Apertura del Encuentro Provincial de Educación
Muchísimas, pero muchísimas gracias. Primero a Alberto, a todo el grupo, el equipo que gestiona con vos el Ministerio de Educación, la Dirección General de Cultura y Educación. Muchas gracias también, debo decirlo, por este Encuentro Provincial de Educación al Consejo General de Educación, que es un órgano pluripartidario, al que le debo, además, y no lo había hecho todavía públicamente, un especial agradecimiento porque ustedes saben que hace poco hicimos modificaciones importantes, históricas en el régimen educativo en la secundaria y fue aprobado en el Consejo General de Educación por todos los miembros, por unanimidad. Así que quiero agradecerlo. Hacer una muy breve reflexión. Por supuesto que tenemos mucho que hablar porque han dedicado acertadamente este encuentro a los 140 años de la 1420 que me parece que es una discusión importante, no solo por su relevancia histórica, sino por la coyuntura que estamos viviendo, ¿no? Donde parece que todo se pone en cuestión y todo hay que discutirlo de nuevo. Una suerte de… sería un terraplanismo multidisciplinario y generalizado. Todo, todo, todo lo que creíamos que era obvio, evidente, parece estar de nuevo en discusión y a veces de una manera muy superficial. Muchas veces de una manera muy falsa, a veces de manera violenta, agresiva. Casi eso de la política del shock, ¿no? Pero cotidiano, diario, permanente, como para dejar a la sociedad y a buena parte también de quienes tienen funciones en el ámbito de la comunicación como si fuera atontados de tantos golpes y tantas novedades, a veces, perturbadoras.
Yo quiero decir, empezando por ahí, que me parece muy acertado. Anteayer creo que estuvimos acá en el Coliseo Podestá lanzando un curso de formación política. También me tocó y me invitaron, ya no en carácter de gobernador, sino de militante, a dar la clase inaugural de ese curso. Para mi sorpresa, y ahora debería decir para la sorpresa mía sobre mi propia sorpresa, pero para mi sorpresa un curso que se difundió muy poco y tenía 10.000 inscriptos, ¿no? Un curso de 24 clases de formación política con 10.000 inscriptos. Digo, cuando lo difundimos muy poco es porque realmente fue casi clandestino, fue de boca en boca y había 10.000 inscriptos. Era presencial y virtual. En La Plata, en la provincia de Buenos Aires, más o menos, 3.000, 3.000, y en el resto del país 3.000 más. Y yo digo la sorpresa de mi sorpresa porque la verdad que hay mucho interés. Hay mucho interés. Y a veces nos tratan de convencer de que la única forma eficaz de comunicarnos, de reflexionar, de pensar son las redes sociales, el TikTok, y que hay una especie de aversión, por no decir miedo o desprecio, a la profundidad, ¿no? Y al contenido. Pareciera que todo hay que resolverlo en 140 caracteres porque sino no hay interés y no hay escucha. Y la verdad que, lo decíamos el otro día, hay cuestiones que no se pueden resolver, discutir, reflexionar, pensar, por su importancia, por su gravedad, por su densidad, no se pueden resolver ni en un hilo de Twitter ni en un videíto de TikTok. No es todo reemplazable por esa modalidad. Y decía también, lo repito ahora porque tengo muchas cosas de las que quisiera hablar, entonces me estoy justificando un poco, me estoy atajando un poco.
Voy a tratar de no ser demasiado largo, pero bueno, va a ser más largo que un videíto de TikTok, confieso. Así que, me sorprendía y después me quedaba un poco avergonzado, me resultaba embarazosos haberme sorprendido con el hecho de que 10.000 pibes y pibas, fundamentalmente jóvenes, se inscribieran en un curso de 24 clases de formación política, sobre cuestiones internacionales, cuestiones latinoamericanas, cuestiones argentinas y temas vinculados al campo nacional y popular.
Digo esto porque lo peor que nos puede pasar, lo peor que nos puede pasar es caer presos de esas operaciones a veces de convencimiento social, ¿no? de ingeniería social y casi de marketing político que nos dicen ‘bueno, a nadie le interesa más tal cosa’, y machacan ‘a nadie le interesa. La sociedad cambió, los pibes y pibas están en otra y a nadie le interesa nada’. Entonces, lo peor que nos puede pasar, sin hacer ni siquiera la experiencia, o el intento de hablar de otra manera, comunicar de otra manera, y por lo tanto comunicar otras cosas y discutir otras cosas, ser prisioneros de esas olas, de esos intentos, de esas instalaciones y ni siquiera probar haber si hay un interés distinto y una escucha distinta, ¿no? Creo que esto ha ocurrido varias veces en la historia nacional reciente, la que me tocó vivir a mí por ejemplo. Que vía encuestas, sondeos de opinión, focus group, te dicen ‘ahora la sociedad está en este canal, con estas inquietudes, con estos límites, con esta agenda’, y esa es la agenda a la que nos tenemos que someter.
Tuvimos una primera reunión -esto es una infidencia, que sé que no va a salir de acá-, así que, ya que estamos en confianza, comparto una reunión con el presidente de la Nación, donde nos convocaron a los gobernadores, hace mucho, al principio, ya parece hace siglos. Nos convocaron a los gobernadores donde el presidente de la Nación dijo que ahora venía la onda del ajuste, que había que ajustar y achicar todo, y aunque sea cruento, aunque hubiera que resquebrajar, aunque fuera cruel y hubiera que echar gente. Bueno, empezó a decir todas estas cosas y yo también, con un poco de espanto, observaba como muchos de mis colegas gobernadores se plegaban a esto. Como si fuera una especie de cuestión de mandato, ¿no? escrito en piedra, inexorable. Entonces decían: ‘yo en mi provincia voy a echar a tantas personas. Voy a cerrar tantos ministerios, voy a cerrar tantas dependencias’, como haciéndose eco de lo que proponía el presidente de la Nación, que efectivamente hizo con el daño que estamos observando. Porque lo vemos cotidianamente cerrando organismos, clausurando organismos e incluso con ese ajuste, achicando presupuestos para cuestiones tan importantes como la formación universitaria, como nuestro sistema científico-tecnológico, pero bueno.
Para terminar la anécdota, estábamos ahí y había una especie de concurso, remate, y alguno decía: ‘yo voy a cerrar tantos ministerios. Yo voy a echar’, por supuesto no era generalizado pero yo escuchaba eso. Incluso, gobernadores que habían sido reelectos, que venían de un mandato anterior donde habían hecho gala de esas dependencias, de esos ministerios, y ahora resulta que -como asumiendo un nuevo clima de época, una nueva situación, un tema prácticamente meteorológico- ‘bueno, cambió todo, ahora hay que hacer esto y yo lo voy a hacer y yo voy a ser un buen alumno del ajuste que propone el Gobierno nacional’.
Obviamente me tocó hablar después. Previsiblemente yo dije que no estaba de acuerdo con nada de eso, ni que lo iba a hacer, que al revés, que a nosotros nos habían votado en la provincia de Buenos Aires, para tener un Estado, por supuesto, siempre más transparente, de mejor calidad, pero nos habían votado para que haya más Estado en la provincia de Buenos Aires, para que haya más educación, más salud, más seguridad, más infraestructura. Y que más allá de cuestiones… Bueno, no fue un momento cómodo. No fue un momento cómodo, tengo que reconocer. Era un poco a contramano, con excepción de compañeros gobernadores que tampoco, pero no para poner esto de relieve.
Simplemente para encuadrar este encuentro con las mesas, con las discusiones que se vayan a llevar adelante, pedagógicas, para encuadrarlo dentro de la coyuntura y de la situación, del contexto. ¿Dónde estamos y qué es lo que estamos haciendo en la provincia de Buenos Aires?
Bueno, acá esos vientos de ajuste, de recorte, de destrucción del Estado, de falta de reconocimiento de los derechos. Acá en la provincia de Buenos Aires, no es que esté alambrada ni fortificada, pero les puedo asegurar que no entran. No entran… Obviamente, se mezcla con las ideas de fundir a las provincias, no sólo a nuestra Provincia, de recortarla, de asfixiarla, a veces por cuestiones presupuestarios, a veces con un aditamento político, ¿no? A veces con un aditamento político porque suena a una suerte de castigo. Después de la primera versión de la Ley Bases que no se aprobó, trascendió que en una reunión de gabinete, el Presidente había dicho ‘ahora voy a fundir las provincias’.
Por esa filtración, porque creo que un secretario de Obras Públicas salió de la reunión y lo contó, o lo acusaron de haber sido él el que lo filtró en los medios, lo echaron a ese secretario de Obras Públicas. Pero, pero, hecho destacable, nadie desmintió, lo echaron por contarlo, no por inventarlo. Es importante porque a veces se nos pasan estas cuestiones. O sea que yo doy por cierta la versión, no la desmintió nadie. Iban a fundir a las provincias, dijeron, en venganza por no haber aprobado esa ley. Y más allá de sí se dijo o no, se empezó a hacer. Porque a los dos o tres días, empezaron los recortes de fondo vinculados al transporte, que llegaban, no a la provincia de Buenos Aires únicamente, también a la provincia de Buenos Aires. El Fondo Compensador de Transporte y luego se encareció el boleto de bondi en todo la Argentina. El Fondo de Incentivo Docente fue después de este episodio, porque venían diciendo, que sí, que no, pero después se cortó definitivamente. Todo planteado como ‘vamos a castigar a los gobernadores por no haber mandando a los diputados a votar una ley, entonces los vamos a castigar de esta manera’. Me parece que ahí también hay un importante malentendido que hay que evacuar.
A veces estas cosas se ponen como ‘vamos a asfixiar al gobernador, vamos a castigar al gobernador para que haga tal cosa’. ¿Qué cosa había que hacer? Indicarle o mandar a los diputados o senadores para que voten determinadas cuestiones. O sea que había un importante desconocimiento de la división de poderes, para empezar.
Pero luego también había otra cuestión central que yo quiero dejar planteada hoy. Cuando cortaron el Fondo de Incentivo Docente, por supuesto que afecta al gobernador, por supuesto que afecta al gobierno, pero lo que hicieron fue sacarle la plata del bolsillo a los maestros y maestras de toda la Argentina. O sea que los castigos, estos, bíblicos, así como el ajuste no era para la casta, el castigo no es para el gobernador. Es para el pueblo de la provincia de Buenos Aires y para cada una de las provincias argentinas.
Y lo planteo porque, ¿cuál es el temor dentro de esto que, por lo menos, a mí me provoca la instalación de determinadas agendas y determinadas modalidades en la comunicación, en el diálogo, en las interacciones políticas? Bueno, ¿qué es lo que más me preocupa? Que se, desde determinadas usinas de opinión y de ideas, se instala que ahora la sociedad, que ahora el pueblo, que ahora la dirigencia, bueno, está en esta sintonía. Que es esta. Y con estas preocupaciones. Que son estas.
Muchas veces esa sintonía, vamos a hablar de modalidades. Por eso empecé con el tema de las redes, porque es un tema, las redes y los telefonitos, y las formas digitales. Bueno, hay una especie de relato que dice que esta campaña electoral tuvo toda que ver, y el voto, tuvo todo que ver con campañas en las redes sociales, ¿no? Que se votó porque determinadas ideas, determinada dirigencia, el propio presidente, actuaba en las redes sociales y entonces que esto es lo que determinó el voto. Por lo tanto, esta cuestión, diría yo no estoy de acuerdo, pero dejémosla ahí, pero por lo tanto se establece o se decreta que ahora todo hay que someterlo y hay que adaptarlo a ese formato. Todo tiene que ser en ese formato porque es el único formato que tiene llegada, que tiene incidencia, que tiene alcance. Entonces todo tiene que ser así.
Es decir, de un hecho falso, porque yo considero que es falso el primer diagnóstico, después se saca una conclusión no solo falsa sino grave y peligrosa, porque nos quieren someter a todos a esas modalidades, porque convengamos que comunicarse a través de las redes sociales exclusivamente, no me estoy peleando con eso ni estoy desconociendo la incidencia que tiene, la influencia, las nuevas tecnologías, los nuevos modos de la cultura, de la sociabilidad. No estoy diciendo nada de eso ni pretendo agotarlo. Bueno, existen, sí, por supuesto. Son importantes, sí, por supuesto, pero no son exclusivos y únicos y han desplazado todo lo demás.
Es como una suerte de hecho de época que se convierte y se consagra en una moda y, de pronto, es lo universal y exclusivo. Y a mí me resulta riesgoso y para eso quiero traer una experiencia que también tuvimos, seguramente, muchos de los que estamos acá que tuvo que ver con no esta última elección, sino la elección del año 2015 y las primeras etapas del gobierno de aquel momento de Juntos por el Cambio, donde también empezó la cosa de los trolls, de las redes sociales, de cómo se gana una elección, de cómo se tiene que dirigir uno a la sociedad, de cómo tienen que ser los discursos. Y se consagró, bueno, ‘ahora todo esto es así y todo lo demás es anacrónico, está atrasado, no sirve, debe abandonarse’. Y resultó que no. Que luego, con el paso del tiempo, esas modalidades que existieron y, repito, tuvieron alguna influencia, alguna importancia, alguna incidencia, pero que, evidentemente, no eran lo único, lo exclusivo, y, además, para colmo, naturalizándolo, lo mejor y lo que hay que adoptar. Bueno, después eso se pinchó y se cayó como un piano. Y ya no alcanzaba con los trolles, con las redes, con las falsas noticias. No alcanzaba y a todos les pareció obvio que había sido una tontería creerse que teníamos que bailar a ese ritmo.
Bueno, no estoy vaticinando nada. Lo único que estoy diciendo es que hay un problema con que nos creamos este tipo de cosas. De pronto compremos, por decir así, esos discursos basados en circunstancias reales y hechos nuevos, pero los convirtamos en una verdad absoluta y eterna. Y hay un riesgo, ¿por qué? Porque hay, indudablemente, sin ponernos ni filosóficos ni modernos en términos de filosofía moderna o filosofía clásica alemana. Sin ponernos a hacer ninguna disquisición extraña, simplemente decir que tiene que haber alguna correspondencia entre forma y contenido, que hay, que existe. Que no se puede hacer cualquier cosa que uno quiere hacer, de cualquier manera que a uno le impongan. Lo digo de otra forma, que esos formatos de comunicación, esos modos, esas nuevas herramientas, tienen alguna evidente influencia, incidencia y utilidad, pero que hay cosas que no pueden someterse a ese formato. Que hay saberes, que hay explicaciones, que hay discursos, que no pueden… Mientras algunos mensajes son muy afines a ese formato, incluso propios de ese formato, hay otros que son prácticamente imposibles de ser transmitidos a través de ese formato. Y hay otros más que son imposibles, no solo por el discurso y su contenido, sino también por los efectos que se buscan y el tipo de comunicación que se necesita.
Voy a ser más preciso, o más explícito. A través de pequeñas pastillitas en TikTok, en YouTube o YouTube short, o cualquiera de las herramientas, Instagram, Facebook, Twitter. Bueno, hay cosas que se pueden transmitir así pero otras no. Entonces, ¿qué problema hay? Si hoy caemos en la trampa de que todo discurso político para ser eficaz necesita someterse a ese formato, entonces empobrecemos muchísimo el discurso político y la discusión política. Y además, yo creo que terminamos imponiendo determinadas modalidades de comunicación que a veces se contradicen con formas de construcción política que uno busca.
De nuevo, más concreto y más explícito. Me parece que hay procesos, que hay discusiones, que requieren otras extensiones, otras modalidades, que requieren intercambios. Yo no voy a decir que el Twitter es autoritario, no lo voy a decir, pero quiero decir que las formas de interacción son muy limitadas o muy encapsuladas en determinadas modalidades que no permiten, por ejemplo, una conversación constructiva, un disenso que termine saldándose en una conclusión común. No estoy haciendo acá una descripción de las nuevas modalidades de la comunicación o de las nuevas tecnologías, ni nada parecido. Simplemente estoy celebrando que nos encontremos hoy, que en una jornada haya varias mesas, que esas mesas impliquen reflexiones, debates, discusiones. Que den participación y que luego lleguen a determinadas conclusiones.
Me permito decir, podrán tacharme de antiguo o anacrónico, pero yo estoy convencido de que para construir una transformación profunda de un sistema educativo, no vamos a poder, no podemos, es imposible, que recaigamos o nos acostemos, exclusivamente, en estas nuevas, modernas, novedosas, formas de comunicación. Tal vez alguien dirá: ‘un tipo yo antiguo y clásico’, pero yo creo que es fundamental, crucial, el verse cara a cara, encontrarse. Aún para disentir y discutir, pero sin agresión, sin violencia, sin superficialidad. Sin esos dictámenes sumarísimos, que a veces son habituales en estas nuevas formas de sociabilidad, de comunicación y de información. Y lo peor que nos puede pasar, para mí, es sin reflexión y por una moda, o por una imposición, como son las mayorías de las modas, creernos eso que nos tratan de vender.
Entonces, me parece central que el sistema educativo de la provincia de Buenos Aires, incluso con una mirada más amplia y federal, se reúna a discutir estas cosas. Digo también porque no es lo único que hay, pero en esta nueva forma de comunicación la verdad que la mentira, la agresión, el engaño, son moneda corriente. Son moneda corriente. Incluso, han contagiado otros dispositivos, otro sistema de comunicación, con esas modalidades, en algunos aspectos que serán buenos, pero yo veo varios que son bastantes malos. Empezamos a ver, por ejemplo, que en los noticieros de televisión o en la prensa escrita, se adopta la modalidad del Twitter o de los mensajes cortos, breves, y a veces también de la idea de ‘bueno, no importa de dónde viene, cuál es la fuente’. Entonces se empieza a perder un poco, no digo la objetividad, pero sí la capacidad de reconocer fuentes confiables, de distinguirla de las no confiables, y entonces se arma un mar de confusión.
Ahí es donde voy por lo que estamos hoy celebrando. Hoy celebrando quiero decir, que hoy nos inspira para lanzar este encuentro, que son los 140 años, ni más ni menos, de la Ley 1420, la famosa Ley 1420. Ya tenemos un problema, ya tenemos un problema, porque cuando uno celebra la Ley 1420, una ley importante. Una ley, como decía Alberto, bastante precoz en su aplicación, incluso continental. Es decir, Argentina fue pionera en la cuestión de la enseñanza pública, gratuita, universal, obligatoria, fue pionera regional. Como lo fue también la Reforma del 18, universitaria. Eso yo siempre lo repito porque impresiona y porque además hay, a veces, esa tendencia a menospreciar algunas cosas porque son propias, ¿no? Pero la Reforma Universitaria del 18 tuvo consecuencias y tuvo influencias a nivel global e internacional, y en Europa particularmente.
A mí siempre me impactó, bueno, en algún momento me interesó bastante, leí bastante sobre lo que fue el Mayo Francés del 68. Siempre me impresionó que… Tenía incluso un librito que retrataba pintadas, ¿no? Ustedes saben las frases célebres del Mayo Francés, que estaban en francés. Digo porque una de las frases célebres de Sarmiento está en francés también, ¿no? La de ‘las ideas no se matan’ la escribió en francés. Ahí estaban en francés pero era Francia, entonces tenía otra vocación.
Iba a hacer una reflexión futbolera pero no, no, no da. No da. Ahora, en el Mayo Francés, entre todas esas frases que después pasaron a la historia, en los estudiantes en su rebelión, en su discusión, en el 68, una era una reivindicación de la reforma que había ocurrido 50 años antes en Córdoba, que se había iniciado en Córdoba, se reivindicaba después en París, en la Sorbonne, ¿no? Así que quiero decir la influencia que tuvo y esto era para decir lo precoz y lo pionero que fue nuestro país en algunas cuestiones, que luego se fueron adoptando en otros países, en todas las épocas. En todas las épocas.
Pero esta reforma, decía, esta ley tiene hoy una particularidad perturbadora porque fue una ley aprobada durante el gobierno de Roca. Y Roca es uno de los próceres, o héroes nacionales reivindicados por el actual gobierno, como si fuera un precursor, una fuente de inspiración. Y Roca, un liberal, indudablemente, como dijiste, Alberto. No libertario, un liberal. Un liberal clásico, ¿no? Del liberalismo clásico, del siglo XIX, acompañado por Sarmiento, acompañado por otros tantos de los héroes, o de los que hoy… de los argentinos que hoy reivindica el gobierno actual, porque no quiero calificar a otros tampoco, pero bueno. Lo que digo es que reivindican a Roca. Y hoy, para que quede muy claro, tenemos un gobierno que explícitamente, el Gobierno Nacional que explícitamente está en contra de la Ley 1420. Y esto hay que decirlo claramente. Hay que decirlo claramente. Lo que nosotros venimos a defender, que es el espíritu con sus actualizaciones, con sus discusiones, con su evolución de la Ley 1420 está en cuestión, está bajo ataque del Gobierno Nacional que está no solo en el discurso, sino en los hechos conspirando en la realidad contra la aplicación de la 1420.
¿Por qué está pasando esto? Porque está desfinanciando de manera feroz el sistema educativo nacional argentino y, además, está desertando, me gusta decir a mí. Está abandonando las obligaciones que las leyes nacionales le imponen, le imponen, al Gobierno nacional y sus autoridades, empezando por el presidente de la Nación, las responsabilidades y las obligaciones con respecto al sistema educativo nacional.
O sea que, me animo a decir, está violando leyes nacionales en materia educativa. Y creo que se importante porque hay un debate en el plano de las ideas, hay una discusión que yo creo que, tal vez exagerando, pero para decirlo de alguna manera, es interesante y es relevante tener esa discusión, pero al mismo tiempo hay una acción política y hay decisiones de gobierno donde, por nuestra Constitución Nacional y por nuestras leyes, el Gobierno nacional, su Poder Ejecutivo y el presidente de Nación no tienen derecho. O, mejor dicho, no pueden, porque es ilegal, desentenderse, desentenderse de la inversión, de la promoción, del acompañamiento y de la expansión del sistema educativo argentino. No es optativo. Está en la Constitución y está en las leyes. Le puede gustar o no gustar, pero entre tanto estén vigentes las leyes y la Constitución no pueden desertar del cuidado, del acompañamiento y de la inversión en educación a nivel nacional. Es ilegal.
Y tampoco pueden, graciosamente, decir: ‘bueno, como esto a mí no me importa, no me interesa, o no estoy de acuerdo, no me voy a ocupar más. Que se ocupen las provincias argentinas’. Entonces yo, parafraseando a un pensador, decía: ‘todo lo humano le es ajeno al Gobierno nacional’. Todo lo humano le es ajeno. Porque pareciera un Gobierno nacional que no le importa la salud, no le importa la educación, que se desembaraza de esto. Como si fuera un Gobierno nacional sin territorio y sin población, ni habitantes. Con una sola preocupación vinculada a lo que ellos llaman macroeconomía, pero que hoy estamos viendo, dolorosamente, que no es la macroeconomía en todo su alcance, sino cuestiones monetarias y financieras.
Bueno, yo digo que si uno lee la Constitución Nacional y buena parte del plexo normativo de la República Argentina, esto es absolutamente opuesto a lo que dice. O sea, que yo creo que al no ocuparse, al no ocuparse de la educación, de la salud porque no están de acuerdo, lo han dicho veinte veces que para ellos no son derechos, bueno, pero lamentablemente les informo que son derechos consagrados por nuestra Constitución Nacional, sobre la que todos esos funcionarios juraron. Sobre la que juraron. Y a mí me gusta decirlo así, porque hasta ahora yo lo tomaba como una fórmula un poco arcaica y más bien formal, un formalismo. Porque cuando a uno le toca jurar sobre la Constitución Nacional y la Constitución provincial para asumir algún cargo público, sea Legislativo o Ejecutivo, lo que dice es, lo que te pide, en el juramento dice que uno está dispuesto, o se obliga porque jura o promete, cumplir la Constitución Nacional, pero hay una formulita que a ustedes les va a sonar cuando la diga, que es un poco más amplia. Cumplir la Constitución Nacional es un hecho casi obvio, porque es el manual de procedimiento, es lo que hay que hacer. Es lo que estamos obligados a hacer. Pero uno no jura simplemente cumplir la Constitución Nacional, que esto es lo que le atañe, su incumplimiento le atañe al Presidente y al Gobierno nacional. Pero después estamos nosotros que juramos cumplir la Constitución Nacional pero juramos también hacerla cumplir, dice: ‘¿Usted jura, promete, cumplir, y hacer cumplir, la Constitución Nacional?’.
Así que yo no lo digo por enojado, no lo digo para pelearme, lo digo porque lo prometí y lo juré. Va a tener que cumplir la Constitución Nacional. Y lo digo así, que uno dirá: ‘bueno, un discurso político, partidario’, bueno, no estamos en elecciones. Lo que estoy diciendo es que hay algunas cosas vinculadas con esta contradicción, incluso con esta contradicción entre Roca – Sarmiento, involucrados en la ley de la que estamos hablando hoy, tan importante, y el contenido de esa ley. Y lo que pasa hoy con el Gobierno nacional, que reivindica a estas personas pero no lo que hicieron. No sé qué reivindican.
Porque a nosotros nos toca a veces hablar de Sarmiento, obviamente con el debido respeto, no personal, sino a la historia y a la comprensión, hasta el sentido común. Uno cuando habla de una figura histórica, en general para reivindicarla o incluso para criticarla, parte de reconocer que está haciendo una operación anacrónica por naturaleza, ¿no? Son hombres y mujeres de otra época histórica, donde había, qué sé yo, recién decía Alberto, hombres y mujeres, pero decía ‘hombres’ porque eran la mayoría hombres, porque el papel de la mujer… Bueno, tantas cosas han cambiado. No tengo que explicarlo acá, es obvio.
Así que, cuando uno habla de una figura histórica, aún las que uno reivindica, San Martín, Rosas, Perón, bueno, uno puede reivindicarlos, pero sabe también que hay varias de las cosas, de sus acciones, de sus dichos, que están enmarcados en determinado contexto histórico, cultural, social que hoy no se podrían hacer de la misma manera, decir de la misma manera, y que, evidentemente, uno reconoce esa distancia.
Pero justamente la 1420, así como habló Alberto, Roca, Sarmiento, Conquista del Desierto, por ellos autodenominada Conquista del Desierto. Bueno, uno tiene muchas cosas no buenas que decir de esa acción militar, pero seguro que siempre lo hace con el respeto de comprender una etapa histórica y aún así criticarlo, en esa etapa histórica. Ahora, justo la 1420, como precursora, como iniciadora de una tradición, como formadora de un país, es lo de Roca y lo de Sarmiento que no se quedó en el tiempo. Es lo que tiene una absoluta vigencia actual.
Así que estamos ante gente que reivindica lo que hoy no se puede reivindicar, porque es otra época, y pretende destruir los cimientos históricos que dejaron y que hoy hacen mejor a nuestro país. Nos tocó muchas veces reivindicar esto de Sarmiento, a la vez que criticamos otras cosas, pero siempre reconociendo ese marco histórico.
Pero marco esta cuestión que me parece fundamental porque hay una pretensión de inscribirse dentro de determinada tradición y prestigiarse con esa tradición. Dicen ‘acá tuvimos patriotas, héroes, próceres, que hay que reivindicar, y eso siempre es una operación, a la vez que uno podría decir de discusión teórica, conceptual, hasta histórica, que está en determinados marcos, es una operación de legitimación también. Es una operación de legitimación, reivindicar a San Martín, no es sólo hablar de sus cualidades, sino tratar de decir ‘este es un ejemplo, yo pretendo seguirlo, pretendo estar acorde, pretendo estar…’.
Acá hay un tema importantísimo para mí y yo por eso desde acá hago este llamado. Este llamado. Porque todos saben que yo no soy ni sarmientino ni roquista, está clarísimo, dentro de las tradiciones históricas argentinas, pero reivindico cuestiones universales y hasta hoy establecidas como hechos de una plataforma de convicciones, pero también, escuchen, una sensibilidad de la sociedad argentina vinculada a la educación pública, gratuita y obligatoria, que tiene su origen en estos hombres.
Entonces, yo creo que ahí hay una operación ideológica que hay que empezar a denunciar porque la ley 1420, como bien dijo Alberto, era una ley que tenía varias cuestiones. Una primera que tenía que ver con la educación en sí y la importancia que tiene la educación en la formación de los individuos, en la formación de cada persona. En ese sentido, uno casi podría decir, desde una mirada liberal de cualquiera de sus familias, quién no estaría de acuerdo con que las personas se formen, se preparen, y luego, incluso con una mirada liberal y neoclásica en lo económico, se tiene que formar. Hay economistas que dicen, ‘hay que invertir recursos en la educación porque es una inversión que trae ganancia individual’, desde una perspectiva individual.
A mí me resulta esa mirada unilateral, repugnante. Unilateral, ¿no? Decir ¿por qué se educaría una persona? Por conveniencia personal los padres invierten, como quien invierte en una empresa, como quien invierte en una máquina. Entonces le ponés guita para después recuperarla, porque además después te van a mantener cuando sean más grandes. Es como una especie de cuestión egoísta, individualista. Hay economistas que hacen modelos matemáticos explicando esto.
Pero lo que quiero decir es que es más o menos generalizado decir ‘la gente se tiene que educar’, ¿no? Ahora la 1420 no dice eso, dice que la educación es importante para el niño, la niña, en esos términos, para él, para su familia, pero luego dice ‘para su comunidad’, y luego dice también ‘para su país’.
Yo creo que la Ley 1420, entre tantas cosas que uno puede señalar, es que es una ley que pone énfasis en la identidad nacional. En la identidad nacional. Es una ley de soberanía. Entonces yo lo primero que hago es repudiar, repudiar a quienes celebran a Roca y a Sarmiento, pero recortan la parte de Roca y de Sarmiento donde les importaba la Argentina, donde eran nacionalistas y donde les importaba la soberanía también a través de la educación. Porque un objetivo explícito de la 1420 era formar un país, con una identidad nacional, que los pibes y las pibas quieran a su bandera, quieran a los símbolos patrios, la defiendan y la protejan. Y era un objetivo explícito de la ley. Y era también, y era también, para que quede claro, para que quede claro, una ley de financiamiento educativo. Y de inversión en infraestructura escolar. Era una ley de inversión en infraestructura escolar. Era una ley de formación individual, familiar, pero social y nacional. Así que yo, desde acá, lo que digo, es que los que reivindican a Sarmiento y a Roca, pero no a la 1420, a sus objetivos, a sus alcances deberían dejar de hablar de Sarmiento y Roca. Basta de ensuciar a Sarmiento y Roca destruyendo lo mejor de su obra. Repudiando lo mejor de su legado. Basta de utilizar a Sarmiento y a Roca para hacerles decir cosas que no decían.
Y lo digo desde un posicionamiento y una identidad que los critica, pero uno de los elementos centrales, por eso yo creo que acá hay una maniobra de falsificación, de falsificación histórica, de falsificación de una tradición liberal argentina que no es la que expresa hoy el Gobierno nacional. Y a mi me parece importante y central porque se valen, utilizan, los usan para prestigiarse cuando están destruyendo su legado.
Roca era… Fue como presidente, pero también en cada una de sus intervenciones, era un fanático de la obra pública. Fanático de la obra pública. Así como uno identifica a Sarmiento con la educación, si uno habla de Roca habla de la obra pública. De lo que hizo, de lo que se proponía y de la función que le atribuía a la obra pública como instrumento, en primer lugar, de acceso y de igualación. Claro, de igualación. Los liberales no estaban en contra de la igualdad. De ninguna manera. Entonces la obra pública, los caminos, los puertos, bueno, tanto que ha hecho Roca era para darle más productividad a nuestra economía, era para dar más igualdad, territorial, social, productiva a todo el país federal y tenía certeza y orgullo por la convicción y la comprensión que tenía, y de la que carecen los que hoy reivindican a Roca. Sabía que la obra pública, que la infraestructura nacional, que las obras estratégicas son un patrimonio exclusivo de los Estados nacionales.
Roca, Sarmiento a favor del Estado y de su función igualadora, de su función educativa, de su intervención necesaria. Así que, de nuevo, basta de ensuciar a Roca y Sarmiento los mismos tipos que dicen ‘no tiene que haber obra pública’, ‘no sirve, no tiene que haber’. ‘obra pública cero’.
Y lo que estoy diciendo, ustedes saben, pero como es bastante polémico, digamos, quiero agregarle la frase que citó Alberto, pero yo la voy a leer porque es del principal ideólogo de este gobierno, porque es el prócer intelectual que reivindica el Presidente de la Nación. O uno de los, este señor, Alberto Benegas Lynch hijo. Ya está. Me retiro. Pero cito un textual: ‘libertad es que si no querés mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitas en el taller, puedas hacerlo’. Señor Alberto Benegas Lynch hijo, conocido como ‘Bertie’. Le digo, Bertie, eso no es libertad, se llama esclavitud. Mandar a tu hijo al taller está penado por la ley, es trabajo infantil. Sacarlo de la escuela es violar leyes, y eso se abolió en 1813, antes de la 1420.
Así que, decía, y bueno tampoco quiero extenderme tanto, pero no puedo dejar de comentar y de compartir con ustedes que, dentro de todas estas confusiones y falsificaciones, y aprovechamientos y utilizaciones indebidas de figuras históricas, de tapas históricas, escuchábamos el otro día al Presidente de la Nación en la Sociedad Rural Argentina, decir, ya lo venía insinuando, pero decirlo ya de una manera explícita, que quería llevarnos hacia una etapa histórica del pasado. Que él reivindicaba un momento histórico que para él era el ‘paraíso perdido’ al que había que retornar.
Ya nos había sorprendido con que su proyecto, concretamente, es convertirnos en Irlanda dentro de 35 años. Eso a mí ya me resultaba revelador, ¿no? Primero, porque yo sin nada en particular contra los irlandeses, yo no quiero ser irlandés, yo quiero ser argentino. Pero, después dijo que también había un momento que reivindicaba. Dentro de todas estas confusiones, estas utilizaciones, hay algo para destacar que para mí está bueno. No quiero decir o exagerar, que está buenísimo o no está buenísimo que esté pasando esto, pero por lo menos hay un sector político que encabeza y expresa el propio presidente, que pone sobre la mesa un marco ideológico, un marco teórico. Aunque sea medio estrafalario, ¿no? Bizarro, bizarro. Porque nos dice: ‘bueno, vamos a aplicar en Argentina la ideología austríaca’. Yo les aviso, para decepción de muchos, la Escuela Austríaca nunca se aplicó, hoy no se aplica y no es importante, por ejemplo, en Austria. O sea, que la Escuela Austríaca no goza de demasiado prestigio en Austria tampoco. O sea que nos quieren llevar a Irlanda, pasando por Austria. Liberal-libertarios, anarcocapitalistas, topos que destruyen, dinamitan. Bueno, estamos escuchando todo eso.
Qué tengo -un poco con exceso de optimismo- para decir. Que bueno, que por lo menos hay algo para discutir. Porque hubo experiencias neoliberales en la Argentina que desindustrializaban en la práctica, pero en el discurso defendían la industria. Que generaban desigualdad pero en el discurso hablaban de la igualdad. Que desfinanciaban la educación mientras decían que lo más importante del mundo era la educación pública.
Tuvimos, tuvimos, hace poquito, ¿no, recuerdan? Recuerdan. Pero lo reivindicaban públicamente, incluso en campaña electoral, en su plataforma, decían: ‘no, nosotros bancamos la educación pública, la universidad pública’, y después cada tanto había algún exabrupto, en general dicho en círculos pequeños, cerrados. Eran filtraciones, donde decían: ‘ningún pobre llega a la universidad’. Exhibían un poco, lo que probablemente, por lo menos algunos de ellos, porque no quiero dedicarme a eso demasiado, pensaban, su íntimo conocimiento. Pero les había indicado algún Durán Barba de turno que no convenía decirlo, entonces no lo decían en general, al revés. O sea que hacían lo contrario a lo que hacían.
Hoy, si bien podemos marcar varias cosas que no están pasando -dolarización, destrucción del Banco Central-, el otro día acompañé a uno de mis hijos ahí a la Plaza de Mayo y para mi sorpresa está enterito el Banco Central. Está enterito, vivito y coleando y timbeando el Banco Central. Así que eso tampoco.
Los vouchers resultó ser, reconvertise en una especie de beca para los que van a escuelas públicas de gestión privada. O sea que tampoco el voucher. Hay muchas cosas que no han cumplido, casi todo. Pero, así y todo, revelan cuál es su pensamiento íntimo, ideológico. Y eso creo yo que, a los efectos que tiene, a sus consecuencias, por supuesto que hay que ponerles todo, hay que poner todo para intentar evitarlas porque es muy dañino, es muy destructivo lo que está ocurriendo. Por eso nosotros decimos que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, que no está de acuerdo con estas cosas, que nos votaron explícitamente para hacer lo contrario, que tenemos la vocación, la voluntad y el compromiso con el pueblo de la provincia de Buenos Aires, no de cerrar la educación pública, sino de expandirla, no de invertir menos y ajustarla, sino invertir más y mejorarla.
Bueno, todo eso nosotros tenemos que funcionar, aún en estas circunstancias como un escudo protector para el pueblo de la provincia de Buenos Aires de los efectos de estas políticas.
Pero digo, quitando eso, para que no se entienda mal, pero probablemente por primera vez de manera tan abierta y descarnada, se dicen estas barbaridades como la que acabo de leer de Benegas Lynch, o ya no es decir ‘los derechos humanos’ o siquiera la aberración esta del ‘curro de los derechos humanos’. Ahora es que los diputados nacionales van a visitar a genocidas. O sea que está todo más a flor de piel sobre la mesa. Fue el 2×1, ahora es buscar instrumentos porque esto no fue una visita humanitaria y casual, esto ya es claro y evidente, sino que forma parte, en un intento de, en algunos, porque no quiero ser, porque esto es muy grave, es demasiado grave, en algunos es una reivindicación del terrorismo de Estado y de la dictadura y de los genocidas. En otros, simplemente, tal vez en apariencia más inocentemente, es bueno, buscar algo, dos demonios o algo parecido. Pero hay mucho de eso.
Ahora, pocas se veces se vieron escenas de esta obscenidad. Pocas veces se dijeron cosas tan terribles como estas que estoy diciendo y podría citar muchas más. Entonces, esto nos pone frente a una discusión, además de la cuestión real, material de gobierno, de que cuando nos quieren asfixiar, ahogar, seguimos abriendo escuelas. Además de eso, que es una respuesta. No, pero es una respuesta… Si a mí me preguntan qué hicimos para oponernos a lo que está pasando en el país en estas dos semanas, sintetizando, dijimos muchas cosas, hablamos, polemizamos, pero para ser bien claro, bien concreto y bien fuerte en la crítica al Gobierno nacional, la semana pasada abrimos 3 escuelas y sólo ayer 2 centros de salud. O sea que es una forma bastante contundente de oponerse a esos que quieren armar, que sumarnos y subirnos al carro del ajuste, al carro de la exclusión. Y no va a pasar, y no está pasando en la provincia de Buenos Aires.
Por eso iba a otra reivindicación, lo que dijo en la Rural, de tratar de llevarnos en una especie de túnel del tiempo al modelo agroexportador. Me tocó, en la facultad de Ciencias Exactas, participar de un panel donde explicábamos que buena parte de esta construcción se basa en una inexactitud, en una imprecisión, llamémoslo en un error, yo ya lo digo claramente, en una mentira, que es que Argentina fue la primera potencia del mundo, por una estadística, de un proyecto, el proyecto Madison. Bueno, cosas de economistas, cosas de estadísticas. Pero bueno, les digo lo que ya sabemos. No era la primera potencia durante la época del modelo agroexportador, aunque una medida particular del producto bruto per cápita pueda decir algo parecido, algo parecido que, además, está claramente mal hecho metodológicamente, pero no es la discusión que quiero tener. Sí a uno le da un poco, ya a esta altura, de nervios, de incomodidad, de vergüenza. De vergüenza. Que quien nos represente internacionalmente vaya a… ante plateas internacionales de presidentes a decir ‘Argentina era la primera potencia a fines del siglo XIX’. No porque uno diga ‘no, es una vergüenza porque está mal hecha la serie histórica’. Sino porque es un papelón. Es un papelón. Le estaba diciendo a los presidentes, o a representantes de Europa, de Estados Unidos algo que si era así es un cambio en la historia universal de una… Hay que escribir de nuevo la historia universal y resulta que… Es incómodo, es embarazoso, da vergüenza. Da vergüenza, ¿no? Porque dice, ‘nosotros que éramos la primer potencia’.
Yo… ‘¿Cuándo?’, deben… No sé, ni me imagino a un… Ni me imagino, ¿no? Y me parece grave porque después empieza a tener consecuencias en las relaciones internacionales de la Argentina, pensar que se puede plantear cualquier cosa, de cualquier manera, agredir a cualquiera en algo tan importante y en la actualidad, como es la cuestión diplomática y de las relaciones internacionales.
La verdad que si vos decís, ‘bueno, el Presidente de la Argentina se peleó con los principales socios comerciales del país’, los agredió, los insultó y estuvimos en algunos casos a punto de romper relaciones diplomáticas, llamando a los embajadores por cuestiones que dice que además son mentira. Y son ideas absurdas que tiene en su cabeza, pero que no comparte nadie. No le puede explicar a nadie. Decirle a Lula comunista y a… Bueno, y empezar a pelearse por esas cosas. Uno dice: bueno, si tenes todas esas ganas de decir barbaridades decilas en un cuarto cerrado, no adelante de gente importante que, además, tiene, con el país, una relación histórica, central y que hace al bienestar de los argentinos. O sea, no juegues con nuestro país. No bromees con nuestro país. No agredas en nombre nuestro. No en nombre nuestro. Eso creo que es lo que hay que decir. No en nombre nuestro andar agrediendo a pueblos hermanos, pero bueno, voy a esto del agroexportador. Voy a esto del modelo agroexportador.
Nos quieren llevar al modelo agroexportador. Yo creo que para un profe de historia, y es una buena oportunidad para revisitar lo que fue Argentina durante la época del modelo agroexportador, desde el modelo agroexportador. Que, además, yo entiendo que hay otra malversación intelectual, intentando explicarles a los productores rurales, digamos, a cualquier tipo, que el modelo agroexportador, en aquella etapa histórica, era como el único modo que se le puede dar beneficios, capacidades o importancia a la producción agropecuaria. Que eso es, que eso que pasó ahí es lo que tenemos que anhelar y buscar.
Yo no quiero hoy profundizar en lo que significaba en materia social, en materia financiera, económica, general el modelo agroexportador en la Argentina. Lo único que tengo para decir es que fue un modelo que convirtió al país en una economía y en una sociedad muy vulnerable a los movimientos de la economía mundial. Muy frágil.
Nos dedicábamos, de una manera al revés que diversificada, tremendamente especializada. Bueno, se decía en ese momento ‘el granero del mundo’, ¿no? Entonces exportábamos materia prima para el mercado mundial y lo que quiero decir es que el modelo agroexportador como especialización, como matriz productiva de la Argentina, que por un lado nos hacía muy dependientes del comercio internacional, de los ciclos, las crisis, las situaciones internacionales. Nos hacía muy vulnerables. Y por otro lado, nos llevó a un endeudamiento inmenso. Inmenso. Por eso, cuando reivindica Milei a Roca o a Sarmiento, pero no quiere la escuela pública, no quiere la infraestructura social básica a través de la obra pública, a veces a mí me dan ganas de decir: ‘¿por qué no reivindica -que me parece más cercano- a Avellaneda?’. Que Avellaneda, ustedes saben, que lo que dijo, porque llega después de una enorme crisis financiera, un default que tuvo la Argentina, el del préstamo de la Baring que venía de la época de Rivadavia, bueno, un desastre financiero por un montón de desavisados de los gobiernos liberales conservadores de aquel momento, pero Avellaneda dice que su política central -prácticamente la única-, es pagar la deuda externa sobre el hambre y la sed del pueblo argentino. Ahí sí veo que hay una similitud con el gobierno actual. Pagar la deuda externa, los compromisos internacionales, sobre el hambre y la sed del pueblo argentino. O sea, ajustar hasta que no quede nada y pagar, pagar, pagar, pagar con la timba financiera. Así que, yo creo que ahí hay una diferencia.
Y ahí sí hay una etapa que tiene que ver con el modelo agroexportador, porque esa fragilidad financiera y económica, ¿qué quiere decir? Que es lo otro que quiero plantear. El modelo agroexportador que reivindica Milei, o sea dedicarnos, lo simplifico, pero dedicarnos exclusivamente a la exportación de materia prima sin elaboración local, y todo lo demás importarlo, fracasó. Fracasó en sus propios términos. Esto no quiere decir que la producción primaria, la producción rural, que la fertilidad de nuestra tierra, que los adelantos tecnológicos, que esa fuente de riqueza sea mala. Quiere decir que dedicarse un país entero que se dedica sólo a eso, es un país que genera exclusión, mucha exclusión, y muchísima vulnerabilidad económica. No es buena idea.
Y esto se demuestra, y lo demuestra la historia, la parte de la historia que no están contando. ¿Por qué se termina la etapa del modelo exportador? Algunos dirán ‘ah bueno, porque llegó Perón, el peronismo y se le metieron’. No, de ninguna manera. El modelo agroexportador sucumbe por su propio peso, implota. ¿Qué es lo que pasa? A principios del siglo XX se inicia una etapa, que uno podría decir con Hobsbawm, una etapa de tragedias mundiales. Una es la Primera Guerra Mundial, otra es la Crisis del 30’. ¿Qué era la Primera Guerra Mundial? Una guerra por la hegemonía entre potencias. Entonces uno dice: ‘ah, bueno, pero decís que eso’. Mirá, cuando uno mira el mundo, que lo ve de nuevo en guerras, por disputas por la hegemonía, que prácticamente ahora ya queda un poco más precisado que es entre bloques económicos. Es decir, estamos en un mundo complicado.
¿Qué es lo que pasa con el modelo agroexportador? Vivíamos de exportar nuestra materia prima, básicamente alimentos, lo que incluyó carnes, pero después granos también, cuero, sin elaborar y después comprábamos productos manufacturados que venían básicamente de Inglaterra. ¿Por qué termina el agroexportador? Porque hay una discusión, un debate, porque ganan acá nuevas ideas, porque… No, porque con la Primera Guerra Mundial se interrumpe el comercio internacional, se interrumpe el comercio internacional y no podemos exportarle más a nadie por hechos absolutamente ajenos que tienen que ver con esto que digo de la fragilidad, de la vulnerabilidad de dedicarse a exportar, por decir así, una sola cosa, y prácticamente un sólo lugar.
Dejas de tener dominio, dejás de tener algún manejo y de poder administrar situaciones que son todas externas y exógenas. Es mala idea, es pésima idea. Nos vuelve un país más dependiente y además tremendamente vulnerable y con elementos importantes de exclusión. Nadie dice que no hay que exportar materia prima. Lo que estamos discutiendo con alguien que se le ocurre la peregrina idea de llevarnos al agroexportador de fines del siglo XIX, es que solamente podemos y tenemos que hacer eso. Ese es el problema. Porque en ese modelo, claramente, no hay universidad pública, gratuita y universal. No hace falta en ese modelo. No hace falta un país demasiado federal digamos. Era un país más unitario, más concentrado. Repito, no es un problema con el sector, no es un problema.
Lo que quiero decir que no es buena idea para nadie, en la vida hasta personal, familiar, que todo dependa de una sola cosa que no manejás. ¿Cuáles eran las crisis del agroexportador? Cuando bajaban los precios internacionales, sobre los que no había ningún manejo, ningún dominio, ninguna capacidad. Hace poquito, Walter, cayó el precio de la producción, por lo menos de granos de la Argentina, y ¿qué hacés? De pronto. Como fue también la sequía. Ya suficiente la vulnerabilidad que genera la globalización en términos financieros para que además dependas de la exportación de productos, cuyo precio a veces cae extraordinariamente, y entonces se te achica la capacidad económica.
Así que la diversificación productiva, no es algo que haya que discutir demasiado. Por eso creo que hay una novedad. Que alguien nos habla de que nos quiere llevar a un lugar donde fracasó. Y no porque vinimos otros y le dijimos ‘no está bueno’ o porque hubo un levantamiento de los excluidos, hubo bueno, huelgas de los alquileres, hubo discusiones también en estos gobiernos con respecto a los derechos laborales. Hubo un montón de cosas, los problemas de los inmigrantes, las leyes de expulsión de los inmigrantes. Hubo un montón de dificultades.
El centenario argentino dentro de esta época se hace bajo Estado de Sitio por los conflictos sociales que involucran a ese modelo. No les conviene ni a los productores agropecuarios ese modelo. ¿Cómo termina? Termina porque viene la guerra, aparecen los submarinos, si quieren un hecho tecnológico, y los barcos que mandaba Argentina, estaban bloqueadas las islas británicas, estaban bloqueadas y había submarinos alemanes. Primera Guerra eh, que hundían los barcos mercantes aunque eran neutrales de Argentina. Y había problema en el tránsito de los bienes, se interrumpe el comercio mundial, no tenemos a quién venderle.
Así que la industrialización en la Argentina, si bien tiene una etapa de florecimiento, de expansión, que nos convierte ahí sí en la principal potencia industrial latinoamericana con el peronismo, no nace con el peronismo, viene de antes, y surge del fracaso que nos quieren vender ahora. Porque vino la Primera Guerra, después vino la Crisis del 30’ y después vino la Segunda Guerra Mundial. Durante todo ese momento, incluso la famosa Junta Nacional de Granos, es creada por un gobierno tremendamente conservador para responder a la Crisis del 30’. Para comprar los granos desde el Estado y tratar de colocarlos, que no se pueden colocar en el mercado mundial que ya no existía, no por una guerra, por un conflicto bélico, sino por una crisis financiera.
Entonces, digo de nuevo, la producción agropecuaria, primaria, minera, petrolera, hay que fomentarla, hay que incentivarla. Pero dedicarnos sólo a eso, y acá cito a alguien que tenía esa idea hace algún tiempo y que forma parte de esta familia ideológica, que es Martínez de Hoz, que también decía, se acuerdan de la propaganda de la silla de la industria argentina, pero decía que había que ir a un modelo especializado exclusivamente en la producción de materia prima, y la palabra central es ‘exclusivamente’, no hacerlo, sino hacer sólo eso.
¿Y cuál era el problema que observaba? Sobran 10 millones de personas. Sobran 10 millones de personas. Y en ese momento éramos 25 millones de argentinos y, en ese momento, todavía no estaban los avances tecnológicos en punto a la agricultura, que también, en materia de trabajo, de mano de obra, han resultado expulsores.
Conclusión, modelo agroexportador, si en la época de Martínez de Hoz, sobraban 10 millones de personas, ahora debemos estar hablando de 20, 30 millones de personas que estarían de más en esa idea de país.
Por eso yo digo, por supuesto que fomentar la producción primaria, por supuesto que invertir, y eso es invertir en el INTA, invertir en el Conicet, invertir en la universidad. Eso es hacer obras de infraestructura, como hacemos acá, caminos rurales, ruta del cereal, eso es hacer universidades y centros universitarios en el interior de la provincia de Buenos Aires para los que conocen de ingeniería agraria, para los que conocen de administración, de esas explotaciones, sean también producto del interior de la provincia de Buenos Aires. O sea que más educación, más infraestructura.
Pero ese modelo de país para pocos, sin educación pública, sin educación gratuita, sin educación obligatoria, que está pasando en la práctica, que está pasando en la práctica. Porque desfinanciar es privatizar.
Hablan ellos de una…, no sé si lo escucharon, dolarización endógena. Yo parafraseando eso digo hay una privatización endógena también, que tiene que ver con las conductas, con las actitudes, con las acciones, resultado del desfinanciamiento del sistema público, que afecta a la educación, que afecta a la universidad. Si la universidad no financia, como está pasando hoy, los reactivos, los laboratorios, la bibliografía, los congresos, ¿qué hace un investigador? O se va o busca un financiamiento como si fuera prácticamente una pyme, que uno dice bueno, pero estás haciendo algo privado en medio de lo público, pero cómo se puede seguir adelante de los planes de investigación, con los proyectos, con los programas si desfinancian lo que tiene que ver con una estructura encaminada a mejorarlo.
Ahí tenemos, de nuevo, éxodo de científicos. Pero un proceso peor que se vivió también en los noventa que es que el que financia aunque sea una partecita de la investigación, se termina quedando con el contenido de la investigación.
Yo me acuerdo del FOMEC en los noventa. Alguno se acordará. El FOMEC en los noventa que era un programa del Banco Mundial que financiaba la investigación cuando la universidad estaba famélica. Entonces los investigadores trataban, aplicaban o intentaban conseguir un crédito externo para financiar la investigación.
Ahora sabemos que si la investigación se financia de afuera el contenido se dirige, se decide, yo me acuerdo que en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde estaba yo, uno de los programas más importantes que había era de investigación.
En las épocas de los noventa donde no había becas, no había subsidio, no había acompañamiento a los investigadores, no había posibilidad de publicar, de viajar, de conseguir elementos, y había un programa gigantesco de estudio sobre la industria automotriz en la Argentina, financiado por la Ford Foundation. Y bueno, ¿qué iba a decir de la industria automotriz un estudio financiado por la Ford Foundation? Entonces esos mecanismos de privatización encubierta, o endógena ahora para tomar el término, son las actitudes que empiezan a aparecer.
Un docente que labura, donde laburaba antes no le alcanza, entonces tiene que empezar a generarse ingresos por otro lado, lo cual termina deteriorando el nivel también, y la calidad, y las posibilidades que tiene nuestro sistema educativo. Y a eso yo también lo caracterizo de perverso de estos programas de la derecha neoliberal, que desfinancian. Eso genera efectos perjudiciales en la formación, en la calidad, en lo que uno quiera, en la infraestructura y después miran desde afuera, como turistas, y dicen ‘mirá qué mal está’, el sistema que ellos mismos desfinanciaron y contribuyeron a empeorar.
Es perverso porque son los efectos de sus políticas privatizadoras, neoliberales, de desfinanciamiento y de ajuste, lo que generan esas consecuencias. Y luego dicen ‘miren qué mal que está’, después de que las desfinanciaron ustedes. Por eso yo digo que tomemos conciencia de esto y defendamos la educación pública. Como estamos haciendo no nosotros, si no el sistema educativo de la provincia de Buenos Aires, los gremios, los maestros y maestras, los auxiliares, los trabajadores, las familias, los municipios, los barrios. Defendamos porque no sea cosa que después se vengan a quejar o a evaluar desde afuera lo que no quisieron nunca mejorar cuando les toca.
Así que, bueno, me queda demasiado, pero quería compartir algunas de estas ideas con ustedes, tendremos oportunidad después de hablar de algunas cuestiones más. Sé que se van a seguir discutiendo. Nuestro ministro, nuestro Ministerio, nuestra Dirección General, está trabajando no solo en lo que hemos hecho en materia de inversión edilicia, en formación, en expiación del sistema educativo, sino que le asignamos muchísima importancia. Le asignamos un interés pero central a lo que nosotros llamamos ‘la transformación del sistema educativo’. Que no es solo reconstruirlo, que no es solo mejorar en materia salarial, no es solo, como lo estamos haciendo, distribuir millones de libros, no es eso, o computadoras, no es eso. Es ir al tuétano, es ir al centro, al corazón del sistema educativo para mejorarlo en un sentido muy particular. Yo creo que es tiempo, lo dijo Alberto recién, es tiempo de plantearse una transformación general del sistema educativo de la provincia de Buenos Aires.
Por eso yo quiero agradecerles a todos y a todas porque sé que ha sido democrático y participativo, y a esta altura lo que podemos decir es que hemos cambiado en materia curricular todos los niveles educativos de la provincia de Buenos Aires.
Que estamos discutiendo el régimen en todo el sistema educativo bonaerense. Que estamos discutiendo la forma de enseñanza en todo el sistema educativo bonaerense. Que esas transformaciones, muchas más costosas pero mucho más profundas, en sus efectos duraderas, no revelan los efectos de manera inmediata, es decir, no responden a esta cuestión en tres días. Es un proceso, es un proceso, y, más precisamente, es una construcción.
Así que en el espíritu de la Ley 1420, en el espíritu de la educación pública, gratuita, de la educación obligatoria, común en toda la provincia de Buenos Aires. En ese espíritu, creo que nuestro rol, nuestro papel, nuestra función y nuestra misión es, queriendo, defendiendo a la educación pública, transformarla, mejorar su calidad, hacerla más eficaz, pero sobre todo que permita tener un país con más igualdad de oportunidades, que defienda su Patria, que defienda sus valores, y para eso lo más poderoso que tenemos es nuestro sistema educativo.
Eso es una transformación que hemos invitado, no a que se asuma por afuera, sino hacerla desde adentro, desde el propio sistema educativo. Así que más que transformación, la llamaría construcción. Estamos construyendo de nuevo el sistema educativo bonaerense. Muchísimas gracias.