gobierno mismo no sabía el estado de la infraestructura escolar. Tuvimos que hacer un censo para ver el estado de los edificios. ¿Por qué? Porque si los gobiernos, o particularmente el último gobierno, el anterior al nuestro no pensaba invertir un mango, mejor ni saber a dónde había que haberlo invertido. Entonces ni siquiera estaba el conocimiento y la información, entonces hubo que hacer un censo de la infraestructura escolar. ¿Y qué nos dio ese censo? Que había que hacer inversiones, algunas, lo llamamos Escuelas a la Obra, pero que algunas tenían que ver con riego de vida en las escuelas, lo que tiene que ver con el gas, con la electricidad, con la mampostería, bueno, había escuelas en condiciones deplorables donde no se podía laburar, no se podía ir a estudiar, bueno, con eso, entonces ese era un paso. Y entonces largamos un programa Escuelas a la Obra, que se dedicó justamente a resolver problemas de infraestructura escolar en toda la provincia de Buenos Aires en conjunto con los distritos. Bueno, 7.800 creo que son, 7.800 obras terminadas en todas las escuelas de la provincia de Buenos Aires, 227 nuevas escuelas, ampliación del sistema educativo, 500 escuelas hechas de cero porque estaban destruidas, 1.000 aulas nuevas, bueno, esto fue un trabajo de reconstrucción, reconstruir el salario docente, reconstruir la carrera docente, pero después como bien lo dijo Alberto, transformar, mejorar.
Y acá está un punto que a mí me parece central, porque también nos meten en falsos dilemas o falsas disyuntivas, nos dicen ‘bueno, la educación pública tiene problemas, ¿no?, hay problemas, hay problemas tanto en la calidad educativa, en la lecto-comprensión, hay problemas…’. Obviamente, a mí me gusta plantearlo varias veces porque esos problemas, la gran mayoría de esos problemas, tienen una fuente que es el desfinanciamiento del sistema educativo por gobiernos como el de Vidal y Macri, como el actual, como tantos gobiernos que desfinanciaron el sistema educativo. Eso genera un deterioro, después vienen los mismos tipos y te dicen ‘che, que mal que está la escuela’. Claro, la destruiste vos desinvirtiendo en la educación. Claro, la abandonaste vos con un proyecto privatizador. Nunca te ocupaste, pero ¿cuál es el problema? Ven el diagnóstico como si vinieran de Marte y dicen ‘¿qué hay que hacer? Cerrarla, anda mal. Privatizarla, venderla, arancelarla’. Resultado de esas políticas de falta de financiamiento. Entonces, yo entiendo que en el dilema que te ponen es que ante un ataque tan despiadado y tan falaz, tan mentiroso, tan falso, y bueno, quedamos nosotros del lado de la defensa de la educación pública, por supuesto y obviamente, pero hay una dificultad ahí que me parece que este Congreso es un aporte enorme, inmenso, una dificultad ahí porque pareciera que al defender la escuela pública, la universidad pública, el sistema… uno está diciendo ‘está perfecto como está’. Entonces te meten en un dilema, entonces te meten en una trampa. Porque ellos atacan para cerrarlo y destruirlo, desfinancian, no se hacen cargo y luego vienen y dicen ‘Miren todos los problemas que hay’. Conclusión: no anda, no funciona. Erradíquese.
Y nosotros quedamos defendiendo, porque ante tamaño ataque y tamaña mentira, estamos defendiendo. Pero creo que acá hay un problema y un tema que parece sutil pero que es central, que es cómo defender el sistema público. Defender el sistema público no implica decir ‘está perfecto’, porque ahí caemos en la trampa. Porque te dicen ‘vos defendés la escuela pública, y ves ahí una escuela en La Plata que no le anda la calefacción, se están cagando de frío los pibes. ¿Cómo lo vas a defender?’. O ‘en las pruebas no sé qué da mal tal cosa, entonces ¿cómo lo vas a defender?’. Y parece una guerra de trinchera a trinchera, absolutamente insensata, simplificada, y por tanto falsa, entre los que dicen ‘hay que tirar todo a la basura’ y los que dicen ‘hay que dejar todo como está’. Y ahí quiero salirme de ese corsé porque es falso. Lo decía Alberto recién: nosotros defendemos la escuela pública, nosotros defendemos la universidad pública, nosotros defendemos la educación pública. ¿Y qué es defenderla? Mejorarla, transformarla, reflexionar, pensar, revolucionarla. Eso es defenderla porque si no quedamos del lado de los conservadores, y los más reaccionarios y conservadores nos ponen a nosotros del lado de los insensatos, los que estúpidamente decimos ‘está todo bien’, cuando sabemos que no está todo bien.
Pero ahí viene cómo transformarla. Y bueno, no se puede transformar lo que no se conoce. Entonces te viene un tipo ‘¿Cómo lo transformamos? Voucher’. Ni sabes de qué estás hablando. La ignorancia, la estupidez. Por eso, pero si hay que transformarla, hay que conocerla, y no es poco ni es menor. Requiere un trabajo de reflexión, de compartir experiencias, como decía, de compartir conocimiento, de compartir conceptos, de diagnosticar, de comprender, de estudiar, de reflexionar, de compartir.
Entonces, ¿cómo transformarla? Primero conociéndola mejor, y estos encuentros donde se toman todas estas temáticas, donde aparecen las experiencias, donde se habla de esto y bueno, es fundamental para transformarla. Es el insumo central de ese proceso de transformación: conocer. No se puede transformar lo que no se conoce.
Segundo: no existe transformar desde afuera. Desde afuera, con el serrucho, con el martillo, con la motosierra, aún el mejor, la mejor propuesta de renovación, de modificación, si viene desde afuera y viene desde arriba, les aseguro que no sirve. No sirve. No va nunca al tuétano, no cambia conductas, no cambia actitudes, no cambia hábitos, no cambia relaciones, no cambia, no va. No va a funcionar aunque venga un experto internacional, dice ‘Che, ahora hay que hacer esto’ y te lo ponen ahí adelante, no va a funcionar. No es así. Ningún proceso de transformación profunda, real, que sea una transformación que conserva lo bueno, modifica lo que hay que cambiar, modifica lo malo, quita… Bueno, no se hace así. Entonces, yo creo que hay un elemento central para la transformación que es el conocimiento, la comprensión, el diagnóstico del sistema.
Pero hay otro elemento de la transformación, que es que para que la transformación funcione, para que pase, y para que sea una transformación que mejora tiene que ser desde adentro, y para que sea desde adentro tiene que involucrar a los actores, a los protagonistas del sistema educativo. No se puede hacer una transformación extrínseca, externa que venga como una imposición y desde arriba. Así que lo digo de otra manera, transformar se hace desde abajo y desde adentro. No desde arriba y desde afuera.
Así que los agentes de esa transformación tienen que ser los propios protagonistas del sistema educativo. Por eso, cuando dicen ‘vamos a transformar y eso lo hacemos castigando a los docentes, denigrándolos, despreciándolos’ y no va a pasar. No va a pasar nada. Lo único que vas a lograr ahí es destruir. Además de que lo que traen es malo, no va a pasar. No va a pasar.
Entonces yo creo que hay un proceso en curso en la educación pública, en la escuela de la provincia de Buenos Aires, que tiene que ver con una transformación que es mucho más compleja, mucho más ardua, mucho más laboriosa porque es una transformación que implica planificar no en tres días, no es una solución mágica, sino que es a largo, a mediano plazo, que es permanente, que es cotidiana, que diaria, que tiene que entrar hasta el último pliego de la práctica vigente para que transforme en serio. Es una transformación que no pretende venir con la verdad, sino que aprende del proceso de transformación y se modifica en sí misma. Eso quiere decir que es una transformación participativa, que es una transformación democrática y que es una transformación que involucra a todo el sistema educativo. No es una ley, no es un decreto, no viene de afuera, no viene de arriba, no viene de expertos que no conocen lo que realmente pasa todos los días en nuestras aulas: tiene que venir de adentro. Y ese cambio es un cambio que tiene que ver con conductas, que tiene que ver con currículum, que tiene que ver con regímenes, que tiene que ver con los indicadores cualitativos, edilicios, con la forma de aprendizaje, con todo eso. Pero sobre todo, tiene que ver con transformar a la escuela porque la queremos, porque la queremos, porque está hecho desde los que la quieren, de los que quieren, respetan a sus docentes, a sus auxiliares, a las familias, a los pibes, a los directivos, a los inspectores, a todo lo que conforman nuestro sistema educativo. Y creo que por eso no se puede transformar lo que no se conoce, menos se puede transformar lo que no se quiere y no se ama. No se transforma de esa manera, de esa manera se destruye.
Entonces, y con esto termino, los desafíos son los que tenemos por delante. Nosotros, creo que sería necio, si bien yo estoy convencido, seguro, de que no es que ahora se modificó culturalmente y de fondo, y la gente no quiere a la escuela, nos ha pasado en toda la provincia de Buenos Aires, la atacaban… La propia Vidal después reconoció que su principal error de gobierno -creo que es el único que reconoció, pero bueno, es un principio- su principal error fue atacar al sistema educativo, a los docentes, que lo quería reemplazar por voluntariado. Bueno, cualquier insensatez, pero reconoció que esto no se puede hacer. Ahora tenemos un ataque redoblado. Va a salir mal, les va a salir mal. No es lo que ocurre, no es lo que pasa, no en la realidad y lo hemos visto en toda la provincia de Buenos Aires.
Hay quejas, hay reproches, hay críticas, hay enojos, hay carencias, hay deudas, por supuesto, pero no hay desprecio por la escuela. No hay falta de respeto por la escuela. No lo hay. No es un sentimiento que exista de manera generalizada, de manera masiva, de manera mayoritaria, seguro. Creo que si lo hay es menor, es pequeño, es minúsculo. Entonces no es así, no es lo que está pasando. Está pasando otra cosa.
Ahora, ¿qué respuesta tenemos que dar? Reconocer lo que falta y acá se hablaba sobre el futuro. El futuro no está escrito. El futuro no está escrito, no, nadie tiene la bola de cristal dice alguno, pero es que no está escrito. No es que uno te dice ‘¿Y qué va a pasar? ¿Cómo va a ser? ¿Cuánto va, cómo va a seguir? ¿Qué va a pasar? ¿Cuánto va la gente, decir tal cosa…?’ Te preguntan todo eso. Bueno, ¿cuál es mi respuesta? No está escrito. No es que yo no lo comprenda, no lo sepa, no lo vea o no lo pueda imaginar, es que no está escrito. Porque pensar que está escrito, y esto va para determinado lugar solo, es una convocatoria a la inacción, a la desorganización, a la desmovilización, finalmente al egoísmo, al individualismo. ‘Bueno, esto se va por la banquina o esto sigue o le dan la plata’, como si todo fuera externo. Entonces, ¿cuál es mi respuesta y mi reflexión sobre lo que se trata en este Congreso? Que el futuro no está escrito, que sí, que puede ser muy malo, pero también puede ser muy bueno. ¿Qué problema tenemos cuando te dicen qué va a pasar? ¿Qué problema hay intrínseco en la pregunta? Que lo que va a pasar no es algo que dependa de un saber o de una idea en base a un conocimiento o una ciencia, es otra cosa. Lo que va a pasar en la Argentina, lo que va a pasar con este gobierno nacional, lo que va a pasar políticamente, lo que va a pasar económicamente, productivamente, socialmente, es producto y va a ser producto de una construcción social. Es nuestra responsabilidad, no viene de afuera, no está escrito en Nostradamus o no está escrito en este… ¿cómo se llama? (respuesta del público inaudible) Ese, bueno, no está escrito. ¿Ludovica Squirru? No está escrito, lo tenemos que construir, es mucho más difícil. La dificultad no es saber qué es lo que va a pasar porque uno conoce, comprende o ve lejos, no es eso la dificultad, la dificultad es cómo contribuimos cada uno de nosotros a la construcción de ese porvenir, cómo construimos ese porvenir, por eso hay que saber para dónde queremos ir y ponerse hoy, ya mismo, a resistir los que quieren destruir ese rumbo y a construir ese futuro. Ese es el punto, construir ese futuro, saber para dónde queremos ir, estar convencidos, pelear por eso, organizar y construirlo.
Así que, de nuevo, nada más que palabras de agradecimiento, que lo arma un municipio, que ponga este esfuerzo, este trabajo, esta elaboración un municipio, para mí es tremendamente importante. Compartimos con San Martín que viene haciéndolo hace más tiempo que nosotros esa prioridad por la educación, por la escuela pública, ese cariño, ese amor. Participé de una jornada antes del comienzo de clases, donde estaba toda, toda la comunidad mejorando las escuelas. Creo que es por ahí. Bueno, este Congreso, este Congreso va a traer aportes centrales para nosotros precisamente para ver bien dónde estamos parados y sobre todo saber hacia dónde queremos caminar. Cuente conmigo. Muchas gracias.