Encuentro “Los desafíos de alimentar a las poblaciones urbanas”
Buenas tardes a todos, a todas. Muchas gracias, Joao. Muchas gracias a nuestros invitados. La verdad que me hincha el pecho. Hoy a la mañana estábamos llevando adelante la promesa, la jura a la bandera en la Provincia. Nosotros tenemos 5 millones de alumnos en la educación pública bonaerense, 250.000 estaban jurando ahora en el 4to grado de acá, de la primaria, a la bandera, y hablábamos de la importancia que tiene la presencia del Estado, la política pública, tener iniciativas. Hablábamos también de cuando hay una dificultad, cuando hay un problema, cómo diseñar herramientas, todos los diques y las dificultades que hay que romper para poner a funcionar una política pública. A veces se toma la política pública como la consecuencia de una buena idea, después de una buena idea hay que llevarla a la práctica, después de eso hay que comunicarla, después de eso hay que asentarla y convertirla en una política permanente.
Así que, a mí me llena de orgullo hoy recibir esta devolución y formar parte también de este conversatorio, de este encuentro sobre una política que para nosotros es muy importante, la de los Mercados Bonaerenses, que la destacamos, le hemos puesto, no solo mucha voluntad, sino recursos, coordinación entre diferentes áreas del Estado. Es una de las complicaciones mayores que hay desde el punto de vista de la implementación de las políticas estatales, lograr que diferentes áreas, aún de un mismo gobierno y bajo una misma dirección, confluyan y continúen, y permanezcan y perseveren en una misma política y encontrar que eso da un resultado, la verdad para mí es muy importante.
Pero debo decir que, por más relevancia y por más conocimiento, reconocimiento, orgullo que tengamos sobre la política, como pasa con muchas otras políticas del Gobierno de la provincia de Buenos Aires que son novedosas y que resultan ser eficaces, nos resulta muy difícil comunicarlas. Nos resulta muy difícil difundirlas, nos resulta muy difícil, y esto no lo digo con un propósito de propaganda, lo digo con un propósito también de conciencia y comprensión de qué significa el Estado y para qué está el Estado. No es solo para que nos feliciten una política, sino para que se tenga en cuenta cuáles fueron los cambios, cuáles fueron las transformaciones, las modificaciones que beneficiaron a una población, a una sociedad a partir de la implementación de determinada política.
Y luego, también, para explicar los peligros del abandono de las políticas y de la retirada del Estado, que es un poco la coyuntura que nos toca hoy atravesar, no porque estemos en un momento electoral particularmente, sino porque hay un contraste enorme de concepción, de comprensión, casi diría de sensibilidad y de objetivos con el Gobierno nacional.
Se da hoy en la Argentina, entre la provincia de Buenos Aires, que me toca encabezar su Gobierno y el Gobierno nacional, una situación bastante poco frecuente, por no decir casi inexistente en la historia argentina, que una fuerza política gobierne en la Nación y otra distinta gobierne en la provincia de Buenos Aires, eso ya de por sí es original y particular, pero lo que menos frecuente es, es que la distancia, la mirada y el enfoque sea, como es en este caso, diametralmente opuesto. Es un hecho muy, muy especial en la historia argentina lo que está ocurriendo, fuera de que quienes lo experimentamos lo sufrimos, aún así marco esta cuestión. Es extraño, es raro y es difícil llevar adelante políticas en un gobierno subnacional cuando el Gobierno federal va no en otra dirección cualquiera, sino específicamente en la dirección opuesta.
Hoy en la Argentina tenemos un Gobierno nacional cuyo propósito, por paradójico o espantoso que suene, es destruir el Estado. Encabeza el Estado argentino alguien que explícitamente se propone destruirlo. Ha dicho que es como una especie de… Pero más allá de la metáfora, es como una cuestión casi táctica, ¿no? Vendría a ser un infiltrado. Alguien que pertenece a una organización que pretende destruir, pero además le agrego, ¿por qué infiltrado? Porque lo hace siguiendo intereses, y me animo a decir, instrucciones y órdenes externas al propio Estado y, casi aventuro, al propio país. Es decir, que no es una vocación personal, sino que es un objetivo y un propósito que debería servir de alerta para buena parte de América Latina, por no decir del mundo, porque empieza a tener consecuencias.
Y yo creo que dentro de esa situación, una de las cuestiones más dramáticas es, y tiene un elemento -digo yo- autocrítico, es lo que nos cuesta comunicar el peligro, las consecuencias, las dificultades, y casi diría, el enorme conjunto de oportunidades que se va a perder en el futuro el país, la sociedad argentina, si el proyecto que llevan adelante en el Gobierno nacional efectivamente se desenvuelve hasta sus últimas consecuencias, ya lo estamos viendo en todos los terrenos.
Por eso me parece importante que exista un estudio del caso, de la experiencia de los Mercados Bonaerenses, más allá de que, repito, a mí me halaga que sea algo que se observa desde afuera y se comprende, y se reconoce y, además, se intenta difundir y promocionar la experiencia para que se repita en otras latitudes, pero me parece en este momento esencial. Me parece en este momento esencial, ¿por qué? Porque hoy, si algo tenemos que remarcar entre las espantosas consecuencias de la política nacional, yo creo que la primera que habría que marcar es la situación que se está generando en torno a las dificultades, a los problemas alimentarios.
Yo decía, hay decisiones que son graves, resultados que son malos, pero hay unas que además tienen unas decisiones con resultados malos que además van teniendo un efecto acumulativo y no me animo a decir irreversible, pero de difícil recuperación. Entre ellas está el desastre alimentario que está generando el gobierno de Milei a través de sus políticas económicas y de la ausencia de sus políticas públicas, en punto a la alimentación de la población.
Por eso, hoy estamos en un momento donde es crucial comunicar y explicar otras experiencias, otras posibilidades, mensurar, medir de manera objetiva, de manera científica, cuáles son los resultados, cuáles son las ventajas, cuáles son los avances que producen esas políticas públicas, advertir sobre las consecuencias de no aplicarlas o aplicar las contrarias y, sobre todo, de cara a la sociedad argentina y al mundo, mostrar cuáles son las situaciones que generan las políticas dentro de la familia de las políticas de la ultraderecha que representa Javier Milei.
Ahí agrego, decía Joao que hay 17 países y una sola provincia, un Estado subnacional, algunos los llaman provincia, otros departamentos, otros Estado, pero un gobierno subnacional que forme parte de esta red, de una red regional de sistemas públicos.
Bueno, por un lado es también un privilegio formar parte de la red, es muy importante para nosotros, pero debería decir que no sorprende. No sorprende porque hoy contamos con un Gobierno nacional que consideraría la mera existencia de un sistema público de producción, de distribución y de comercialización de alimentos, lo consideraría una aberración. Lo considera una aberración. O sea, que no es raro que forme parte la provincia Buenos Aires de esta red porque hoy carecemos de un Gobierno nacional sensible con la cuestión alimentaria y, más todavía, eficaz con alguna política para revertir situaciones como las que describía Joao, agravados por la crisis, decía él, por una crisis que inicia en la pandemia, con esta etapa actual como crisis sanitaria, luego crisis económica y su correlato en la situación de la alimentación de la población.
Recuerdo cuando lanzamos Mercados Bonaerenses, lo decía Javier recién, lo hicimos en Tapalqué, así que todo tiene que ver con todo, en plena pandemia o por ahí. Sí, en plena pandemia, al aire libre, con barbijos, y parecíamos estar hablando de una línea espacio temporal distinta a la que estábamos viviendo. Porque la propuesta no era qué hacer ante la coyuntura, sino cómo ir desplegando y desarrollando una política para tiempos de pospandemia, ¿no? Y yo creo que en ese sentido, Mercados Bonaerenses se viene consolidando en la provincia de Buenos Aires, se ha convertido también en una marca registrada. Hoy Mercados Bonaerenses para la población, repito, no para los sistemas mediáticos de comunicación, menos todavía para los medios porteños, nosotros adolecemos de esta dificultad que es que nosotros no informamos lo que hacemos, sino que cuentan otros lo que hacemos y a veces con una predisposición bastante agresiva, adversa y negativa.
Entonces las cosas buenas que pasan en la provincia de Buenos Aires no participan de la agenda pública de los medios mal llamados nacionales, de nacionales no tienen nada, son medios porteños. Y los medios porteños, entre las cosas que ocultan, no muestran o pasan por alto, están las políticas alimentarias del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, de sus intendentes, de su sistema productivo, bueno, todos los esfuerzos que se hacen en esta dirección.
Esto no es privativo de la cuestión de Mercados Bonaerenses, abarca las políticas educativas, las políticas sanitarias, todo lo bueno que pasa en la Provincia, y diría casi en las provincias argentinas, es minuciosamente cercenado y ocultado por los medios porteños que solo informan, llamémosla, las malas noticias, que las hay, por supuesto.
Entonces, tenemos esta asimetría informativa pero que le hemos encontrado una clave o una vuelta, que es la política territorial y la presencia territorial. ¿Cómo informar lo que hacemos? Bueno, hay que recorrer la provincia de Buenos Aires en todos sus rincones, hay que tener presencia, hay que estar en vínculo con las organizaciones del campo popular, pero, por supuesto, de las organizaciones de la sociedad civil. Hay que informar desde abajo para arriba, no de arriba para abajo, donde tenemos este problema.
Ahora, los Mercados Bonaerenses, como es también la Cuenta DNI. La Cuenta DNI que participa acertadamente de los Mercados Bonaerenses es un componente de los Mercados Bonaerenses, ha también ganado notoriedad sin la ayuda de los medios porteños, por supuesto, que cada vez que, por ejemplo, se nos cae el sistema, se nos interrumpe, ponen su alerta. Es raro, ¿no, Joao? Porque anuncian que deja de andar algo cuya existencia nunca informan, ¿no? Hoy no anda más algo que venimos ignorando y escondiendo.
Pero los Mercados Bonaerenses están teniendo un arraigo y, además, ha surgido, debo decir, una demanda por parte de las comunidades, de los intendentes, de los municipios de ampliar todavía más los Mercados Bonaerenses.
¿Qué le faltaba a esto, que con la FAO hoy estamos supliendo? Y bueno, agregarle al trabajo cotidiano, a la actividad ejecutiva, agregarle también un esfuerzo analítico, un esfuerzo descriptivo, un trabajo cuantitativo. Yo hoy cuando veía, porque me mostraba Javier, algunos resultados de los estudios que se realizaron. Nosotros cada vez que presentamos un nuevo mercado, cada vez que hablamos de esta política, nos remitimos a la cantidad de mercados fijos, hoy tenemos 10 mercados fijos, creo que participé no sé si de todos pero de muchos de ellos de su inauguración, también para darle más visibilidad, y tenemos tres en construcción, ¿no?, en este momento, y el de La Plata. Matanza ya lo tenemos, ah, va por otro más, bueno.
Claro, o sea que es una política exitosa, y cuyo éxito no ha sido consagrado por los titulares de la prensa porteña, pero sí por quienes son los destinatarios de la política. El éxito de los Mercados Bonaerenses se mide en quienes los utilizan, lo que ahorran, los beneficios que reciben, los cambios en los hábitos alimentarios. Y hay un elemento del que hablamos muy poco, Javier, pero creo que es muy importante, que es que la política pública en torno a la alimentación, a la distribución, a la venta de los alimentos tiene un papel más que es menos micro y un poco más macro, que es de regulación de los precios del mercado privado. Es decir, actúa como una competencia que permite, al mismo tiempo, ponerle límites a aumentos desmedidos o a políticas a veces de comercialización que son muy perversas en sus resultados porque utilizan la necesidad de la gente y la capacidad de fijar precio para obtener rentas máximas, aún a costo, muchas veces, de mejorar las cantidades, el alcance de la llegada de los productos.
Entonces, yo creo que hay un aporte que de inmediato voy a asumir del trabajo que están presentando, que es el cálculo de la cantidad de consumidores que reciben la política, que se benefician con la política, y después de un dato fabuloso que es el ahorro, que de manera directa, a través de la compra de los alimentos, a través de la política, ha generado en la población, en el pueblo de la provincia de Buenos Aires.
La verdad que hemos descrito, también con alguna intención pedagógica muchas veces, cómo funciona esta política. Esto que planteabas de acercar al productor y al consumidor, que dicho así parece algo un poco ingenuo e infantil, pero dicho con un poco de teoría económica, de estructuración de los mercados, aparece como recortar la cadena de intermediarios y aparece de esa manera como un vehículo, como un sistema para permitir que la renta, que la renta económica se distribuya de una forma más equitativa en la cadena.
Ustedes saben que los procesos de comercialización a través, particularmente de bienes de necesidad básica o de bienes que requieren por su carácter de fresco, cercanía, periodicidad. Bueno, esa forma de distribución tiene como resultado del funcionamiento libre, libre, llamémoslo, de la fuerza del sector privado, tiene como resultado perverso la concentración. La concentración económica en las cadenas de distribución y producción de alimentos, nosotros, por ejemplo, en la Argentina, un país que tienen más vacas que seres humanos, y, sin embargo, tienen muy pocas empresas de envergadura que elaboran y pasteurizan y luego comercializan la leche, ¿no?
Entonces, este fenómeno de concentración es un resultado, podríamos llamarlo universal, bastante general de los procesos de mercado, pero es particularmente intenso en el caso de la cadena de valor del sistema alimentario. Es decir, que es un rasgo, casi diría yo, distintivo y universal la concentración en la producción de alimentos.
Entonces ahí tenemos una contradicción, incluso de quienes defienden de manera liberal o libertaria, más todavía, a la mano invisible y los sistemas privados, tenemos una contradicción porque teóricamente todas las bondades que emanan del sistema de mercado están asociadas a la competencia, porque la competencia genera mejor calidad, porque la competencia estabiliza y reduce los precios, porque la competencia genera desarrollo tecnológico, porque la competencia democratiza, porque la competencia… Bueno, ¿qué podemos decir de la realidad? Que se da de cabeza, que contradice absolutamente todos estos resultados de la competencia, porque la verdad lo que ocurre es que hay una tendencia acelerada y, particularmente en algo tan sensible como los productos vinculados a la alimentación, hay una tendencia a la concentración. ¿Cuál es el resultado de la concentración, del monopolio, de los mercados, llamémoslo imperfectos, de los mercados donde existe la colusión, donde existe la falta de competencia, donde existe la concentración? Y bueno, que el resultado, aún para el más acérrimo defensor de la teoría económica que pide que se retire el Estado y que todo lo haga el mercado, el resultado de esto son la peor calidad, el mayor precio y la menor cantidad en la producción.
Es decir, la optimización de la rentabilidad de los productores en sistemas concentrados lo que genera es menos cantidad, mayor precio y, seguramente, una calidad menos competitiva.
Que esto ocurra en términos generales con el mercado de los, qué sé yo, textil, que ocurra con el mercado automotor, que ocurra con algunos mercados tecnológicos, bueno, tiene costos para la sociedad, pero que ocurra en bienes tan sensibles como es el alimento, como son los medicamentos o los servicios de salud, bueno, es una catástrofe. Es una catástrofe.
Podríamos concluir de la observación, aún sin ningún prejuicio ideológico teórico, de la mera observación del desempeño y comportamiento en la producción y consumo de alimentos, que el mercado actuando solo produce una catástrofe. Esto es lo que estamos viendo.
Entonces, en ese sentido y visto de esta manera, la intervención del Estado a través de diferentes políticas, ya sea regulatorias, ya sea asumiendo una parte, una porción de los procesos productivos, o en la cadena de distribución o, como estamos haciendo acá, una tarea de articulación, una tarea de difusión, una tarea de, al mismo tiempo, de inversión pública a través de diferentes infraestructuras que permiten que se desenvuelvan estas actividades, bueno, tiene el Estado una intervención en punto a la cuestión alimentaria que no es producto simplemente de, bueno, veamos, probemos a ver cómo funciona, sino de una emergencia que está provocada por el mero funcionamiento del mercado con su lógica inmanente. Eso es lo que está ocurriendo.
La política de Mercados Bonaerenses, como decía recién, tiene una función que es evitar, morigerar o funcionar como una contratendencia a este proceso de concentración. ¿Cómo? Dándole acceso, acceso a la demanda, al consumo a productores que, de no existir este instrumento, quedarían afuera. Quedarían afuera. Por supuesto, al quedar afuera van convirtiéndose en marginales, marginales en el sentido de en el margen del sistema económico, pero además no tienen escala, no tienen posibilidad de inversión, no tienen posibilidad de financiamiento. Es decir, que el mercado destruye, destruye productores y destruye consumidores. Y esto es un hecho de la realidad. ¿Esto atañe a todos los mercados o esto define a los mercados? No, hace muchas cosas más, pero hace esto. Es un efecto sistemático, intrínseco al funcionamiento del mercado en el caso de la producción y el acceso a la alimentación.
Para colmo, estas calamidades son profundamente procíclicas, es decir, que en un caso de crisis empeoran. La concentración, por caso, luego de una crisis económica, una crisis sanitaria por el funcionamiento normal, habitual y según sus leyes de los mercados, luego de estas crisis lo que se produce, lo que sobreviene, es la destrucción, la mortandad de empresas, de productores, la pérdida de acceso a los mercados y un nuevo avance del proceso de monopolio, de concentración, de falta de competencia.
Así que cuando más se necesita que el mercado ayude, va en la dirección contraria. Todas las políticas que se puedan diseñar para aminorar, para reducir, para disminuir, para lentificar o para compensar y sustituir a lo que el mercado no hace, la verdad que deben aplicarse con más énfasis durante los procesos de crisis.
Decía, dos cuestiones, la concentración, y después la otra, la tendencia en los mercados urbanos, por diferentes cuestiones, a la intermediación financiera y comercial donde el problema, muchas veces difícil de explicar, es que esta intermediación produce una apropiación de la renta decíamos, de la rentabilidad si quieren para no ser tan específicos, de la rentabilidad de la ganancia, a lo largo de la cadena entre el consumidor y el productor se establece una cadena con varios eslabones y lo que ocurre, también evidenciado y comprobado por diversos estudios y casi diría que no es difícil observarlo y comprenderlo, es que la rentabilidad tiende a situarse, y las ganancias, en eslabones intermedios de la cadena y no en sus extremos. La particularidad acá es que los dos extremos en la cadena productiva y de alimentos, los dos extremos son el que produce, el que trabaja de un lado, y del otro lado, el que consume. Es decir, que en este caso ese proceso de intermediación y apropiación de la renta tiene un efecto doblemente perverso, perjudica al consumidor, es decir a las familias, a las personas cuyo acceso a la alimentación es más difícil, más cara, más compleja y peor y, del otro lado, perjudica al productor, perjudica al trabajador y toda la rentabilidad tiende a ubicarse en el medio de la cadena.
Entonces, yo creo que los Mercados Bonaerense fueron una política que, con esta comprensión, pretenden funcionar como en contraposición a estas dos tendencias, la tendencia a la concentración y la tendencia, por otro lado, a la apropiación a través de la intermediación. En los dos casos son políticas cuyo resultado, bueno, hay que después constatar. Se propone, se promueve, pero después hay que constatarlo. Por eso es tan importante contar con evidencia empírica, y contar con estudios serios que lo demuestren.
¿Cuál debería ser el resultado? Incorporación de nuevos productores al sistema de los Mercados Bonaerenses, productores que estaban excluidos, productores que estaban marginados, o productores nuevos que encuentran una oportunidad, lo cual amplía, democratiza el proceso de producción de alimentos, que es un proceso virtuoso en provincias como la nuestra, países como el nuestro, donde además implica arraigo, radicación en localidades del interior a veces lejanas a los mercados. Es decir, que permite que se generen fuentes de ingreso con una capacidad de distribución geográfica y poblacional mucho más virtuosa.
Y bueno, y eso es lo que hemos verificado, que hay un interés, que hay una vocación, que hay una voluntad y que se han ido incorporando cada vez más productores al sistema de los Mercados Bonaerenses, ya sea las ferias, ya sea las que son ocasionales, como los permanentes y los fijos.
Y en segundo lugar, tendría que haber un beneficio para la otra punta de la cadena, que son los consumidores, que son las familias, que es la gente que tenía dificultades para el acceso a los alimentos. ¿Cómo se debería medir esto? Dado que no se trata de una obligación, dado que no hay una política compulsiva, sino que es una oferta adicional que actúa en simultáneo y en paralelo con las bocas de expendio convencionales, con los métodos de comercialización convencionales y de mercado, digamos, privado, lo que se tendría que observar es, por un lado, incorporación de mayor cantidad de consumidores y, por el otro lado, un beneficio económico de esos consumidores, que implica en este caso un mejor y mayor acceso a la alimentación.
Bueno, todo esto se constata y el hecho de que sean 11,5 millones de consumidores que acceden a la política de Mercados Bonaerenses, el hecho de que sean prácticamente 50.000 millones de pesos en beneficios para quienes acceden a través de los Mercados Bonaerenses, bueno, muestra la eficacia de la política. Muestra la eficacia de la política.
Entonces, yo creo que, en primer lugar, cabe agradecer, porque este es un esfuerzo obviamente del Ministerio, obviamente de otros sectores, otros componentes del Gobierno provincial, también de los gobiernos municipales, también de diferentes asociaciones de productores, de consumidores. Hay muchos actores involucrados en esto, para mí es muy importante que se hayan reunido, que yo pueda participar, por supuesto, para mí personalmente es importante para poder socializar, para poder difundir los resultados de la política y, sobre todo, para darle más impulso, para renovar el impulso, para seguir expandiéndola, que es más necesaria que nunca, ¿no? Es más necesaria que nunca. En momentos de crisis, de deterioro laboral, de deterioro de ingresos, de pérdida de derechos, es más necesaria que nunca.
Cierro con esta cuestión que me parece que es, llamémosla, filosófica, yo creo que es profundamente también cultural, humana, prácticamente, que es lo de considerar a la alimentación no un problema estrictamente de mercado y de mercancía, sino un problema de acceso a derechos. Miento si digo que esta discusión se limita a la cuestión alimentaria. Hoy está en la Argentina en discusión si la salud es un derecho, si la educación es un derecho, si el trabajo es un derecho, si la vivienda es un derecho.
Uno podría decir, bueno, estamos en presencia de una ideología no solo foránea, que proviene de algún lugar de Europa, además anacrónica, porque proviene del siglo XIX y, para colmo y para peor, absolutamente ajena a nuestra cultura, a nuestra historia, a nuestro desarrollo como sociedad y como pueblo. En el caso de la provincia de Buenos Aires, nosotros hicimos para este segundo período, particularmente, cuando tocaron las elecciones, Joao, hicimos una campaña electoral, que nos terminó dando la reelección y que estemos hoy acá, donde habíamos planteado que había una disyuntiva que era: la derecha o los derechos. Como todavía no conocíamos por completo las políticas del actual Gobierno nacional, o las ideas del actual presidente, porque esto venía de antes, yo no me pude dar cuenta de lo premonitorio que era, plantear la cuestión como un dilema, como una disyuntiva, si la derecha o los derechos. Si la sociedad va por certificar, por garantizar, por expandir los derechos o si, por el contrario, acompaña ideas de la derecha que, por supuesto, van en contra de los derechos con una ideología, en este caso, que dice, ‘no se preocupen, el mercado lo resuelve’.
Por eso, acá también hay un punto que quiero marcar, que la cuestión alimentaria, como otras tantas, el mercado no la resuelve. Muchas veces se plantea que la economía argentina tiene una capacidad de producir alimentos para, no sé, dicen, 300 millones de personas, una cosa así, y sin embargo hay hambre en la Argentina, ¿no? ¿Eso qué estaría indicando? Que entre esa producción y quienes lo reciben, hay algo en el medio que no está andando bien. Bueno, eso se llama mercado.
El mercado no resuelve, resuelve la rentabilidad. Resuelve la rentabilidad. La rentabilidad, lo que no resuelve es ni la eficacia, ni la justicia distributiva, ni la justicia social. Ni siquiera el mínimo acceso vinculado a una cuestión de derechos básicos, de derechos humanos básicos, ¿no? Como poder tener la alimentación adecuada.
Así que creo que es importante, es muy importante para nosotros. Yo voy a, ni bien lo tenga en mis manos, lo voy a estudiar, lo voy a ver, pero ya digo que como resultado de este trabajo hoy nos llevamos aunque sea dos elementos importantísimos en materia cuantitativa, porque el pueblo de la provincia de Buenos Aires, que votó mayoritariamente por estas políticas, hoy puede decir con tranquilidad y con satisfacción que funcionan, que funcionan.
Así que, es eso. A veces se habla de una nueva estatalidad, de no sé qué, bueno, yo quiero decir una sola cosa, en la provincia de Buenos Aires tenemos una política en punto al acceso a la alimentación, que no es, no resuelve el problema, pero aporta positivamente, es novedosa, la hemos ido estructurando, la hemos ido desarrollando y, como corresponde, funciona. Así que, muchísimas gracias.