Homenaje a Eduardo Basualdo en FLACSO
Buenas tardes, a los que son alumnos: se terminó la clase. Esta es la fase más de homenaje que de clase y presentación de trabajos. La verdad que primero en honor a que el tiempo es limitado, voy a dejar de lado varias palabras importantes e introductorias con respecto a lo que significó la pérdida de Eduardo, me voy a dedicar para más o menos cumplir con el tiempo, hablar de unos puntos sobre los que quería compartir.
Esta sala llena es expresiva de lo que significó Eduardo. Si los anteojos me ayudaran tendría más precisión, imagino un montón de caras de amigos y compañeros, lo que pensé decir primero… por eso digo que no es clase. Por eso quería compartir algunas cuestiones con ustedes, de mi vínculo con Eduardo, por el interés que puede tener, como me parece que expresa un poco lo que nos pasó a varios, quiero contar que Eduardo para quienes estudiábamos Economía en la UBA, acá a pocas cuadras, durante la década de los 90. Eduardo no era profesor de la facultad, por motivos que desconozco, nunca lo hablé con él, si fue una decisión. Presupongo una minuciosa exclusión en la facultad Cs. Económicas, y Eduardo era, perdón eh, una criatura mítica, mitológica para nosotros. Porque ahí en la facultad había, y hay creo, una dramática escasez de pensamiento crítico en los programas de estudio. El economista de entonces, y lo que he visto de la gran mayoría, con excepciones de algunas facultades de economía del conurbano que han tenido algún cambio, pero a nivel de Argentina y región y mundo, las carreras de Economía son una expresión de la ortodoxia de la época que viene siendo básicamente el pensamiento único, una sola escuela de pensamiento, sobre todo desde la década de los ´90 y el Consenso de Washington.
Ahora estoy un poco alejado por motivos imaginables, de los claustros. Creo que no me equivoco si digo que la cosa está igual o peor. Es decir, se forman los economistas con una estructura teórica conceptual, de carrera que es básicamente abreva de la ortodoxia económica, de la escuela neoliberal para los que no son economistas, neoclásica, marginalista para los que lo somos. Es decir, que a los economistas les ponen un casete y ese casete es tremendamente liberal.
Yo lo conozco a Eduardo en el marco de una rebelión que se estaba llevando adelante en la carrera de Economía de la UBA, contra una reforma del plan de estudios que pretendía hacerla todavía más limitada, todavía ortodoxa, menos crítica y menos pluralista. Creo que hace poco se produjo otro episodio de achicamiento de la carrera, reducción de contenido, amoldamiento a una sola escuela de pensamiento.
Digo que era una criatura mítica porque no estaba en la facultad y, sin embargo, generaba un influjo sobre estudiantes, graduados, algunos docentes jóvenes que era realmente revitalizador. Voy a explicar por qué, porque hace a lo que se estuvo hablando. Obviamente, cuando digo que la enseñanza de la economía en realidad es una reproducción ideológica de una sola escuela de pensamiento, la dominante, ortodoxa y la que hace juego con los intereses de los grupos de poder, lo que quiero decir es que la apertura hacia otra mirada de la economía puede tener diferentes enfoques, diferentes aristas.
Una primera que es por donde empezamos quienes estábamos entonces discutiendo los planes de estudio era que se enseñaran otras teorías económicas. Decíamos, se enseña una sola escuela y esa escuela, no solo estábamos disconformes ideológicamente, sino que pensábamos que era una ideología, no una teoría, no era ciencia, era pura ideología. Ideología en favor del poder dominante. Decíamos, hay que enseñar otras escuelas de pensamiento económico, ahí desde una mirada de la historia universal de la historia económica decíamos: acá falta la escuela clásica, la escuela marxista, estructuralista, faltan voces. Nuestro caballito de batalla era, ante el pensamiento único, era una mirada pluralista. Cuando estábamos discutiendo esto, aún con modestos pero relevantes logros, que incluyó para muchos de mi generación básicamente empezar a dar las materias, aún con los viejos nombres, poder dictar las materias del programa, lo que significaba una pequeña picardía o estafa. Bajo el nombre de materias como microeconomía, que presuponía un manual neoclásico hecho en los países centrales, bajo ese mismo nombre dar otras cosas distintas, no omitirla porque había contenidos mínimos pero dar otras cosas distintas. La mirada de Eduardo y del área de economía y tecnología de FLACSO lo que proponía es esto que decía Pablo recién, es una escuela de pensamiento distinta, no solo latinoamericana como puede ser la de Prebisch, la estructuralista, la escuela de la dependencia, Cardoso y Falleto, sino tomar una escuela de pensamiento económico que abordara las cuestiones y problemáticas contemporánea de la economía nacional.
Prácticamente diría que era lo que necesitábamos hacer: no estudiar otras escuelas sino tener herramientas e instrumentos para abordar las problemáticas del presente, forjadas en el país y latinoamérica. Eduardo era una fuente de eso que necesitábamos. Dentro de las divisiones y separaciones, hoy se llamarían las internas, las internas de aquel momento en la facultad, había diferentes grupos, afinidades, yo no pertenecía al que era cercano a Eduardo, a Flacso. Y ahí Eduardo dio un paso, que para mí fue muy generoso, que fue empezar a convocar, más allá de las discusiones que teníamos entre los protagonistas más jóvenes, a otros sectores para poder charlar de estas cuestiones. Así que finalmente, las teorías, los modos metodológicos de análisis, los estudios que preparaba Eduardo, fueron penetrando de manera indirecta, y casi a través del contrabando, el tráfico, fueron penetrando en la formación de los economistas, con un trabajo y esfuerzo militante.
No es que los planes de estudio pusieron entre sus contenidos los grupos económicos o el nuevo poder económico, o la revancha oligárquica, ni la concentración económica, ni Gramsci mirado desde una perspectiva del pensamiento económico y los intelectuales orgánicos, ni la valorización financiera. Logramos traficar e introducir una escuela de pensamiento genuinamente argentina, totalmente contemporánea y muy disruptiva desde un punto de vista fundamental para entender que el pensamiento económico, las teorías económicas, no flotan en el aire y no son simplemente teoría pura, evidentemente tienen una raigambre material, un posicionamiento ideológico pero sobre todo representan determinados intereses, me parece que eso es lo más importante.
El día que un economista descubre que la teoría no es solo verdadero o falso porque se puede medir, hacer tests, hacer econometría, y ver si representa o no, explica o no, predice o no, sino que las diferentes escuelas de pensamiento económico y las diferentes teorías de pensamiento económicas son representaciones de intereses de sectores.
Entonces, ahí lo que faltaba, y me elevo un poco más, coincido Pablo, me parece que es una escuela de pensamiento, no me estoy ateniendo a ninguna de las definiciones formales, sí quiero decir que aún si uno pudiera decir que para hacer una escuela de pensamiento le falta tal cosa u otra y ponerse riguroso desde el punto de vista definicional, lo cierto es que es la única prácticamente, que es la única que tenemos que representa al campo popular, que lo hace desde los tuétanos de la historia y desde las tradiciones de lucha de la Argentina, que tiene un poder descriptivo y explicativo de fenómenos que las otras teorías no tienen y que son relevantes para la lucha de clases y el conflicto político.
Es decir que aún si uno pudiera agregarle elementos, lo que creo es que es prácticamente la única que tenemos y que viene a llenar un vacío que incluso si uno toma la última racha importante de gobiernos que representan los intereses del campo popular, la década ganada latinoamericana que tiene su episodio argentino con Néstor y Cristina, pero tiene a Lula, a Chaves, a Evo, a Pepe tiene a cada uno con sus matices, pero cuando se fue forjando ese modo de gobernar y esas políticas, cuando se obtuvieron esos resultados, creo que finalmente eso es lo más importante, cuando se mejoró la distribución del ingreso, cuando se reguló a los grupos económicos de alguna manera, cuando se discutió con los fondos buitres y el capital financiero internacional, cuando se hizo todo eso, se hizo un poco de manera empírica y práctica, no tuvo un correlato teórico suficientemente profundo, no tuvo su teoría.
Y cuando uno empieza a conocer, incluso en primera persona, otras experiencias de otros países y te empiezan a enumerar las políticas que aplicaron en el post neoliberalismo, porque algunos dicen los gobiernos populares, otros dicen los gobiernos progresistas, otros dicen los gobiernos de izquierda, hasta la terminología es sometida a diferentes tradiciones nacionales, socialismo del siglo XXI, hay varios nombres. Pero cuando uno mira en concreto la batería, el conjunto de políticas aplicadas en los diferentes países respecto a la obra pública, la redistribución del ingreso, la regulación del sector financiero, de los grupos económicos, al vínculo con EEUU expresado en el “no al ALCA “de manera colectiva, pero cuando uno empieza a mirar las políticas fueron muy parecidas, es notable, fueron muy parecidas. Pareciera que nadie inventó nada y decís bueno, acá en Argentina aplicamos el Procrear, el Progresar, el Ahora 12 y uno empieza a tirar recuperamos YPF, recuperamos Aerolíneas, damos toda la lista y uno va a cualquiera de los países y siempre tomaron decisiones y aplicaron políticas similares.
Se hizo, con matices, aproximadamente lo mismo en el post neoliberalismo después de las grandes crisis neoliberales, que acá fue la del 2001 pero tuvo Ecuador la suya, Brasil la suya. Cada uno tuvo su crisis y cada uno tuvo su gobierno de signo post neoliberal. Se aplicaron las mismas políticas pero no había manual y prácticamente, digo no un manual práctico y fáctico de qué políticas hay que aplicar y cómo se hace, no había un marco conceptual. No hubo un marco conceptual.
Y como de alguna manera la caída del neoliberalismo, su derrumbe, y la edificación de experiencias del campo nacional popular y al mismo tiempo latinoamericanistas ocurrió de manera simultánea y vertiginosa, tampoco hubo tiempo ni siquiera de discutirlo, de analizarlo, de forjarlo y de formularlo. Entonces yo creo que fue una de las grandes falencias, evidentemente esto tiene carácter de autocrítica, porque por lo menos desde el terreno económico, los que teníamos la responsabilidad, a mí me tocó ser ministro de Economía, varias cosas más, pero la responsabilidad era construir al mismo tiempo un corpus teórico, analítico más unificado, de nuevo una escuela de pensamiento que pueda explicar lo que se hizo, por qué se hizo y que dé señales de cómo continuarlo en diferentes circunstancias que van a ser distintas pero que inexorablemente van a llegar.
Ahí me parece que hay un aporte inmenso de Eduardo, además que está construido con una obstinación decía, con una obsesión. Pero con una tenacidad a prueba de todo, porque la verdad que los ciclos de la lucha de clases, los ciclos de la política van y vienen pero en el caso de la academia, el CONICET y todo eso, son de una fragilidad y de una volatilidad inmensa. Así que hay que ponerle ganas para ir construyendo.
Me tocó entonces aproximarme así al pensamiento de Eduardo, al de Enrique que está por acá, bueno al de los compañeros que los conocí a todos en aquel momento y debo decir que otra gran obsesión de Eduardo, que a mí me la contó antes porque además me invitó a formar parte como docente de la maestría, lo digo también en primera persona simplemente para decir que él sentía la necesidad de varias cosas: sentía la necesidad de tener una acción política integral, ¿cómo se puede tener una acción política integral desde este lugar con tanta exigencia desde el plano intelectual? Porque uno cuando está en la función, en la trinchera, casi no tiene tiempo ni de leer, ni de escribir, ni de reflexionar, ni de discutir. Eduardo pensaba que había que construir teoría, cuando digo teoría digo también cuestiones metodológicas, prácticas, era muy riguroso. Realmente nos avergonzaba a todos cuando llevábamos un resultado y decía ´acá hay que ir más profundo´, bueno una cosa enciclopédica también.
Pero bueno, esa tarea, la tarea intelectual, Eduardo pensaba que no podía limitarse simplemente a producir teoría. Entonces cuando por lo menos a mí me cuenta lo de la maestría me dice que también hay que hacer un espacio para difundirla, para enseñarla. También creía que enseñar era producir teoría, pero al mismo tiempo después me invitó y no me acuerdo dónde fue la primera reunión pero estuve en esa primera reunión para formar el CIFRA, ya no recuerdo en qué oscura jabonería Vieytes nos reunimos a hacer ese proyecto junto con Hugo y con la CTA.
Pero fíjense todas las áreas de influencia, de acción: la producción intelectual, la producción teórica, científica, al mismo tiempo la formación, al mismo tiempo un centro de estudios que formaba parte de una central de trabajadores que no es cualquier lugar para arraigo de un centro de estudios y al mismo tiempo, intervención política, a veces directa y si no en base a vínculos, ideas, reflexiones. Yo siempre sentí que Eduardo me bancó mucho y nos bancó mucho como generación y me parece que fue un ejemplo formidable de cómo no hay tal cosa como una contradicción entre la producción intelectual y la militancia, no la hay.
Porque él también en su práctica, bueno las problemáticas que abordaba no eran las que en el laboratorio o en la torre de marfil se le ocurría que era el próximo paso de un programa sino que estaba en conexión con las discusiones de cada etapa del presente y sobre eso iba y venía. Es decir, que si uno se dedica absoluta y aisladamente a producir teoría, la verdad que lo haría en el vacío. Y al mismo tiempo me parece que actuar sin un marco conceptual, sin un marco teórico analítico y de comprensión también es estar condenado al error. Así que me parece que esa conjugación entre lo intelectual, lo militante y lo práctico, también se expresa en esta reunión. Así que agradezco la invitación, es un orgullo para mí poder compartirlo con ustedes un homenaje a Eduardo Basualdo. Gracias.