Apertura de jornadas preparatorias hacia el 4º Congreso Estado Presente: “Violencia de Género, Consumos Problemáticos y Salud Mental. Nuevos desafíos en las intervenciones”
Primero, quiero agradecerle a la Universidad Nacional de La Plata. La verdad que últimamente estuvimos acá, acompañando a lo que fue el comienzo de una lucha histórica para defender la universidad pública. Estuvimos ahí reunidos, así que quiero empezar agradeciéndole también a los compañeros y compañeras del movimiento estudiantil de la Universidad de La Plata y de todas las universidades de Argentina. Porque son momentos que tienen que ver con una situación tan complicada, tan complicada y tan oscura que se está viviendo, que me parece que vale la pena reunirse, reflexionar y, bueno, entonces también agradecerles muchísimo por el espacio. Miren que acá en provincia de Buenos Aires, comentaba Estela y sabemos, acá en la región capital, donde se ha ganado en los municipios más importantes, en La Plata, en Berisso y Ensenada, por eso también agradecerle a Fabián y agradecerle a Mario. Pero le quiero agradecer a las decanas de las dos facultades que hoy nos brindan este espacio, porque la verdad es que los espacios de la universidad pública, en todo el país y también en la provincia de Buenos Aires, se han convertido en territorio de Estado presente y de derechos. Así que estar acá, como vos decías, es cierto, nos permite establecer el vínculo entre la lucha por los derechos de las mujeres y la lucha por el derecho a la educación pública gratuita y de calidad. Y tiene esa significación hacer la reunión, esta jornada, hoy acá.
Después, algunas reflexiones, por supuesto que cada vez que piso -ya en lo subjetivo- una universidad, cada vez que me toca hablar en una facultad, me da ganas de explayarme con un poquito más de tiempo ¿no?, que lo que a veces la tiranía de la comunicación en las redes o la comunicación, incluso en la tele, o siquiera lo que nos toca como representantes o como gobernantes cuando te ponen un micrófono adelante, cuando vas a una entrevista, cuando vas a un canal. Bueno, a veces no hay tiempo de reflexionar y de pensar. Así que, además de que esta jornada nos permite articular un balance de las políticas que tuvimos y que pusimos en marcha desde el Ministerio de las Mujeres, en conjunto con otros ministerios, porque acá también hay, además de salud mental, que me decía Julieta que recordara que se abrieron nuevos centros comunitarios de salud mental en Ensenada, en Berisso, en La Plata y en toda la provincia de Buenos Aires. En uno estuvimos juntos, Mario, inaugurando.
Más allá de eso, creo que hay que aprovechar estos espacios de deliberación y de reunión para reflexionar, decía Estela, que me gustó, la segunda temporada del Ministerio de las Mujeres, ¿no? Porque fue un Ministerio que creamos durante la primera gestión y que tuvimos, creo yo, la decisión no solo oportuna y correcta, sino, creo yo, a esta altura providencial de sostener el Ministerio de las Mujeres cuando lo cerraban en la Nación y en todo el país. Así que estamos ante un Ministerio que hoy es referencia en toda la Argentina. Así que exige muchísima, pero muchísima, deliberación y reflexión. Para que la acción del Ministerio tenga fuerza tiene que ser realmente participativa, tiene que llegar a todo el territorio. Así que esto implica llevar adelante este tipo de reuniones. Vos decías, segunda temporada, sigo con la jerga, pero en otra plataforma, ¿no? Nos cambiaron de plataforma. Porque es un contexto absolutamente distinto.
Así que quiero hablar primero del contexto, al que se refirieron, bueno, Mario, Estela, las decanas, todos se refirieron al contexto, si bien algunos hablan de territorio, no sé si llamarlo liberado, porque la palabra libertad es otra de las que está en disputa, pero territorio, creo yo, diferente, distinto, de preservación de ciertos valores, de ciertas conductas, de ciertas políticas en un marco de un Gobierno nacional que nos está sometiendo a una política de abandono, ¿no? De abandono porque han suspendido programas y líneas de acción, líneas presupuestarias, acciones del Gobierno nacional que afectan a todo el territorio nacional. La ausencia del Estado nacional no es simplemente algo que falta metafísicamente, que también ocurre, sino que han suspendido recursos, han suspendido… Han echado gente en todo el territorio argentino, han cerrado ministerios, lo han hecho con una liviandad y con una suerte de impunidad que es aterradora, ¿no? Porque no es que el Ministerio de las Mujeres del Gobierno nacional simplemente no está y es afuera y dar una señal política, discursiva, ideológica o simbólica, es que faltan las políticas.
Nosotros hemos tenido que fortalecer la Línea 144 en la provincia de Buenos Aires porque en el Gobierno nacional viene una lógica de achicamiento, o cierre, de programas, ahora con el INTA, pero todas las semanas a lo distinto. Y tiene efectos prácticos, reales, materiales, cotidianos, que significan -hay que decirlo con todas las letras- un momento de profunda regresión. Un momento de retroceso, más allá de lo que nosotros hacemos, de lo que nosotros decimos y de lo que nosotros sostenemos en la provincia de Buenos Aires, a nivel nacional se está viviendo un momento de claro retroceso en varias dimensiones.
Por eso quería dedicarle un rato, prometo no extenderme demasiado, porque son cuestiones sobre las que reflexiono mucho y que no hay demasiados lugares para exponerlo con determinada extensión, tranquilidad y sin estar, como decía recién, corriendo por la tiranía de los tiempos de la comunicación política o de la comunicación en general. Que también habría que tomar nota de que no solo se vienen achicando esos tiempos, sino que se vienen degradando los lenguajes. Y antes nos quejábamos de que nos comunicábamos, nos teníamos que expresar en 144 o no sé cuántos caracteres, que eran un tuit. Ahora, lamentablemente, ni siquiera se llama tuit, sino que hemos visto con una expresividad y una alevosía que no habíamos visto antes, que lo hacemos en espacios absolutamente privatizados.
Fíjense, las cosas cómo han cambiado tan rápidamente y cómo ahora es más fácil comprender que lo que nos vendieron de las redes sociales, como espacios de libertad de la palabra y democratización de la información, democratización… se han convertido rápidamente en el extremo opuesto. Ni libertad ni democratización, sino secuestro, captura y sometimiento a lógicas de lo privado, algoritmos oscuros donde, la verdad que vos decís una cosa y por potente que sea, la decís en una red, cuyo dueño se llama Elon Musk y que surge y compra esa red social para darle palabra a Trump, ¿no?
Así que creo que algunos de los espejismos que se habían generado sobre las nuevas formas de comunicación, los nuevos formatos, las nuevas plataformas, las nuevas redes como un lugar de expresividad y de libertad, han quedado claramente expuestas ahora como exactamente lo contrario. Es decir, fue una trampa, fue una trampa. Y esto que veíamos, bueno, ‘se va a llevar puesto a los medios de comunicación tradicionales, que eran parte de corporaciones’, cosa que es cierto ¿no?, y que tenían de alguna manera concentrada y monopolizada una parte de lo que se ha llamado, lo digo sin ningún rigor científico, técnico, ‘la opinión pública’. Porque en algún momento se pensaba, ¿qué es la opinión pública? Lo que aparece en la tapa de los grandes diarios nacionales. Bueno, nos dimos cuenta hace algún tiempo, en la pelea y la discusión de la Ley de Medios, por ejemplo, que eso no tenía nada que ver con la opinión pública. Y empezamos a distinguir, lo digo de nuevo con jerga común, entre la opinión pública, la opinión publicada, lo que decían los medios de comunicación, lo que decían las encuestas, lo que decía alguna parte y un sector del periodismo. Bueno, todo eso que creíamos que nos generaba determinadas limitaciones, restricciones y dificultades para exponer puntos de vista diferentes. Y para exponer puntos de vista diferentes no me refiero a una cuestión de variedad y diversidad por la diversidad misma, o por el pluralismo mismo, porque siempre lo que sufre la censura, lo que sufre el apartamiento, lo que sufre la persecución, lo que sufre acaso hasta la proscripción, como estamos viendo que intentan hacer de nuevo con Cristina, bueno, siempre proviene del mismo lugar.
Lo que hacen estos dispositivos es limitar la capacidad de expresión, la capacidad de difusión, pero además, la capacidad de discusión y la capacidad incluso de confrontación del campo popular, de los sectores que tienen que ver con las tradiciones del movimiento obrero, que tienen que ver con las luchas de nuestros pueblos. Así que si antes nos rasgamos las vestiduras o nos espantábamos porque tal vez Clarín había generado una monopolización de la palabra, ahora vemos que en la lucha y en la discusión con eso caímos en las redes sociales que maneja la ultraderecha internacional. Entonces, estamos en dificultades y estamos en problemas.
Simplemente digo todo esto para celebrar, Estela, la necesidad, la oportunidad y la urgencia de este tipo de espacios de deliberación y de discusión. Y para decir lo mismo que digo siempre, la red social más poderosa que hay es la de la militancia política, la de la presencia territorial, la del cuerpo a cuerpo, la del cara a cara, la que ocurre también en los espacios de trabajo, lo que ocurre en los espacios de educación, lo que ocurre en los barrios. Bueno, todo esto que hoy están tratando de suprimir desesperadamente.
Porque, a ver, recuerdo, me voy a poner un poco más concreto, recuerdo cuando ganó el macrismo, que dijeron que habían ganado con el Big Data que manejaba Marcos Peña, ¿no? Y que eran invencibles, y que el peronismo, el campo popular, los sectores progresivos de nuestra sociedad tenían que reformular todo, adecuarse a esto, comprar grandes computadoras, penetrar en los datos de las personas y entrarle a la gente por los teléfonos. Bueno, quiero decir que esa estrategia, mayormente, de disputar en ese terreno con el macrismo, esa estrategia fracasó. Y menos mal, porque la clave no era comprarse grandes computadoras, robarse los datos personales, saber quiénes creían que lo más importante de la vida eran las mascotas, entonces que aparecieran nuestros candidatos abrazaditos a un perro o a un gatito, o que les gustaba el tenis, y entonces llegarle a ese grupo de esta manera, o que su interés era tal cosa y llegarles por ahí, sino que la clave para combatir, para disputar, para discutir con los sectores de la derecha, en aquel momento, era lo que efectivamente hubo que hacer y que terminó determinando un triunfo en lo electoral, que era militar, recorrer, estar presentes. Y esto no implica despreciar o ignorar, menos todavía, o tener indiferencias con los espacios de comunicación digital.
Digo porque en ese momento, si nos retrotraemos, bueno, ‘nunca más vamos a poder ganar una elección, porque ahora manejan el Big Data, se afanaron los datos de ANSES, se afanaron los datos de la SUBE’, que nos decían a nosotros que era para espiar. Bueno, hicieron un decreto, se robaron todos los datos, entran al teléfono, te llegan al WhatsApp, armaron los grupos, y ahora son invencibles. Y bueno, les ganamos.
Entonces ahora que los vemos predicar por las redes sociales, predicar por X o por Twitter, hacerlo a través de sus trolls, de sus influencers. Y de nuevo estamos pensando, ¿qué tenemos que tener nosotros? Nuestro batallón de trolls y nuestros influencers, que no estoy despreciando nada, ni diciendo… y nuestros streamers, no estoy criticando o, menos todavía, de una manera retrógrada y cavernaria, diciendo, ‘no, che, eso no hay que hacer nada’.
Lo único que digo es que no creo que ahí esté la clave. Porque a veces hay una, como decía recién, tiranía de los formatos, que si uno, sin ponerse a hablar de viejas escuelas de la comunicación, esto de que si el medio es el mensaje, o si te limita. Bueno, no quiero hablar de nada de eso, simplemente hay cuestiones que no se pueden decir, que no se pueden explicar, o por una pantallita, lógicamente no te las cree nadie. Lo cual nos lleva, de nuevo, a que los que se sienten abrumados porque Milei nos va a ganar siempre a través de las redes sociales, mi respuesta no es ‘armemos una buena cuenta de Twitter, seamos tan agresivos y violentos como ellos, para llamar la atención, amoldémonos a esos formatos espantosos, horribles, agresivos, empobrecedores’. Sino que yo creo que la clave está en el polo opuesto: recorramos los barrios, recorramos las fábricas, recorramos el territorio y demos las discusiones que tenemos que dar. No en esos formatos. Por eso celebro y creo que tenemos que pasarnos este tiempo, también, deliberando, discutiendo, replanteándonos. Yo en un momento dije, esta vez no va a ser volver mejores, sino mejorar para volver. Y me refería, en parte, a esto, a dar las discusiones que tenemos que dar, en los espacios que corresponden, no en los medios de comunicación, no con las operaciones y no por las redes sociales. Darlas como las tenemos que dar.
Entonces, por supuesto, hablé de la 144, hablé de los nuevos centros comunitarios de salud mental. Puedo hablar también de llevar salud mental a las escuelas. Puedo hablar también de lo que estamos haciendo en todo el territorio provincial desde el Ministerio de las Mujeres, en conjunto, miren, acá tenemos representantes del Ministerio de Seguridad también. Estamos logrando romper lo peor que le puede pasar a un Estado, que es convertirse en compartimientos estancos que no dialogan entre sí y no coordinan las políticas. Uno puede tener muy buenas políticas de un ministerio, eso puede funcionar muy bien, el gran desafío es hacer políticas que abarquen a todos los ministerios de un gobierno y que ese gobierno de respuesta desde todos los güines y con todos sus recursos.
Así que, bueno, lo dijimos siempre, particularmente para las cuestiones de género y el Ministerio de las Mujeres, que iba a ser muy difícil porque como hay otras temáticas, pero esto en particular, que afecta y permea en las acciones de un gobierno en todas sus áreas, absolutamente en todas sus áreas. Un enfoque que tenga en cuenta, o que tenga en cuenta como ‘bueno, che, vamos a hablar de esto’, sino que haga propio un abordaje de género. Bueno, requiere que cada una de las políticas se replanteen en esta clave. Ese era el desafío más complicado. El desafío más complicado era llegar a cada uno de los distritos. No alcanzaba con que acá en La Plata o que el Gobierno, con que el Gobierno provincial tuviera políticas, aún si eran luego itinerantes, si después recorríamos y alcanzábamos cada uno de los territorios, sino que lo que había conseguir es que en cada uno de los gobiernos municipales, en cada uno de los partidos de la provincia de Buenos Aires tuvieran una presencia cotidiana y permanente las políticas de género. Bueno, creo que esa etapa de primera temporada: éxito absoluto, Estela. Que era lo más difícil. Que era lo más difícil.
Por supuesto que esto no resuelve las cuestiones que se van agravando, porque el otro tema con Milei, el otro tema con Milei es que lo que va generando y lo que va haciendo, las consecuencias que van teniendo sus políticas y van complicando cada vez más la gestión en todas las áreas. Decir esto de ‘escudo y red’ no era un chiste, pero sí tener en cuenta que entre el abandono y deserción del Estado nacional, y los efectos y consecuencias de las políticas del Estado nacional, aún sostener lo que tenemos se vuelve cada vez más problemático. Y lo quiero decir porque, por ejemplo, en materia de salud desfinancian al Gobierno provincial, cierran todos los programas nacionales, ahora están intentando transferir, por decir algo. ‘Transferir’ es una palabra demasiado grande. Tirarnos por la cabeza, ¿no? Como han hecho con el Bonaparte, pero como quieren hacer con todos los hospitales nacionales que están en territorio de las provincias. Por supuesto, mayormente en territorio de la provincia de Buenos Aires y tirártelo por la cabeza bajo la amenaza de cierre o privatización. Miren qué perverso, ‘si no te hacés cargo, lo cierro’. Y eso viene, por supuesto, sin recursos. Entonces, no es solo sostener en las condiciones que teníamos, esto es lo de cambio de plataforma, ahora en una situación, en un contexto mucho más complicado porque el agravamiento de la crisis económica, productiva, de empleo, salarial, que se está viendo en la provincia de Buenos Aires, principal víctima también, no solo cuantitativa sino cualitativa de las políticas de Milei. No es solo que somos el 40% de la población. Fíjense, somos 40% de la población, aproximadamente, pero 50% de la industria. La nuestra es una provincia productiva. El otro día Milei pegó el faltazo en un encuentro industrial de la UIA, que no es precisamente una cueva del comunismo la UIA, ¿no? Ni del peronismo. Ni del peronismo. Lo mal que hace la UIA en no ser peronista. En defensa propia, sería peronismo en defensa propia. Pero fíjense, no fue Milei, no fue nadie, se la vaciaron. Un encuentro de industriales. Con tipos que hacen cualquier reunioncita miserable de cuatro referentes de la derecha y sale corriendo, se va en avión, con la nuestra, eh, con la nuestra, viaja con la hermana, está haciendo un tour internacional, de la derecha internacional con recursos públicos para hacer la difusión de determinadas políticas y lo tienen de referente mundial. De referente mundial de esas payasadas. De esas payasadas. Porque nadie, nadie, no consiguen a nadie que tenga las responsabilidades de Milei y que diga las barbaridades que está diciendo Milei. Y que diga las barbaridades absolutas que está diciendo Milei.
Entonces les está sirviendo hasta para eso. ‘Miren, acá tenemos un presidente que dice estas barbaridades’. Que no se anima a decir ni Trump, ¿no? Que no se animan a decir referentes que tienen responsabilidades, bueno, tal vez de otra magnitud, o tal vez de otras características que las que tiene Milei, y Milei va y lo dice. O sea que, yo lo que quiero decir, es que ni en ese cuadro internacional, ni acá en la República Argentina el que toma las decisiones es Milei. Que les quede claro. Es el que representa a determinados intereses. El que representa a determinados intereses y sirve a determinados intereses. Tampoco nos vayamos a creer que Milei es el que está atrás de todo esto que pasa. A Milei le entregaron un botoque así, que son la Ley Bases y el DNU 70, que yo me arriesgo a decir, y casi con total certeza, no voy a apostar nada porque estamos en contra de la ludopatía, por supuesto, pero… Pero bueno, domésticamente diría 10 a 1 que Milei ni sabe qué es lo que tiene adentro la Ley Bases. No tiene ni la más pálida idea de lo que significa, de cuáles son sus efectos.
Entonces, si llegamos a esa conclusión, que su plan de Gobierno en cuanto a reformas estructurales no lo hizo él. Que no lo hizo él ya lo sabemos, porque todos vimos el videíto de Sturzenegger también, elenco permanente de la derecha argentina en estos planes de ajuste y en estos saqueos, que ha pasado por todas las experiencias recientes de destrucción del tejido productivo, de los derechos. Bueno, estaba con ese pilón de hojas que después fue el DNU 70 y la Ley Bases, debidamente separado entre lo que pensaban hacer por decreto y lo que iban a llevar al Parlamento a discutir. Pero mostraba ¿no?, y decía, ‘esto es para Patricia’, ‘ya tengo listo el plan de gobierno de Patricia’, cuando Sturzenegger ni siquiera sé si formaba parte… Tengamos en cuenta estas cosas, eh. Porque si no llegamos a falsas representaciones de con quién estamos discutiendo y cuáles son los poderes que confrontamos, ¿no?.
Porque si esto fuera Milei y solo Milei y sus barbaridades, sus exabruptos y todo eso, bueno, estaríamos en condiciones complejas porque es presidente, pero es mucho más denso y, creo yo, está mucho más estructurado, está mucho más enraizado lo que está pasando hoy en la Argentina y vale la pena, en esta clave, pensar un poco qué es. Qué es lo que está pasando, cuál es el plan, cuál es el proyecto y quiénes son sus verdaderos dueños. Quiénes son esos poderes, esos intereses que están por detrás de las payasadas, las agresiones y los exabruptos de Milei, a lo que, repito, no les resto importancia porque he dicho varias veces que no lo podemos naturalizar. Que cada vez que Milei, lo vimos hace poco con temas de literatura, pero lo hemos visto con científicos, lo hemos visto con referentes del deporte, del campo de la música. Bueno, se la agarra con todos. Por supuesto que con los dirigentes políticos también. Bueno, yo voy a dar mi apreciación sobre esto: no vamos a dejar pasar ninguna. No podemos dejar pasar ninguna, pero con una clave, no me van a ver a mi modificando mi lenguaje para llamar la atención, para ponerme agresivo, para responder a una agresión con otra, una descalificación con otra. Para mí no va por ahí, eh. No va por ahí. Porque es obvio, es obvio, es obvio, pero… Es obvio que gritan y descalifican porque no tienen explicaciones y argumentos y no tienen razón. Entonces, si nosotros respondemos a eso insultando, descalificando y entendiendo que ahora ese es el formato exitoso, corremos el riesgo de quedar prisioneros de un formato que habla también de lo que está atrás, de cuál es el contenido. El contenido es que no se pueden decir de esa manera, que no son acordes a ese formato. Y menos mal. Y menos mal.
Pero bueno, entonces vamos a tener que darnos el tiempo y generar los instrumentos y generar los espacios para poder dar esas discusiones con las mayorías, con el conjunto, con el grueso de nuestra sociedad, pero en estos otros tonos y con esta otra agenda.
Vos dijiste la palabra agenda, me parece fundamental. Esa otra agenda, el desafío es sostener otra agenda, que no solo sea reactiva y contraria a cada uno de los desastres.
Este es un gobierno, a ver si a un año vista no nos dimos cuenta, es un gobierno que se propulsa, propulsado a escándalos, ¿no? Su medio de locomoción son los escándalos. Entonces, a un escándalo de hoy, que nos pone a todos los pelos de punta, le sigue el escándalo de mañana.
Entonces, ¿qué está pasando? Obviamente que son funcionales y expresión de un proyecto mucho más profundo, mucho más serio, mucho más complejo, pero son también, al mismo tiempo, son funcionales, acaso sean partes, pero creo que no es el núcleo y terminan siendo maniobras distractivas.
Entonces tenemos ese dilema, no dejarle pasar ninguna, pero tampoco enganchar nuestra agenda a esa agenda, donde todas las semanas estamos discutiendo con la última barbaridad que dijo Milei. Tenemos que contestarla, tenemos que contestarla con altura, pero seguir instalando y desarrollando nuestra agenda, que es una agenda que al mismo tiempo le da densidad y enhebra a los sectores populares, a los sectores del campo popular que llevan adelante y desarrollan la resistencia, y más todavía, que están preparando el programa para cuando volvamos a gobernar la Argentina. Que lo están preparando, ese es el punto. Todo eso a la vez.
Pero quería referirme un poquito al corazón, a de qué se trata el proyecto de Milei. Por supuesto que es provisorio, por supuesto que requeriría mucho más desarrollo, por supuesto que entonces, por simplificar, probablemente lo diga de una manera polémica y hay mucho para discutir, pero bueno, no es en este Congreso donde lo tenemos que hacer, pero quiero empezar por ahí.
Hay una vocación de transformar profundamente la matriz productiva de la Argentina, convertir la Argentina en otro país, en un país distinto, en un país distinto. Por eso, simplificando, tengo bastante que decir al respecto, pero simplificando. Un país, un espacio de acumulación vinculado a las materias primas, a los recursos primarios, llamémoslo primarización y, al mismo tiempo, un espacio de, digamos, un espacio no diría de acumulación pero sí de reproducción, de reproducción de excedentes financieros.
Voy a ser más claro. Un país de recursos primarios, de explotación de los recursos primarios, lo podemos llamar extractivismo y un país de reciclaje de fondos financieros, nacionales e internacionales, de excedentes, llamémoslo financiarización, primarización – financiarización. Quieren un país que sea un país de saqueo de recursos naturales y de timba financiera. Ese es el país que están buscando. ¿Qué problema tienen? Que la historia de la Argentina, la estructura productiva actual de la Argentina, y con eso, sus formaciones políticas, sus organizaciones y voy más al fondo, sus modos históricos y culturales, son distintos, son incompatibles con ese país. Tienen ese problema.
Quieren ser un país que excluye y que rechaza la historia y la cultura del pueblo argentino. Por eso, le ponen tanto más… Miren, yo escuchaba con atención, me castigo con eso, ¿no? Me castigo. Escuchaba con atención las presentaciones de la Fundación que hicieron hace pocos días. Hay que prestar atención. Ellos dicen, ‘¿en qué fallaron las otras experiencias?’ No lo dicen así, eh. ‘¿En qué fallaron las otras experiencias de torcer el rumbo de la Argentina y convertir a la Argentina en un país colonizado, en un país subordinado, totalmente de intereses externos o de grandes corporaciones?’, bueno, ‘¿qué es lo que falló? Perdimos la batalla cultural’. Ellos se dieron cuenta de que no van a poder torcer el rumbo de inserción internacional, de matriz productiva, de organización económica, de organización territorial también. Porque esto implica una vuelta a un centralismo, a un unitarismo, Mario, de una dimensión que nunca hemos observado. Si logran esto, va a haber enclaves de explotación de recursos naturales con salida directa a mercados extranjeros y después plazas financieras, y nada más del país. Yo recuerdo que Martínez de Hoz, ministro de Videla, de la dictadura, cuando planteaba esto, abordó la batalla cultural también, eh. Esta propaganda, que es bastante famosa, de una silla argentina y de una silla importada, propaganda de la tele abierta, donde se sentaba alguien en la silla argentina y se rompía y decían, ‘¿por qué?, si esta es mejor, más barata, más linda, ¿por qué vamos a hacer esta si tenemos esta otra?’. Estaban disputando a qué nos íbamos a dedicar los argentinos y argentinas. Y peor todavía, ¿a qué iban a dedicar ellos, o querían dedicar ellos, nuestro patrimonio? Nuestro recursos naturales, el producto de nuestro subsuelo. Incluso las instalaciones industriales, productivas que teníamos.
Eso estaban discutiendo e intentaron. Y Martínez de Hoz lo decía con mucha crudeza, decía, ‘este país…’, por supuesto que aparece siempre como una discusión sobre la fisonomía, sobre la anatomía del Estado. Aparece como si estuvieran discutiendo el Estado pero no están discutiendo el Estado, o principalmente no están discutiendo el Estado. Están discutiendo el país. Y están discutiendo qué quieren para nosotros, para el pueblo, para la sociedad. Eso es lo que realmente están discutiendo. Y lo trafican como si fuera una cuestión de un Estado grande, un Estado chico, que gasta mucho, que gasta poco.
Pero no es esa la discusión de fondo. Por eso vamos a ese corazón. Quieren un país distinto al que tenemos y se han dado cuenta, han descubierto, porque yo decía Martínez de Hoz con la crudeza que lo caracterizaba y que se podía permitir, porque no había democracia, porque había una verdadera matanza, un genocidio de los que estaban en contra de esto, podía decir ‘bueno, ese país, que es el país, la Argentina que necesitamos, que queremos, la que nunca se debiera haber abandonado, que era también el agroexportador, el modelo de extracción de materias primas para llevarlas a elaborar, ustedes saben que los ponchos y las alpargatas de los gauchos argentinos se hacían en Inglaterra. La manufactura inglesa con materia prima nacional. Fíjense qué mal, qué mal que tenía que estar el tejido productivo de Argentina que, en ese momento, era más barato llevarse la materia prima allá, elaborarla ahí y traerla de nuevo en barcos que tardaban un mes, 45 días. Si ahora hablan del costo del flete, de la hidrovía, de todo esto. Bueno, imagínense. Evidentemente, no es porque era más barato. Es porque tenían una política imperial y colonialista que impedía que se radicara acá la producción de materias primas. Por eso les jode Juan Manuel de Rosas. Es por eso.
Pero entonces digo, Martínez de Hoz, con la crudeza que tenía, decía, ‘ese país, que es el país, la Argentina bien’. Ahora dicen, ‘de hombres de bien’, ¿no? Estos que defienden la familia y no saben… No, no me quiero meter con cuestiones personales, pero… No me quiero meter, dije que no iba… No está fácil, eh, porque es tan bizarro todo que no está fácil. Pero, él decía, ‘¿qué dificultad hay?’, Martínez de Hoz, para llevar adelante ese proyecto de torcer el destino, el rumbo, la historia y la cultura argentina, lo que habíamos edificado, lo que se había construido. ¿Qué pasaba, cuál era la dificultad que había? Decía él: ‘Sobran 10 millones de argentinos’. Y eran 25 millones en ese momento, ¿no? Y sobraban 10. Era una Argentina para 15 millones. Fíjense que de Martínez de Hoz a esta parte la población argentina se duplicó. Y las tecnologías, las modalidades de explotación de los recursos primarios, en materia de necesidades, de trabajadores, de mano de obra avanzaron un montón. Ustedes saben que en el campo argentino, con la siembra directa, con las nuevas tecnologías, con los transgénicos, con los agroquímicos, bueno, lo que antes hacían con tractores propios, con laburantes propios, hoy son esos mega transformers que uno ve, a veces, andar por la ruta, ¿no? María Celia, que requieren un operario, y todo lo demás y cada vez más, tiende a estar robotizado. Están pensando ya cero humanos para la explotación agropecuaria. Bueno, esto está pasando en todas las ramas. O sea que, si Martínez de Hoz pensaba que el país era para 15 millones, yo creo que, con los avances tecnológicos, Martínez de Hoz hoy haría la cuenta de nuevo y diría ‘bueno, con la mitad nos arreglamos’. Y el problemita que tenemos es que nosotros somos 50 millones, no 25 millones. Yo creo que si al Toto Caputo le dan la suficiente intimidad y le hacen la pregunta, estarían sobrando, sí, 30, 40. Ese es el problema.
Pero se han dado cuenta de que para alcanzarlo de manera definitiva, de manera terminal, para alcanzar esa meta tienen que dar la discusión, llamémoslo así, sobre las cuestiones históricas, tienen que reescribir la historia de la Argentina. Tienen que, además, disputar cuestiones culturales iba a decir, pero casi de sensibilidad de nuestro pueblo. Porque si no no lo pueden imponer, porque si no, aunque avancen en el terreno del programa económico, que es de lo que yo debería hablar hoy, pero ese programa no entra, no perdura, genera resistencia, genera hasta enojo, angustia, en enormes sectores de la sociedad. Imagínense, si implica llevarse puesta la vida, las costumbres, las aspiraciones de millones y millones de argentinos, sin ponerle un número. Ese es el país que quieren ellos.
Cuando hablan de que el paraíso perdido de la Argentina fue 1880 o 1890, lo que están diciendo es ‘queremos ese país’, primario, colonial, subordinado. Que es un país sin producción, sin industria, y sí claro, casi sin Estado, sin universidad pública, con femicidios y sin derechos. Es todo eso junto. Todo eso junto. Y saben ellos que lo que se van a encontrar es una oposición, una resistencia. Obviamente que esto tiene expresiones dirigenciales y políticas, obviamente que esto tiene expresiones organizativas, pero lo que están haciendo es apuntar a cambiarles la cabeza. Una cuestión del software ¿no? Quieren cambiarles la cabeza. Para cambiar el hardware, necesitan primero, o al mismo tiempo, cambiar el software. Tienen que rehacer un conjunto de, yo iba a decir la palabra valores, pero convicciones, certezas y sensibilidades incluso. Tienen que conseguir que nos dé lo mismo que apaleen jubilados, que seamos indiferentes a que gaseen niños. Tienen que explicar que cierra la universidad porque, o la desfinancian, porque son todos chorros, tienen que decir que un científico argentino que está en condiciones, bueno, que es reconocido internacionalmente, o una escritora, un escritor traducido a miles de idiomas, a 15 idiomas, que triunfa internacionalmente, bueno, tienen que convencernos de que es un privilegiado, de que lo está haciendo con los recursos de otro, que fue gracias… O un artista popular, que eso lo hizo porque lo subvencionó el Estado. Es decir, tienen que desprestigiar, no sólo a la dirigencia política, de lo que se ocupan, por eso también uno dice ‘che, pero ahora se la agarran con Lali, ahora se la agarran con Dolores Reyes, ahora se la agarran con…’ Y uno dice, ¿por qué, por qué, por qué es esto? Tienen que destruir o tienen que disputar y tienen que modificar una estructura de sentimientos, convicciones muy profundas, valores muy profundos de nuestra sociedad. Tienen que reemplazar algo que es conocido, sabido, que además es real y tangible, la solidaridad por el egoísmo. Tienen que reemplazar la organización por el sálvese quien pueda. Y se han dado cuenta que no solo es prohibir, no solo es incentivar, facilitar o difundir estas cosas, sino que tienen que cambiar impulsos y convicciones de millones de personas, eso es lo que ellos llaman batalla cultural.
No tienen que cerrar el Ministerio de las Mujeres únicamente, lo que quieren es que todos pensemos que no hay desigualdad de género. Que estemos convencidos de que la violencia contra las mujeres no tiene nada de especial, que son hechos, como decía, de violencia doméstica, es más, culpabilizar a la víctima, es decir, es volver a todo eso. Y se dan el trabajo de disputarlo y de discutirlo porque se dan cuenta que si no lo disputan y si no nos convencen, y si no lo modifican, por más que cierren el Ministerio de las Mujeres van a tener que enfrentarse a millones de mujeres y varones.
Entonces, me quería referir a la conexión, bueno, uno diría en lenguaje clásico, estructura-superestructura, como quieran llamarlo. Pero, para decirlo más sencillo, ellos quieren hacer un cambio radical y profundo en qué es la Argentina, en de qué vive, en con quién se relaciona y cómo se inserta como país, como espacio de producción, de acumulación, de generación, y no me estoy refiriendo solamente a bienes y servicios, ni a materias primas, me estoy refiriendo a todo lo que hacemos los argentinos y argentinas que tiene una identidad y una representación y determinado peso, aún a escala regional e internacional. Por eso es importante hasta en relaciones exteriores. Con esta clave un entiende.
¿Con quién nos quieren hermanar? Hace poquito firmé un hermanamiento con la ciudad de México que tiene una alcaldesa. Bueno, pero ¿con quién quieren? Con Israel y con Estados Unidos. No voy a referirme porque son pueblos, ¿no? No voy a referirme a todo ese conjunto que lleva ese nombre. Pero estoy diciendo, para la Argentina, que los enemigos sean Brasil, Chile, toda nuestra región, Colombia y que nuestros amigos sean esos países, y bueno, es una parte de la batalla cultural, que nuestros aliados, aliados que, yo lo voy a decir porque me tocó ser ministro de Economía de la Argentina en la época de Cristina, aliados que nos responden en general con absoluta indiferencia. Si saben que la capital de Argentina no es Río de Janeiro. Entonces, fíjense, y lo estoy diciendo en términos así simplificados. No hay ningún problema, lo que nosotros sostenemos es que está todo bien, hay que generar vínculos y relaciones internacionales con las más importante potencias, con países lejanos, pero eso no es a costa, y en vez de generar vínculos con nuestra región, con América, con América Latina, con nuestros vecinos y con países del Sur Global, que hay una afinidad de trayectoria, de problemáticas, de necesidades, obvias y evidentes.
O sea, que me parece que todo el tiempo están instalando esta batalla cultural como procedimiento de la batalla cultural, como falsos dilemas: ‘¿che ustedes se van a aliar con unos tipos pobres que viven a lado de ustedes o se van a aliar con las potencias más poderosas?’. Yo doy una respuesta: si tenemos que tener relaciones, vínculos, intercambio, no es con uno o con otro, es con los dos, pero primero con lo que está cerca. Primero con los que comparten una trayectoria, problemáticas, objetivos comunes. Con los que claramente, si no tenemos una política de unidad latinoamericana, bueno, no vamos a lograr nada, es clarísimo eso. Nada.
Entonces hay una cuestión de un cambio en la matriz productiva. Productiva amplia, eh. No estoy hablando de cosas, estoy hablando de todo lo que producimos acá: producimos libros, producimos ciencia, producimos literatura, producimos arte, producimos películas, todo eso que producimos. Quieren otro país, que reniega de todo ese proceso histórico. Por eso yo decía, Martínez de Hoz también quería volver al agroexportador. Y todo como un falso dilema: ¿qué querés? ¿Estado? Bueno, cuál es la discusión: todo Estado o todo mercado; todo Estado o todo mercado. Todo el mundo entiende, en la actualidad, menos Milei, que el peronismo no es una discusión de todo Estado o todo mercado, el peronismo es empresarios, trabajadores y Estado.
Entonces nos lo plantean así, extremo, dilemático, polar, como antinomias, y toman un polo, demonizando el otro. O sea, ese es el procedimiento que repiten, por eso se vuelven negacionistas, por eso es todo extremo, por eso no hay cambio climático. Ya no hay que ser ciego, hay que no tener cuerpo para no darse cuenta de lo que está pasando, hay que carecer de todos los sentidos de los que está provisto el organismo para no ver lo que está ocurriendo.
Pero entonces, el corazón, digamos el objetivo es ese, pero el procedimiento o el instrumento es también y al mismo tiempo, y lo dicen así, ‘vamos a dar la batalla cultural, vamos a convencerlos de que se maten pobres contra pobres, vamos a convencerlos de que no le tiendan una mano a nadie, vamos a convencerlos de que sean insensibles e indiferentes ante el hambre, ante la pobreza y que los culpen a los que son víctimas’, obviamente también en materia de género.
Entonces, estamos en esa situación. Es un negacionismo que, yo decía, además que se ensaña con determinadas banderas históricas que son una expresión a veces sintética, sintética en tanto contiene el resultado de diferentes luchas y diferentes necesidades, por eso se agarran con la bandera de los derechos humanos, con, obviamente, lo que fue y lo que representaron a escala internacional, a mí no para de pasar que cuando me junto con gente, con cualquiera del extranjero, reconoce algunas cosas de la Argentina, entre esas que reconoce, está la lucha de las mujeres.
Por eso, con más saña, con más saña, con más saña también contra las universidades públicas. La universidad pública es también un, llamémoslo, símbolo de muchas cosas, no es solo la universidad por su calidad académica, es muchas cosas. Además, para colmo, entrelaza las tradiciones populares de la Argentina, tiene que ver con algo que ocurrió durante los gobiernos radicales, el de Yrigoyen que fue, lo decíamos acá hace poco, que fue la Reforma Universitaria. También reconocida a escala internacional como la Reforma del ‘18, como un momento de democratización en las universidades que, a nivel planetario, tenían una organización todavía medieval, oscurantista, hereditaria. O sea, la libertad de cátedra, la extensión universitaria, la autonomía, el cogobierno, son como el dulce de leche: producto de la Argentina, ¿eh? Producto de la Argentina. Que se reprodujo y se levantó a escala internacional como una lucha de apertura universitaria a los sectores medios. Obviamente, está lo que se hizo en el ‘18, está lo que se hizo en el ‘49, porque si a esa universidad le cambiamos la forma de enseñar pero dejamos la barrera, que eran los aranceles, para que no entren los hijos de obreros, era una universidad también elitista y también excluyente. Y fue Perón, y fue Perón.
Por eso, a mí me parece que con todo lo que está en disputa y en discusión, y bueno, básicamente hay que ser lo más vivos e inteligentes posibles, hábiles posibles, para discriminar y dividir y separar lo accesorio de lo central, para sostener nuestras agendas, que tienen que ser cada vez más agendas de discusión, de elaboración, de preparación. No nos puede pasar que no sepamos qué hacer. No nos puede pasar, no puede ser, con todo lo que dije, vinieron con 3.000 páginas de reformas para hacer en la Argentina. Bueno, a mí me da la impresión de que nosotros tenemos que estar escribiendo nuestras 3.000 páginas, de lo que tenemos que hacer.
Bueno, eso implica y con esto voy a terminar. Disculpen pero tenemos inauguraciones. Bueno, tengo que terminar, pero quiero, no quiero dejar de decir algo que me parece es central, a lo que se refería Mario, que a veces estos bombardeos, por eso recuperaba la experiencia de cuando nos iban a ganar para siempre con el Big Data y entonces era 20 años de neoliberalismo, bueno, pasó lo que pasó. Pero también pasó que cuando gobernamos nosotros, bueno, tenemos que tener en claro para qué y cómo. Entonces, en ese sentido, creo que el objetivo es dar la batalla cultural. Nos quieren desafiar, quieren discutir si hay o no cambio climático, quieren discutir si en Argentina es importante o no la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ellos lo dicen gritando e insultando, bueno, recorramos la Argentina, recorramos la Provincia, dando estas discusiones. Dando estas discusiones.
No tengo dudas, no tengo dudas, no tengo dudas de que nuestro pueblo está convencido y está más cercano, para no decir que coincidimos, pero está más cercano a nuestro punto de vista. Miren cuando aparecen en las encuestas, ellos dicen ‘hay que privatizar esto, esto y esto’. Van y hacen una encuesta y le dan que el 80% dice que Aerolíneas tiene que ser argentina, del gobierno argentino, el 80% dice que no vamos a solucionar nada privatizando YPF, los medios públicos, no vamos a solucionar nada.
Ahora, pongámosle contenido, pongámosle argumento, renovemos esto, discutámoslo, sistematicémoslo. No tengo dudas, eh, no tengo dudas que nosotros vemos y decimos: ‘como tienen las redes’. Bueno, que sean porque son un fenómeno virtual y un fenómeno de redes. Perdón, en los territorios, en las calles, en la militancia ganamos nosotros. Vamos a dar esa disputa, que quede claro que son un fenómeno de Twitter.
Pero lo peor de toda esta discusión, es si logran convencernos a nosotros. ¿Cómo sería convencernos? Uno no va a estar de acuerdo con las ideas absurdas que tienen, yo no me voy a pasar a la Escuela Austríaca. Lo digo, sí, porque la Escuela Austríaca, Milei dice que es el principal exponente. Yo le digo que tiene razón, porque es el único, no hay otro, no hay otro, yo no encuentro más austríaco que el señor Milei. No hay. Es el más importante, también el menos. Pero, quiero decir, ¿cuál sería el triunfo? Que nosotros, que no nos van a convencer, hagan algo peor: que bajemos los brazos, que nos desalentemos, que nos desanimemos, que todo esto nos abrume. Que nos resignemos, que nos creamos, como fue al comienzo del gobierno Macri, que eran invencibles ellos, porque tienen no sé qué mecanismo, qué cosas. No es así. Se vuelven invencibles si bajamos los brazos. Se vuelven invencibles si nadie les da la batalla. Claro que son invencibles si no damos la pelea, si no lo disputamos, si no lo discutimos. Mirá si nos vamos a asustar con el brazo armado del Gordo Dan.
Por eso, a mí me parece que ahí hay una clave y la otra clave es comprender, por lo menos en nuestro caso claramente, que este no es un momento solamente de resistencia, que lo es también. Pero el Gobierno de la provincia de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires representa casi la mitad del país. Y acá por supuesto que hay una disputa con el Gobierno nacional, pero en la provincia de Buenos Aires no es solamente de rechazo y defensivo, es sostener y expandir las políticas. Es gobernar para la gente en la provincia de Buenos Aires, aún con todas las dificultades que hay. Ampliar los programas, ampliar los derechos, inaugurar escuelas, sostener la literatura, sostener el arte, sostener el cine nacional, sostener las universidades, sostener la ciencia. Es de resistencia, sí, pero también de gobierno para el pueblo.
Así que yo les quiero agradecer, les quiero agradecer, yo decía no hay que resignarse y no hay que bajar los brazos. Bueno, acá están ustedes. Así que acá estamos, tenemos que estar en todos los rincones de la provincia de Buenos Aires disputando, discutiendo. Y si hay un compañero o compañera, que no está de acuerdo pero se resignó y bajó los brazos, a mostrarles que esto no es para siempre y a mostrarle que un país distinto, diferente, se construye para nosotros desde la provincia de Buenos Aires. Muchísimas gracias.