Conmemoración de 20 años de “No al ALCA”
Muchas gracias a todos, a todas, a cada uno de los que habló, a los que habían hablado antes. Efectivamente, estuvieron participando Carli, Estela, y me iban informando. (gritos de aliento del público) Mucha presión, mucho compromiso, muchas gracias. No, pero, en primer lugar, agradecerle a toda la concurrencia también. Empiezo por donde corresponde, a los organismos de derechos humanos, a las Madres, a Irene, a las organizaciones sindicales, políticas. Y me van a tener que disculpar un poco porque tenía pensado hablar de la cuestión internacional, empezar, por lo menos, hablando de la cuestión internacional pero primero hablo de la importancia del encuentro, de estar acá, de estar en nuestro teatro Auditorium, de estar en la ciudad de Mar del Plata, para conmemorar lo que fue realmente uno de los hitos históricos, se va a recordar, probablemente, por mucho tiempo lo que ocurrió acá en esta ciudad, en el ‘No al ALCA’, con la presencia de presidentes, de líderes de Latinoamérica de la envergadura de los que lo hicieron.
Y me parece que teníamos una responsabilidad desde el Gobierno de la Provincia, por supuesto, desde cada una de las organizaciones, también uno como militante, de que cuando se cumplen 20 años de ese hecho histórico, demos nosotros una posibilidad de reunión, de discusión, de debate, de pensar lo que pasó, de recapitular, de analizarlo de nuevo. Ustedes vieron que con perspectiva histórica la lectura de los hechos se va modificando, todo el presente se va reescribiendo con el camino del tiempo. Pero teníamos, sobre todo, la absoluta responsabilidad, como fue hace unos días cuando conmemoramos los 80 años del 17 de octubre del ‘45, de darle la envergadura y la importancia que tiene para Latinoamérica y para la Argentina lo que ocurrió aquí, que fue una suerte de nueva declaración de la independencia de todos los países latinoamericanos.
También celebro que no fuera simplemente un acto, agradezco las palabras, agradezco la oportunidad de participar del cierre pero creo que lo más importante que ocurrió es que hubo dos días, dos jornadas de discusión, de reflexión, de trabajo colectivo. Nos las debemos, estuvimos en la UOCRA la otra vez. Estuve después yo, hace poco tiempo, en Naciones Unidas, junto con el presidente Lula, con el presidente Petro, con Yamandú, también con el Presidente de España, en unas jornadas hablando de la importancia de contraponerse, de, obviamente, resistir a esta nueva ultraderecha, este fachismo que reina y que ronda por toda América Latina, por toda Europa, por todo el planeta. Importantísimo, pero creo que lo más importante es dejar plantando hoy un mojón de camino al futuro.
Así que, importantísimo el trabajo, el agradecimiento a todos ustedes, a todas ustedes por haber llevado adelante la discusión y por haber puesto una agenda, y por haber puesto objetivos. Y porque también es importante para mí, y ya esto lo digo como una forma de hacer política, una modalidad de gobernar, es importante para mí que cuando hay reuniones de este tipo, cuando las organizaciones, cuando los diferentes sectores se reúnen a discutir, a pensar y salen con propuestas, y salen con proyectos, como decían recién, para quienes tenemos, tal vez, la responsabilidad de llevar adelante funciones de gobierno, que tenemos más visibilidad, tomar esas propuestas, tomar esos proyectos, también, como un mandato, como un programa y como un compromiso. Así que me llevo eso.
Ustedes dicen que hay que seguir construyendo, vamos a seguir construyendo la unidad latinoamericana, la lucha por la democracia, la resistencia, la ultraderecha, y lo haremos cada cual desde el lugar que le corresponde y en la escala que tenemos que hacerlo, que no es sólo nacional.
Luego, algunos comentarios y algunas reflexiones sobre lo que fue el ‘No al ALCA’. Seguramente se ha hablado mucho, pero quiero sacar alguna enseñanza, quiero sacar, con perspectiva de 20 años, alguna enseñanza. La primera tiene que ver con que lo que ocurrió en 2005 en Mar del Plata fue resultado de una serie de movimientos, una serie de transformaciones que estaban ocurriendo en el mundo y que tenían también su propia historia. No fue simplemente un grupo de presidentes, lo fue, por supuesto, pero no fue solamente un grupo de presidentes. Eso me parece fundamental. A veces, cuando se logran determinadas victorias y cuando se avanza sobre el adversario, sobre el enemigo, se lo tienden a señalar a quien tiene la voz cantante y el micrófono. Pero no hubiera ocurrido aquí la Cumbre de los Pueblos, no hubiera ocurrido el ‘No al ALCA’, si no era en representación y como resultado de luchas que se estaban llevando adelante en Latinoamérica hace mucho tiempo. El que derrotó al ALCA fue el pueblo latinoamericano.
Luego también, decir que se cumplen 20 años de esa fecha histórica, pero que en realidad el ALCA era un proyecto que venía de antes. Y creo importante, por lo menos hacerlo brevemente, reflexionar un poco sobre procesos históricos más grandes, porque siempre ocurre que uno expresa, y prisionero de las percepciones, del presente, de un encuentro electoral, de unas elecciones en particular, o de un proceso que está ocurriendo o del diario del día. Pero siempre, al mismo tiempo, participa de una corriente histórica que está siguiendo un curso, y que hay que saber leerla, entenderla e interpretarla para comprender realmente hacia dónde va la historia, o por lo menos tener un mapa. Y hacia dónde la queremos llevar, o hacia dónde la queremos dirigir.
Esto es importante porque el proyecto del ALCA se inicia, se debe haber hablado bastante de eso, pero se inicia 10 años antes, en el ‘94. Es decir, que en realidad se cumplen 30 años desde el inicio del ALCA hasta el final del ALCA. Y me parece que es importante verlo, porque cuando se diseña la arquitectura, la ingeniería de un tratado de libre comercio liderado por Estados Unidos, pero que abarque a todos los países latinoamericanos, se lo hace en medio de una situación, de una coyuntura, de un momento de la historia mundial muy particular. Estamos hablando del año ‘94, había ocurrido hace poco tiempo la caída del muro, y la caída del muro tuvo como resultado, tuvo como producto, la instalación de la idea del fin de la historia, del fin de la ideología, del fin de las ideologías, del fin del trabajo también. Yo el otro día recordaba, creo que era un libro de Rifkin, algo así, que decía ‘se acabó el trabajo’. Todavía no había inteligencia artificial, la robotización que tenemos hoy, y ya habían decretado que el trabajador, que el trabajo humano estaba perimido y que, entonces, había que modificar toda la normativa. Fíjense, fue un momento, ahí cuando termina la experiencia de la Unión Soviética, cuando termina la experiencia de la Guerra Fría, cuando implota el régimen soviético, en donde se decreta además, fin de la historia, fin de las ideologías, fin del trabajo, que querría decir fin de la explotación también, ¿no?
Un capitalismo distinto, sin trabajadores, o con modalidades distintas de trabajo que no requerían las respuestas que se había dado históricamente, particularmente a través de los sindicatos, de la organización de los trabajadores. Si se decreta todo esto junto, que en realidad son eufemismos, formas de hablar, formas de dirigirse a una situación que en realidad lo que pretendía instaurar era un mundo unipolar, un imperio. Un imperio que, luego de que terminara la Guerra Fría y la disputa entre los países del bloque socialista, del lado socialista y del lado norteamericano, Occidente, del lado capitalista, había ganado Occidente, había ganado Estados Unidos.
Lo que se estaba diciendo era que había un triunfo del capitalismo en general, bajo la forma norteamericana, bajo el predominio norteamericano, bajo la expansión norteamericana, bajo las reglas norteamericanas. Y se decretó eso y se lo llamó el fin de la historia, y se pensaba que se iban a acabar las guerras, que se iban a acabar los conflictos porque todo se había atribuido antes a la situación de posguerra, particularmente, entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
Entonces, fíjense que el ALCA era una pieza clave en esa compresión y en ese proyecto. Lo que se quería hacer era ya no repartirse el mundo entre dos potencias sino repartirse el mundo en favor de una potencia. Y para nuestro continente había un programa de subordinación, había un programa de dominación, había un programa de dependencia consagrada institucionalmente.
Y el ALCA era eso, el ALCA fíjense que se lo presenta como una forma de libre comercio, como un tratado general de libre comercio, de quitar barreras arancelarias. Fíjense, y por eso quiero recuperar ese clima histórico que dio lugar a que Clinton, eh, de otra fuerza política digamos, que el que después termina aquí en Mar del Plata, Bush, pero se plantea una agenda de dominación donde las reglas del juego iban a ser puestas por Estados Unidos y ese libre comercio iba a convertir a toda América Latina en una parte, en un componente del mercado norteamericano, con una división del trabajo muy específica donde a Argentina y a los países de la región les iba a tocar la primarización, la provisión de materias primas, pero en un marco y en un cuadro de libre comercio y de mercado único, bajo la regla de Estados Unidos, básicamente repetir el modelo del imperio británico y de la zona de influencia del imperio británico que primó hasta la Primera Guerra Mundial, Crisis del ‘30 y la Segunda. Se quería reconstruir un commonwealth, una suerte de unión aduanera, unión, seguramente luego monetaria, pero bajo el dominio norteamericano. ¿Cuál era el discurso que aparecía? Que había que nivelar el campo de juego. Se habla hoy acá en Argentina, de nuevo, de nivelar el campo de juego. Nivelar el campo de juego era abrir las barreras de protección, igualar la forma jurídica, las formas legales, desarticular las formas de protección del trabajo propias de nuestros países. Eso era, era desarticular los derechos, derecho a la salud, a la educación, derechos laborales, para incluirlos dentro de un campo de conveniencia, particularmente de la potencia que se planteaba como única potencia hegemónica, que era Estados Unidos.
El ALCA era la consagración, el ALCA era la institucionalización de la dominación norteamericana, que se esperaba que fuera de mutuo acuerdo y de acompañamientos de los países como el nuestro.
Entonces, fíjense, se hablaba de nivelar la cancha y en realidad no era nivelar la cancha, era inclinarla para el lado de las grandes transnacionales, de las corporaciones y dejar a los países, a los trabajadores, a los pueblos en total indefensión. Pero como había otros países donde eso ya ocurría había que hacerlo en todo el continente.
Después se hablaba de la previsibilidad, ese era el discurso del ALCA allá por el ‘94, para que las inversiones, la protección de las inversiones. Bueno, uno conoce lo que fueron las inversiones en los ferrocarriles en Argentina en la época del imperio británico, que lo que era la previsibilidad y la seguridad jurídica era la garantía de rentabilidad para el inversor extranjero, solventada por el Estado nacional que actuaba como una suerte de defensor y protector de los intereses de aquellas empresas y de su ganancia.
Entonces, el proyecto, a partir de la caída del muro en adelante es muy fuerte y viene acompañado de un paquete de medidas económicas, de un recetario que había que aplicar, y es todo el mismo paquete: el fin de la historia, el fin de las ideologías, el fin del trabajo, el ALCA, el acuerdo y el Consenso de Washington.
El Consenso de Washington era una suerte de recetario, una suerte de biblia con diez mandamientos que había que aplicar en todos los países de América Latina para alcanzar de esa manera el desarrollo. Y venía acompañado, también, con esta idea de unión aduanera, de libre comercio que era el ALCA, entonces era, funcionaba por diferentes andariveles y a cada país de la región, se le imponía como programa el recetario de las privatizaciones, de la flexibilización laboral, el recetario de la apertura importadora. Bueno, el Consenso de Washington. Había que aplicar el Consenso de Washington, y quien lo aplicara estaba, después de la caída del muro, después en aquel momento también del fin de otro sistema posible, no había ningún otro sistema, el capitalismo a la norteamericana había triunfado y los países tenían que subordinarse a eso y aplicarlo. Lo interesante del proceso del ALCA, de la historia del ALCA, es que se larga en el ‘94 y se pone ya fecha, en el 2005, venían a consagrarlo, a terminarlo, a firmarlo. Y todo el tiempo, en el medio, era una permanente presión para ir aplicando las políticas de Washington y también ir buscando, luego, la consagración del plan comercial y del plan de integración con el gobierno norteamericano. Eso no fue un trabajo metódico, sistemático, fue un plan que tenía elementos ideológicos, elementos discursivos, que tenía políticas económicas nacionales y que tenía acuerdos internacionales. Estaban diseñando un mundo distinto desde Estados Unidos, después de la caída del muro, al que nos querían hacer entrar de manera subordinada.
Es, me parece que fue una enorme enseñanza, porque en el momento, en 2005 cuando llega la hora de la verdad y cuando hay que ponerle la lápida a las independencias nacionales, ponerle un final a todo proceso de desarrollo, incluso a la propia unidad latinoamericana, cuando ese era el objetivo, viene el Presidente norteamericano acá y sigue actuando como si no hubiera pasado nada. Porque lo cierto es que muchos países, empezando por Argentina, habían aplicado la receta del Consenso de Washington y habían hecho sus privatizaciones y habían hecho su apertura importadora, y habían llevado adelante la privación de derecho, y habían atacado el sistema público, y habían desarticulado los procesos industriales autónomos. Eso había ocurrido, no es que no había ocurrido, había ocurrido en todo el continente con diferentes modalidades. En Argentina con el plan de convertibilidad, pero en cada uno de los países hubo experiencias. Me acordaba, viniendo para acá, lo que fue en Ecuador el estallido en aquel momento.
Pero fíjense el anacronismo y cómo a veces ese plan que tienen desde los sectores de poder, que tienen esa particularidad y yo creo que hay reconocerse a la derecha internacional, a la derecha en general, tienen sus think tank, sus organismos de pensamiento, tiene sus ideas, tiene su discurso, tiene sus comunicadores, tiene sus medios de comunicación, tiene sus planes, se los trazan y van avanzando en esa dirección.
A veces uno dice, cuando observa lo poderosos son esos intereses, lo duro que es dar la batalla, lo difícil que es resistir a estas políticas, ve enfrente que hay una maquinaria inmensa, articulada, aceitada, que trabaja y que avanza. Lo vemos hoy en la Argentina porque Milei se dedica más, probablemente a invertir en esa suerte de internacional de la ultraderecha, a veces más que a lo que se dedica a gobernar la Argentina, a formar parte de ese club de la ultraderecha. Y ellos tienen un plan, y ellos tienen un proyecto, y ellos tienen objetivos y los van llevando adelante.
Lo del ALCA muestra un período en donde eso fue así, donde habían trazado un cronograma a 10 años, que iban a terminar firmando y necesitaban firmar para consagrar y para llevarlo adelante. Yo creo que la principal enseñanza, por lo que escucho, y la principal conclusión a la que se ha arribado hoy acá, en estas jornadas, después de dos días de trabajo, es que nosotros no nos podemos dar el lujo, en representación de nuestro pueblo de no tener también un proyecto, un plan, trazarnos objetivos, una agenda, articularla, comunicarla, ordenarnos e ir todos juntos y unidos en una sola dirección.
Por eso, lo interesante es ver que el fracaso del ALCA, que se plasmó en esta ciudad. Leía el Diario La Capital, diciendo que lo que ocurrió acá en Mar del Plata, fue el hecho internacional histórico más importante de la historia de la ciudad, con la presencia de todos los presidentes, del Presidente norteamericano, teníamos no sé si teníamos un portaaviones acá enfrente, ahora está en el Caribe. Bien.
Hay cosas que no cambian, porque tienen la diplomacia, tienen el discurso, tienen las finanzas, pero tienen los portaaviones también. Entonces, yo creo que lo interesante de lo que ocurrió en Mar del Plata es que en realidad, el fracaso del ALCA se venía desplegando a través de fracasos, de problemas, de dificultades y crisis sucesivas. Fíjense que llegan acá a firmar el ALCA, que era lo que venía a darle forma y darle institucionalidad a lo que habían lanzado como Consenso de Washington y como plan para toda Latinoamérica, pero en el medio había pasado la crisis en Rusia, la crisis en Brasil, la Crisis del Tequila. Había estallado el programa de convertibilidad aquí en Argentina, había estallado en Ecuador. Era un desastre lo que estaba pasando también en Brasil.
Es decir, ya habían fracasado. Cuando vienen acá a consagrar su recetario y su éxito, los pueblos de Latinoamérica ya sabían que ese programa y ese camino habían fracasado y se lo hicieron ver al Presidente de los Estados Unidos.
Por eso, a mí me parece que es tan importante el hito de la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata. Porque, por un lado, le vino a poner final y terminación a ese proyecto de dominación regional y de subordinación de cada uno de los países, de pérdida de su autonomía, de pérdida de sus instrumentos de política económica porque se iban a perder instrumentos comerciales, se iban a perder instrumentos financieros, instrumentos monetarios.
Era muy ambicioso lo que se planteaba con el ALCA y era la fase superior del Consenso de Washington. Cuando vienen acá a hacerlo, el Consenso de Washington ya había estallado por los aires. Acá habíamos tenido la crisis de 2001 que fue la crisis de la convertibilidad, pero fue la crisis del neoliberalismo, de esta receta, fue la crisis de las privatizaciones, fue la crisis de la apertura importadora, fue la crisis de la desindustrialización, fue la crisis de la flexibilización laboral. Fue la crisis, porque en Argentina, y llamo la atención sobre las discusiones y la agenda anacrónica y espantosa que quiere llevar adelante después de las elecciones el gobierno de Milei.
Acá en la Argentina ya probamos las privatizaciones y vaciaron y quebraron las empresas nacionales; ya probamos la flexibilización laboral y no se creó un solo puesto de trabajo; ya probamos la apertura importadora y destruyeron la industria argentina. Ya probamos la subordinación a las políticas de Estados Unidos y terminó en una catástrofe y en un desastre. Es vino viejo en vasijas nuevas. Es la misma política que se trata de vender como austríaca, liberal, libertaria, pero es nada más que una política de entrega nacional y es una política que va en contra de los intereses de las mayorías, del pueblo y también, porque hay que decirlo bien, incluso de los empresarios que producen y que viven en la Argentina. Los demás, no son empresarios nacionales. Así que, lo que propone Milei ya se vivió, ya fracasó.
Por eso, dicho en lenguaje más sencillo, nos querían poner la cerca y poner el cartel de patio trasero de Estados Unidos, que es como lo conocen ellos. Latinoamérica iba a ser un instrumento, una parte, un componente, de un sistema que se gobierna desde otro lado, y para los intereses que son ajenos a los nuestros.
Yo creo que el ALCA lo que demostró es que Argentina y los países latinoamericanos no son patio de nadie y, menos todavía, el trasero de nadie.
Yo creo que otro elemento importante de la Cumbre que se llevó a cabo hace 20 años en esta misma ciudad, es que no sólo era una cumbre de rechazo, no era sólo una cumbre de rechazo. Y creo que eso es lo más emocionante que se puede recordar de aquel momento. Se rechazaba, se enterraba una idea, una intención, un proyecto para nuestros países pero, al mismo tiempo, nacía o se consolidaba otra perspectiva distinta, un proyecto distinto.
Fue en aquel momento la foto entre los presidentes lo que permitió ver una hermandad, lo que permitió ver una cofradía, lo que permitió ver un proyecto común que luego sería alimentado también en otros países, en Ecuador, en Bolivia, luego sería también con Lugo en Paraguay. Luego iba a terminar creciendo y consolidándose. Y poniendo de nuevo algo que también quiero recordar, que en aquel momento, porque yo militaba ya desde el ‘83, el tema, la cuestión, el objetivo, el propósito de una unidad latinoamericana era algo que se había olvidado, que se había convertido en canciones de fogón ¿no? Pero no parecía que fuera un proyecto realizable, un proyecto real, la unidad latinoamericana, la integración latinoamericana.
Y me parece que en ese momento termina la idea de ‘patio trasero’ y nace otra idea, que es la de ‘casa común’, Latinoamérica como una casa común, ¿no? Entonces, creo que en ese sentido lo que se conmemora del ALCA no es solo lo que murió, sino también lo que nació. Y creo que hoy estamos acá para dejar en claro que eso que nació, por más dificultades, por más peripecias, por más victorias o derrotas, eso que nació en Mar del Plata, o que tomó una forma tan tangible y tan visible en Mar del Plata está más vivo que nunca.
Y, también, me permito, porque han pasado 20 años, decía que lo del ALCA fue un intento de consagrar un proyecto que llevaba 10 años de construcción, de elaboración por parte de Estados Unidos, 10 años de negociaciones, había tenido… Es decir, llegó hasta ese lugar. Ahora estamos, 20 años después de aquello que pasó, en un mundo totalmente distinto. Yo creo que a nadie se le ocurriría ni por un segundo, porque sería prácticamente de mal gusto ¿no?, hablar del fin de la historia en los tiempos de hoy.
La historia está desarrollándose, desplegándose, con un dinamismo y una velocidad que es realmente impactante. Impactante porque estamos presenciando, obviamente como historia del presente, pero estamos presenciando una etapa de transición, de reacomodamiento a nivel mundial, del comercio mundial, de la geopolítica, de los alineamientos, de la cuestión monetaria, financiera, de los organismos multilaterales. Un reordenamiento también, incluso, de la matriz productiva, incluso de las técnicas y tecnologías productivas. Estamos en un momento de absoluta efervescencia a nivel mundial, de transición, hay algo que se está terminando, que parece estar claramente vinculado a la reaparición de otro polo a nivel internacional. Yo hablaba del fin de la historia, del fin de las ideologías, el Consenso de Washington y el ALCA como producto de la época que siguió a la caída del muro, y el intento de terminar de consolidar un mundo unipolar con una hegemonía absoluta de Estados Unidos, como quien dictaba la historia para todos los pueblos.
Y fíjense que hoy estamos en una situación totalmente distinta, no me voy a dedicar a describirla, simplemente dejar en claro que lo que se predicaba como política sana, positiva, buenas para los países del tercer mundo, para los países subdesarrollados, periféricos, dependientes, como los llamemos, para nuestros países, ese Consenso de Washington hoy está en las antípodas, en las antípodas del discurso y de las políticas que lleva adelante el propio Gobierno norteamericano. Quienes eran los paladines del libre comercio hoy están en una fase proteccionista. Quienes decían ‘se acabó la proliferación de armamentos nucleares’, etcétera, hoy están volviendo a una suerte de paz armada, para Europa, dedicando presupuestos, vuelven los ensayos nucleares, estamos en un mundo absolutamente distinto. Absolutamente distinto. Y me parece que ese mundo, por supuesto que es amenazante, por supuesto que es complejo, pero también es contradictorio. Recién decían, tal vez hablando de Argentina, porque nosotros acá en Argentina nos encontramos con que gobierna Trump y tenemos un presidente que ha decidido subordinar los intereses de nuestro país a los dictados de Norteamérica. Pero, la verdad, que si uno mira el continente entero no hay tanto lugar para el pesimismo. Estamos en un momento donde los gobiernos de Chile, y estuve con ellos hace poco, de Chile, de Uruguay, de Colombia, hasta de México, que en aquel entonces no participaba, bueno, están mirando, están teniendo una idea de desarrollo, una idea de una Latinoamérica que coordine. Estamos ante un momento donde lo discordante es la Argentina, por eso yo recojo el guante y digo, en el 2027 vamos a sumar a Argentina a ese proceso.
¿Pero por qué lo digo? Lo digo porque ahora parte de las reivindicaciones y parte de las prioridades que siempre tuvimos los movimientos populares de nuestro continente, que es generar trabajo de calidad. Hasta fortalecer los sindicatos, yo veía cuando Trump presentaba el plan, lo llamó el ‘Día de la Liberación’, algo así, presentaba el plan de aranceles para cada uno de los países. Esta herramienta que él la considera una herramienta de castigo, una herramienta casi bélica, la política arancelaria norteamericana. Pero lo presentaba en conjunto con los sindicatos norteamericanos. Por primera vez en mucho tiempo, por lo menos desde lo que observo yo, aparecieron como una figura importante los sindicatos norteamericanos. No quiero decir que esto, ni lo sé, ni lo conozco es detalles, sí me llamó la atención en aquel momento, porque había una política fuertemente antisindical, vinculada al Consenso de Washington, fuertemente contraria a los derechos.
Si ahora las políticas nacionales, las políticas que vuelven a ser nacionalistas, plantean también el bienestar de los trabajadores, de las condiciones laborales, estamos en otra época, corren otros vientos. Y es importante observarlo también porque acá en Argentina lo que nos están planteando, yo dije ‘ya fracasó’, pero además es tremendamente anacrónico. Nos plantean aplicar políticas que ya están por fuera de lo que se está planteando desde las principales potencias a nivel mundial. Nos están presentando un programa de subordinación tan fuerte que incluso no está dentro del temario y el recetario y el menú de la política económica internacional. Apertura total, sin defensa de la fuente de trabajo nacional, sin defensa de la industria nacional, sin defensa. Miren lo que está haciendo el Gobierno norteamericano con la ciencia y la tecnología para contener y mantener sus capacidades de desarrollo tecnológico en una guerra abierta, y acá nos dicen que la salida es terminar con el CONICET, con el INTA, el INTI y desfinanciar las universidades.
Yo creo que estamos en un momento, como digo, de transición, complejo y contradictorio. Ahora, hay una certeza que saco como conclusión también a 20 años del ALCA, hay una certeza que tal vez antes aparecía como una posibilidad, como una alternativa, pero creo que hoy se va volviendo cada vez más una condición, una condición. Nosotros de cara al 2027 tenemos que plantearle a la Argentina una alternativa, estamos obligados a elaborar, a trabajar y a transmitir una alternativa política, una alternativa de desarrollo para la Argentina. Ahora, hay una certeza y está bien decirlo a 20 años del ALCA y decirlo en Mar del Plata, no hay posibilidad para el desarrollo de nuestro país ni de ningún país latinoamericano si no es en el marco de la unidad y la integración continental. No hay posibilidad. Y creo que es una enseñanza de este proceso y que es una acumulación que tenemos.
Por eso, y para terminar, yo quiero agradecerles a todos los compañeros y compañeras que viene de otros países, que viene a acompañar este encuentro, quiero decirles que esa unidad, esa integración tiene muchos elementos y se puede hacer a través de diseños, de programas, de acuerdos, de tratados entre los países y entre los gobiernos. Pero que esa unidad y esa integración si de algo adolece en la etapa anterior, de la ‘década ganada’, es que no tuvo un grado de organización, un grado de trabajo, un grado de articulación a nivel de las organizaciones populares, de los partidos políticos, de los sindicatos
Yo creo que si algo tenemos que aprender de la experiencia y de estos 20 años es que la unidad latinoamericana, y como siempre ocurre con los procesos de unidad, vienen desde trabajando, con las mujeres como protagonistas, con un grado de integración que sea consecuencia y no punto de partida, y que se convierta en plan de gobierno y en política de gobierno porque hay una fuerza popular latinoamericana que lo reclama, que lo exige de abajo hacia arriba, que hay que gestarlas en las bases, en la gente, en los laburantes, en los estudiantes, en los militantes, con los pueblos, acompañando, escuchando, articulando, puja. Muchísimas gracias.