Recorrida por el Hospital Larraín de Berisso

Bueno, gracias. Muchas gracias a todos, a todas. Una enorme satisfacción, obviamente, contaba un poquito Nico, un poco Fabián, un poco Ricardo, todo lo que se viene haciendo, todo lo que se viene mejorando, creciendo y me lleva a algunas reflexiones, no sé si más psicológicas, filosóficas, casi diría literarias o poéticas, pero importantes en épocas de tanta crueldad, de tanto abandono por parte del Gobierno nacional. 

Yo en esto quiero ser muy claro porque estamos muy cerquita de unas elecciones y todos sabemos, y miren que uno no se dedica a la especialidad de la medicina y no es conocedor, pero todos sabemos lo que significa el Garrahan, ¿no? Un verdadero emblema de la salud pública, de la excelencia, de la tecnología aplicada a los cuidados y un verdadero orgullo. Y entonces ver que el Gobierno nacional se ensaña con el INCAA, y entonces va contra el cine argentino, hoy estuve hablando con algunos directores de cine que me hablaban, me contaban que veníamos de 70 películas nacionales por año y este año no se sabe si vamos a llegar a tener 7 películas, ¿no? Y bueno, parece que hay como un designio, como una vocación de atacar lo nuestro, de atacar lo propio, de atacar lo que más nos enorgullece, cuestiones que a veces son, obviamente, que son materiales, que son fácticas, reales, pero que tienen un elemento simbólico importante de, bueno, de orgullo soberano, de lo que significa en nuestro país la producción de todo tipo, ¿no? Tanto cultural, como la industria, está todo en peligro y todo en riesgo. Está todo en peligro y todo en riesgo.

A veces se atacan cuestiones que uno dice, seguro, ¿no?, seguro meterse con el INTA, con el INTI no cambia la ecuación económica de un gobierno. A mí me tocó ser ministro de Economía, pasamos, como siempre en la Argentina, dificultades, no te va a cambiar el déficit, el superávit, la macroeconomía atacando al CONICET, ¿no? Aún cerrando el CONICET, ¿no? No son cuestiones que pasan por ahí, así que hay un plus, hay un adicional que no tiene que ver estrictamente con las finanzas públicas, que tiene que ver con un embate a cuestiones que son representativas, ¿no? Incluso atacar a un artista nacional, te guste o no te guste, pero que bueno, que triunfa afuera, se lo ve, y tener que que insultarlo, bueno, es como que esa batalla cultural de la que hablan, transcurre en diferentes niveles, en diferentes andariveles, pero que tiene un propósito, que tiene un propósito. 

Obviamente estamos en momentos donde no solo hay un ajuste, sino un ajuste acompañado de, a veces lo llamamos crueldad, a veces una cosa inhumana, pero ni siquiera ese es el problema, ¿no?, la indiferencia en el abandono, sino que hay como un adicional de violencia, por un lado, en el ataque, ¿no? Cuando desfinancian al Garrahan, listo, están desfinanciando al Garrahan, que es la punta de un iceberg, lo más visible de algo que pasa con todo, con los programas de vacunación, con los programas, obviamente, con los remedios oncológicos, con el acompañamiento en todos los sentidos, pero hay un plus que es como un plus de goce, es como un disfrute. Me cuesta decirlo porque es muy doloroso, pero es como que desfinancian y después empiezan a decir, ‘porque son ladrones, porque son ñoquis, porque no trabajan, porque no cumplen horarios, porque hay una deuda’, empiezan a equiparlo de un montón de estigmas y un montón de acusaciones que vendrían a fundamentar algo que hacen de todos modos, porque lo van a hacer de todos modos, pero le tratan de dar una especie de causa. 

Y a mí me parece que son momentos muy difíciles, porque todos sabemos, yo trabajé durante mucho tiempo en el CONICET y en la universidad pública, y yo en un instituto de investigación ahí en la UBA, en la Facultad de Ciencias Económicas, que teníamos una oficina y un instituto, todas las instalaciones que se caían a pedazos, y al lado mío había economistas, investigadores de reconocimiento mundial, que iban a otro país y los premiaban. De hecho, el director de mi instituto, Nico, era un candidato, no llegó a tenerlo, pero un candidato, vieron que aparecen las listas, al Premio Nobel de Economía, trabajando en una universidad pública argentina, teniendo los salarios que había -estoy hablando de los noventa, ¿no?- que había en la universidad pública, las instalaciones esas y era una persona, en aquel momento mayor, luego falleció, de un reconocimiento, de una importancia que cuando a uno le tocaba recorrer el mundo te hablaban de esta persona y acá no teníamos ni goma de borrar ni lapiceras.
Entonces, bueno, esa disparidad que generan, sobre todo, los gobiernos ajustadores, neoliberales, hoy los llamaríamos libertarios, y lo que antes eran las tijeras del ajuste, ahora es la motosierra. Pero era lo mismo: desfinanciar al Estado y, al mismo tiempo, faltarle el respeto, insultar, perseguir y acusar a los trabajadores del Estado. Hoy eso pasa de nuevo, ¿no? Hoy eso pasa de nuevo. Es la ideología que acompaña políticas de ajuste y políticas de achicamiento de lo público. Políticas de achicamiento de lo público, que lo quiero decir, porque es como lo veo, como lo pienso y, además, me parece que es fácilmente demostrable. Esas políticas de ajuste, de achicamiento del Estado, tienen muchísimas consecuencias, pero suele haber, emparentado a eso, algún negocio, algún negocio. Suele haber alguien que saca ganancia de esa situación. Lo vivimos en la universidad en la década de los noventa, por ejemplo, después en el Gobierno de Macri también, y ahora, en estos momentos también, que la asfixia a la universidad y al sistema de investigación tenía beneficiarios. Parecía que no, pero tenía.

Por ejemplo, los investigadores argentinos no tenían forma de llevar adelante sus laboratorios o, en el caso nuestro, sus investigaciones. Y después venía alguna entidad privada y, a veces, extranjera, a buscarlos después de años y años de formación y de excelencia, y llevarse no solo la fuga de cerebros, sino también los contenidos de esas investigaciones. Los ponían a investigar. Era muy llamativo, porque trabajábamos en condiciones salariales muy malas y en condiciones, también, edilicias muy malas, pero tal vez faltaba el recurso para la fotocopia o faltaba el recurso para el pasaje o para el ingreso a una biblioteca, y entonces no se podía investigar. Los sueldos, el mantenimiento, los gastos fijos, el grueso, lo ponía el Estado argentino, pero después venía una fundación extranjera —me acuerdo, en aquel momento, la Fundación Ford, la famosa Ford Foundation— que venía con dos chirolas, dos mangos con cincuenta, y reclutaba a esos investigadores que no tenían para pagar lo básico y los ponían a investigar lo que ellos querían, ¿no? Entonces, fíjense que era una especie de parasitismo, una especie de, podríamos decir, casi de aprovechamiento, de subsidio cruzado: lo público financiando lo privado.

Después, en el sistema de salud pasaba también que se armaban negocios asociados a la salud en las áreas de abandono de lo público. Entonces, a veces con el equipamiento, entonces centros, enfrente del hospital o cerca del hospital, alguien que ponía un negocio con equipamiento o con análisis o laboratorio. Entonces, la parte rentable quedaba del lado de algunos vivos, de lo privado. Y, a veces, ni siquiera por eso, como el tema es delicado, ni siquiera quiero acusar a los que hacían esto, sino que no había recursos, había que hacer los estudios o el equipamiento era muy caro y el Estado no lo hacía. Entonces, aparecía un privado con ese equipamiento que terminaba, de una forma o de otra, viviendo de recursos públicos también. Es como la apropiación de la rentabilidad y los nichos y los espacios de rentabilidad. 

Por eso quiero decir que estas políticas de ajuste no son tan inocentes como parecen. Se aplicaron muchas veces, pero vienen acompañadas siempre de una ideología, ‘el Estado es malo, el Estado no sirve, el Estado, el trabajador estatal, el trabajador del Estado es ñoqui’. Bueno, y a veces uno, que lo ha vivido, que lo ha estudiado, claro, no te dan los reactivos, no te dan el equipamiento, no te dan el lugar, y después se generan espacios de imposibilidad de trabajar, que después tienen un riesgo. Tienen un riesgo: que eso se establezca, se perpetúe, y entonces también generan, desde el punto de vista moral, desde el punto de vista de la práctica cotidiana —y lo viví cuando llegué a la Casa de Gobierno después de los cuatro años de Vidal—, no había computadoras, no había prácticamente escritorios, no había tareas, porque vacían al Estado de tareas. Y después de hacer todo eso, vienen y acusan al laburante de ser culpable y de estar lucrando y de estar favoreciéndose con situaciones que no genera, que no genera, que no tiene ninguna responsabilidad. Lo digo porque después viene el ataque contra el empleado público, contra el trabajador del Estado, contra… Pero si no le dan las condiciones, si no le dan los recursos, si no le dan el ambiente, si no le… Y, bueno, se empieza a generar una especie de abandono generalizado que va también penetrando en las conciencias, en las conductas, en los hábitos.

Me acuerdo, cuando llegamos, porque todo esto viene a cuento de que lo escuché recién, te escuchaba Nico diciendo, ‘bueno, no nos creían que íbamos a invertir, que íbamos a mejorar’. Claro, también después de décadas o a veces plazos muy largos de vivir una historia donde, de promesas incumplidas por un lado, pero además de deterioro, de abandono por el otro, y bueno, se te van las ganas y se te va la fe y bueno, te han mentido tantas veces que que mejor ni creer. Entonces, todo esto es un círculo vicioso, ¿no? Un círculo de abandono y un círculo, finalmente, de falta de dignidad en el laburo, en la tarea. Describo todo esto porque hoy tenemos, probablemente, al experimento más extremo de todo esto. Dicen que viene no a no invertir, sino a destruir. 

Llamo a la reflexión sobre esto, ¿qué vendría a ser el topo que quiere destruir el Estado desde adentro? ¿Qué va a destruir? ¿Este hospital? Porque fíjense el proceso perverso: se desinvierte, se desinvierte, se reducen los salarios, se deterioran las condiciones de trabajo, se va generando una situación de abandono y después vienen y dicen ‘miren qué mal que anda todo esto, ¿qué hacemos? Y, cerrémoslo’. 

Ese es el ciclo perverso del ajuste neoliberal y que ocurre en varias áreas del Estado, muchas áreas a la vez, ¿no? Porque en un momento, al llegar a determinados niveles de falta de recursos o de falta de políticas, a veces ni siquiera son recursos, son políticas, de falta de recursos, de falta de políticas, de agresión. Y decía, en la Gobernación, por ejemplo, había gente que no tenía tarea hace mucho tiempo y decían ‘son todos ñoquis’. Y, pero si no le das tarea, si no le das tarea, si no tiene un propósito, si no tiene un objetivo, si no tiene una trayectoria de mejora, y bueno. Y después, decíamos, ‘bueno, acá vamos a mudar esta área porque está apilada, vamos a mudarla y ponerla en otro lado’. Y el que estaba todos los días ahí después de tanta, de tanta agresión, de tanto deterioro decía ‘no, a mí no me van a mover de acá, porque por lo menos tengo un escritorio, es viejo y tengo una computadora, es de los ochenta, pero tengo algo y si me mudan’. Y después esto es una mudanza como está haciendo hoy Milei deliberadamente, ¿no? Para dejarles contratos más cortos y después que se vayan algunos, cansados o angustiados, o bueno, o cerrar áreas enteras. 

Estamos en un momento de destrucción, de destrozo de las capacidades del Estado en muchísimas áreas del Estado nacional. Y digo todo esto para tomar conciencia, porque si esto se va perpetuando, se va extendiendo en el tiempo, y pasa también con el sector privado. Lo veía el otro día yendo a regiones, a Mar del Plata y a la Costa, ¿no? Donde ya van dos temporadas donde los turistas se van afuera, los que tienen poder adquisitivo. Me decían el otro día, capaz un paquete a un destino del Caribe sale 700 dólares y capaz irse a la Costa unos días, esto no es un problema de nuestro sistema turístico, es un problema macroeconómico, es el dólar que tenemos, es la tasa de interés que hay, es obvio, y son los salarios vinculados con eso. Y después, una parte que se va y otra parte que no llega a ni siquiera irse afuera ni quedarse y tomarse unos días, nada. Entonces, me decían, dueños de hoteles que tienen veinte, treinta años, me decían, ‘che, tengo, no me animo a decirlo, pero voy a tener que vender y cerrar’, ¿y cuánto cuesta recuperar esas capacidades? Un montón de tiempo, por eso digo, no es solo lo público sino también lo privado. 

Entonces, yo digo alerta, ¿cuánto tiempo más, por cuánto tiempo? Y todo esto acompañado de un discurso agresivo, de un discurso violento, con el Estado en general pero con el privado también. Con el privado también. La industria de la construcción, el sector de la construcción está detonado, Fabián. Estuve el otro día en Olavarría, en Azul, en el centro de la provincia de Buenos Aires, región minera donde se hace la mayor producción de cemento de la Argentina y 30% de caída sostenido durante un período de tiempo extenso y no se puede soportar, porque no es que entonces a ver si es una gran empresa, tiene quinientos empleados capaz que puede ir viendo cómo se arregla, si es una pequeña empresa que tiene veinte, treinta empleados ¿cómo hacés? No es que 30% del personal porque son por áreas no se puede, como pasa en un hospital, el aspecto fábrica que tiene un hospital que tiene que estar la gente de la administración, la gente de la recepción, los camilleros, los ambulancieros y las, digamos, y los médicos y las enfermeras y, bueno, y todo eso tiene que respetar cierta proporcionalidad, no es que podés reducir la planta personal un 30% y seguir funcionando: no funciona más. ¿Y si se van algunos con los retiros voluntarios qué empieza a pasar? Se van los que a veces tienen oportunidad por su edad, por su formación, de insertarse en otra actividad o creen que la tienen. Pero entonces, te va generando cráteres.

Yo quiero hablar de todo esto porque faltan pocos días para las elecciones y porque todo esto es lo que está ocurriendo hoy en el Gobierno nacional y en nuestra Provincia, en la medida en que no podemos detenerlo. Nosotros siempre decimos escudo y red para contener, pero obra pública no hay en ningún lugar de la Argentina, paró todo el Gobierno nacional y los gobiernos provinciales, o de diferente orientación o de diferente dimensión también de sus economías, han parado todo, porque hay un momento donde para lo que te alcanza es para sostener lo básico, y hay que sostener lo básico. ¿Cómo ha aumentado la necesidad de respuesta de nuestro sistema público de salud por culpa de Milei? Lo decíamos recién, por las prepagas que la gente ya no puede pagar, o por las prepagas que ajustan también la prestación y una parte queda afuera o el sistema de obras sociales que tienen que sostener la salud con salarios bajos y con despidos y con cierres. Todo eso es lo que está ocurriendo Y yo llamo la atención porque nosotros lo decimos, lo formulamos, hay otros que lo callan, otros que lo ocultan, nosotros lo planteamos permanentemente desde el día uno que llegó Milei, por eso yo también pido un reconocimiento para este intendente. Plantear las cosas y después acompañar las luchas, pero después en toda esta situación, cuando ya ves un gobierno que es absolutamente impermeable a todo discurso que no forme parte de su ideología y a toda influencia que no sea de los más ricos, los más poderosos, de los grandes empresarios, de estos popes tecnológicos, bueno, no escuchan a nadie y las cosas pasan y no las escuchan, no las ven porque no las sienten. 

Yo creo que que ya probamos y lo vamos a seguir haciendo, manifestar, movilizar, hemos acompañado a los sectores que luchan y que resisten y, al mismo tiempo, lo hemos hecho en todos los foros posibles, pero ahora hay una oportunidad grandísima, una oportunidad grandísima que no podemos desperdiciar, que es decirle esto de una manera más potente, más poderosa, yo diría más numerosa también, que es a través del voto. Tiene una importancia gigantesca y les hablo a ustedes que han sido amenazados, han sido amenazados cada uno de ustedes, ni más ni menos que por el Presidente del país más poderoso del mundo, que ha dicho que si votan de determinada manera van a pasar determinadas cosas. 

Antes pensábamos que la ayuda que le iba a dar a la Argentina Trump parecía que era por una cuestión de benevolencia, qué sé yo, o algo así, que le importaba. Luego entendimos que era ayudar a la Argentina para que el Gobierno no tuviera muchísimas dificultades que estaba teniendo y pudiera llegar por lo menos a las elecciones. Ahora entendemos que no, ahora entendemos que solamente, aparentemente, van a ayudar al país si se vota como dicta el presidente de Estados Unidos, si no nada, si no nada. Si no, nada. 

Entonces, estamos ante un desafío muy grande. Yo creo que lo que venimos a hacer hoy es recorrer un hospital que estaba en un estado de necesidad, de abandono hace mucho tiempo. Por supuesto que sabemos, somos conscientes de todo lo que falta en materia de inversión, en infraestructura, en todo y sabemos, también, que si los hospitales y el sistema de salud pública se sostiene, más allá de los esfuerzos que hacemos nosotros y de las decisiones que tomamos como autoridades políticas, es por los trabajadores y trabajadoras. 

Y yo hablaba de esto que tal vez no es, y Nico lo planteaba también, es mucho más complejo. Como nosotros tenemos una infraestructura hospitalaria, pero también escolar y también logística y también las rutas, con tantos años de abandono muchas veces, y muchas veces con una antigüedad que está alcanzando, llamémoslo, la obsolescencia, ¿no? Nos está pasando que, por ejemplo, cuánto tiempo, vos hacés una obra de agua o de cloaca, ¿no? En un pueblo, en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. La obra de agua y de cloaca que necesita el pueblo, más allá de si se desborda la prestación por un crecimiento, lo mismo, ¿cuánto dura? ¿Cuánto dura? Y a veces uno dice, ‘bueno, infinito’. ¿Qué es infinito? 50, 60, 70 años. Bueno, buena parte de la obra de infraestructura de agua y cloaca, de saneamiento de la provincia de Buenos Aires, es obra que se hizo hace 70 años, 80 años, casi toda, y ¿saben por qué? Porque la hizo el peronismo. Es un hecho, eh. Incluso en pueblos que no son precisamente afines o afectos, pero vas ahí y te dicen, ‘che, hay que cambiar todas las cañerías del pueblo’, ¿por qué? ¿Qué pasó? ‘No, nada, están viejas, ya están viejas, cumplieron su ciclo’, y son 60, 70 años, porque vienen de aquella época cuando se hacía obra pública masivamente, obra de infraestructura social básica.

Pero lo que yo digo es que está en juego todo esto, todo esto, que falta un montón pero se viene haciendo. Y lo que cambia en tu lugar de trabajo, no que se haga todo junto, porque intervenir sobre la infraestructura que está hace tanto tiempo necesitando un mantenimiento o un reemplazo o una mejora o un aggiornamento también, porque capaz cambiaron la forma de atención, antes eran pabellones, lo que veíamos recién, y todas las camitas juntas, bueno, eso ahora cambió lógicamente y está bien, por el tipo de atención, por lo que nos piden, nos exigen, por lo que es más digno, bueno, por lo que sea. 

Bueno, poder intervenir sobre infraestructura que ya tiene muchos años, es más difícil a veces que empezar de cero y que siga funcionando mientras tanto y que se pueda dar respuesta. Así que he recorrido hoy, lo que tiene que ver acá abajo con Kinesiología, con Traumatología, después estuvimos viendo consultorios nuevos, estuvimos viendo acá y me dicen que hay tres obras en construcción en el hospital.

Y a veces también eso, porque acobarda cuando hay tantas cosas para hacer, hay que empezar por un lugar y que empiece a tomar una dinámica. Digo ahora porque en estas elecciones del 26 también se va a jugar si podemos seguir con las obras, obviamente, ¿qué es lo que observamos? Que hay una situación económica cada vez más compleja, que eso hace que cuando uno se entera, ahora sacaron las estadísticas, doscientos y pico mil de pérdida de fuente de trabajo, es muchísimo y eso implica que alguien no tiene un laburo y obviamente no puede consumir, no cobra, obviamente, la empresa que cierra no contribuye, bueno, entonces eso es también una situación que se va complejizando y se espiraliza. 

Así que tenemos que ponerle un freno a esto, esa es la opinión que tenemos a nivel nacional, a estas políticas que que son tan perjudiciales, a estos discursos que son tan, tan del odio y tan, tan nocivos. Bueno, a todo esto hay que ponerle freno. Nosotros vamos a seguir predicando, si me lo permiten, vamos a seguir sosteniendo nuestras ideas, pero hace falta que sea masivo, que se escuche bien, por eso para defender, no solo lo que se hizo, sino lo que todavía nos falta, le venimos a pedir que lo expresen fuerte y claro en este octubre, en este 26 de octubre en las urnas. Muchas gracias.

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