Apertura del Seminario de Centros Socioeducativos y Comunitarios en Ensenada
Buenos días a todos, a todas. Casi, hoy, con una misión imposible, que es hablar después de Mario. Ya solo hablar después de Mario no es fácil, ¿no? Porque, bueno, las palabras que dice Mario las siente, y además lo dice con la pasión de la dirigencia política en sus mejores tradiciones. Así que gracias, Mario, por recibirnos en Ensenada. Yo voy a tratar de que llegue lo que tenía previsto, pero lo he dicho siempre, hablar después de Mario es difícil, hablar después de Alberto, imposible.
Y lo digo porque Alberto tiene la palabra justa, siempre, para describir, a veces, cuestiones muy complejas desde lo conceptual y lo práctico, pero de una manera cargada de emotividad, cargada además de conocimiento, de experiencia y de enorme sabiduría, y algo que tiene Alberto que creo que es lo que después deja la voz temblando, que es la sensibilidad. Gracias. Así que voy a tomar un trago de agua y tratar de hacer la apertura del seminario.
Bueno, en primer lugar celebrar la existencia del seminario porque hemos participado durante esta etapa de gobierno en la provincia de Buenos Aires, de muchísimos encuentros de Educación, pero que forma parte también de lo que se hace en Salud, de lo que se hace en Desarrollo Social, de lo que se hace prácticamente incluso en Seguridad. Hace poquitos días lo hicimos. Que es una práctica que tiene que ver con una forma de gobierno que intentamos y creo que estamos logrando establecer e instalar en la provincia de Buenos Aires, que es un gobierno que tenga políticas públicas, que planifique, que en cada una de las áreas de gobierno tenga objetivos claros, cuantificables, que sea un gobierno que esté en permanente mejora, en permanente discusión, que las políticas públicas se amplíen, que seamos innovadores en materia de políticas públicas.
Todo eso es algo que ocurre, pero ocurre también con un método, con un método que creo que es bastante original y distinto y que está siendo transversal a todas las áreas, que es esta cuestión de generar, de producir espacios de reflexión, de encuentro, espacios de elaboración, seminarios, pueden ser congresos en cada una de las áreas para cada una de las políticas. Donde reflexionemos sobre nuestra práctica, donde pongamos sobre etapas de balance cada una de las decisiones que vamos tomando, pero hacerlo de una manera participativa, de una manera en donde se incluya, se le dé entidad, se le dé escucha también a quienes llevan adelante esas políticas públicas, a quienes están todos los días en los puestos de trabajo, que a veces, como en este caso, son puestos de lucha.
Y creo que representa una novedad en términos de que venimos hablando, Mario, Alberto, hace mucho tiempo, de la cuestión de la planificación de las políticas públicas, ¿no? Una práctica que se había abandonado o se había burocratizado de forma tal que, como pasa a veces con las plataformas de los partidos políticos, bueno, hay una obligación legal de presentarlas entonces se pone cualquier cosa, prácticamente hoy uno diría que lo podría elaborar una inteligencia artificial, a veces con ventaja, ¿no?
Y nosotros buscamos revalidar y hacer renacer la práctica de la planificación desde el Estado. Una práctica que la tradición política argentina, internacional, pero particularmente argentina tiene que ver con la etapa de posguerra, pero que en la Argentina el hecho de que cuando a uno le toca una responsabilidad de gobierno no esté sometido ni a la arbitrariedad, ni a la improvisación. A veces, una improvisación que da frutos, pero que no deja de serlo, ni que quede sujeto a la sabiduría y la capacidad de quienes encabezan cada una de las áreas de gobierno o aún las mismas cabezas del gobierno, sino entrar en el ejercicio de la gimnasia, de planificar la política pública, de buscar objetivos, de tener propósitos, de tener metas. Esa práctica de planificación en la República Argentina por supuesto que tiene una marca registrada y es la del peronismo. Los planes quinquenales, las políticas que se revisaban periódicamente, que se reformulaban y que se iban llevando a cabo y que luego daban frutos, daban resultados, a veces según la expectativa, a veces por encima, a veces por debajo, pero sobre todo que se convertían en un modo de gobernar, de gobernar rindiendo cuentas.
Así que, yo hoy vengo a decir que este seminario, que a dos años y medio de la implementación de la política de nuestros centros socioeducativos y comunitarios, está inscripto dentro de las tradiciones, para mí más fructíferas, más nobles y, además, más arriesgadas, porque planificar es un riesgo. Si uno toma decisiones al correr del tiempo y con los días y dice, ‘bueno, qué sé yo, vamos a hacer esto’, puede salir bien, puede salir mal, pero nadie sabe si está adentro, por arriba o por debajo de lo previsto. Si se ha cumplido algún propósito o algún objetivo. Planificar también es correr un riesgo, es tomar la responsabilidad de ‘vamos a hacer tal cosa, vamos a hacer tal otra y vamos a conseguir tal fruto’.
Así que este seminario está dentro de esa cultura de la planificación. La planificación implica revisiones periódicas, reformulaciones, implica cambios de rumbo, no es una política que le da rigidez a la acción del Estado, sino todo lo contrario, le da una flexibilidad razonada, lejos del azar y la arbitrariedad. Pero yo creo que la novedad, por lo menos en materia de política pública, que venimos a plantear, es que no alcanza con planificar, sino que buscamos una planificación participativa, una planificación donde todos los actores, todos los elementos que componen la política pública, tengan voz, tengan voto, sean escuchados. Y yo entiendo que esto puede leerse abstractamente como dentro de una tradición simplemente democrática.
Yo creo que es más profundo, ¿no? Es la comprensión de que para que una política tenga éxito, para que una política llegue a obtener el resultado que busca, se necesita que esté instalada, que esté asumida en quienes la tienen que llevar adelante.
Así que, hablaba de la planificación. Puede haber modos de la planificación que provengan desde la torre de marfil, desde la academia, desde las oficinas públicas, desde la jerarquía, digamos una planificación desde arriba para abajo, donde se dice ‘che, acá lo que hay que hacer es esto, este es nuestro plan, esta es la línea presupuestaria, y bueno, vamos a llevarla adelante’. Yo creo que eso está destinado al fracaso, ¿no? Que ha habido muchas experiencias de planificación, digamos, autoritaria, donde se propone determinada cuestión, determinada línea de acción, se dice, ‘che, esto está muy bueno, está perfecto, lo pensaron las mejores mentes, las mejores cabezas. Así que adelante, llévese y póngase en marcha esta política’.
Yo no creo en eso, creo en la planificación pero no en una planificación que provenga desde las altas esferas o desde decisiones que existen ahí en los edificios públicos o donde sea y que luego se arrojan al territorio, se arrojan a quienes la llevan adelante de una manera impuesta.
Yo creo sí en la planificación, pero en una planificación que se articule y se elabore de otra manera. Por eso vengo a festejar el seminario, porque sobre todo cuando se trata no de simplemente abordar una problemática determinada, sino cuando se trata de articular y de elaborar políticas que afecten a todo un área del Estado y que tengan como objetivo transformar cuestiones que no están funcionando bien o que hay que mejorar, o realidades nuevas, cuando son políticas de transformación.
Bueno, se necesita la planificación, pero lo digo con más precisión, esa planificación, si es sólo una planificación ciega, una planificación impuesta y viene desde arriba para abajo, no va a andar. Lo que se necesita para transformar realmente realidades complejas, realidades heterogéneas y realidades dinámicas, lo que se necesita es que esa sea una planificación participativa, lo digo con claridad, con la intervención directa en el diseño, en el control, también por supuesto en la evaluación de quienes llevan adelante las políticas. Esto es lo que vengo a celebrar hoy, que hoy estamos reunidos para discutir cómo seguir adelante con los centros socioeducativos, con los que todos los días ponen el cuerpo.
Esto tiene, por supuesto, derivaciones, Alberto, a vos que te gusta, filosóficas, tiene derivaciones también políticas, ideológicas, pero creo que no es difícil de explicar. Nosotros pretendemos transformar una realidad un poco a contracorriente. Entonces, implica que en la práctica cotidiana, que en cada lugar de acción y de implementación de la política se nos presenten realidades que tal vez no estaban previstas y que además están bajo disputa, están en terreno de discusión y de disputa.
Es decir que para absorber, para comprender, para tener en cuenta todos esos factores hay formas del conocimiento que piensan que pueden abordar este objeto desde afuera o desde arriba. Pero la verdad que yo creo que no es difícil explicar que la única forma de comprender, de realmente conocer la realidad esa que tenemos que transformar es en la práctica cotidiana, diaria y en cada uno de los lugares donde se lleva adelante la política.
Si no, es imposible, siquiera describirla, siquiera describirla. Entonces, llevar adelante seminarios para evaluar las políticas, para reformularlas, para mejorarlas, seminarios que cuenten con la participación de quienes las ejecutan y las llevan adelante, no es una cuestión optativa desde este punto de vista, es una necesidad. Porque, obviamente, pretendemos transformar, pero no podemos transformar lo que no se conoce y no podemos conocer lo que no se vive y no se experimenta y no se puede vivir y experimentar lo que realmente no se quiere y no se ama.
Entonces, creo que puede parecer una cuestión menor, pero para mí es central con respecto, es central en términos de la comprensión de qué es el Estado, qué Estado queremos, cómo queremos que funcione, cómo queremos que mejore, cómo queremos dar respuesta. Así que, bueno, después voy a volver sobre algunas cuestiones que tienen que ver con esto, pero celebro que nos demos el tiempo, que nos demos el espacio, que hagamos el esfuerzo, porque cada uno tiene una realidad exigente y unas tareas exigentes, que nos demos el tiempo para reflexionar colectivamente, para compartir experiencias, para dar escucha.
Y yo quiero valorar que el Ministerio de Educación, bueno, que lleva adelante, yo lo llamo así para simplificar, el Ministerio de Educación que lleva adelante Alberto, se ha hecho carne de este modo de gestionar y no paro de observar, y cuando puedo participar, de estas instancias, de estos espacios de planificación participativa, que tienen en cuenta la voz, la mirada, la comprensión y la experiencia de cada uno de los trabajadores y trabajadoras del Estado y de la educación pública en la provincia de Buenos Aires.
Así que, muchas gracias, muchas gracias Alberto, muchas gracias a todo el equipo, porque hay que hacer la política, hay que llevarla adelante, pero también hay que darse el tiempo para estar en un permanente proceso de mejora, como digo, democrática, participativa. Es una novedad, créanme que es una novedad, alguno dirá ‘nuevas canciones’, bueno, llámenlo como quieran, pero es una forma de gobernar distinta.
Luego, algún comentario sobre la cuestión de la educación pública y los debates que se están llevando adelante hoy, si los podemos llamar así, debates, discusiones, a veces los llaman conversaciones en las redes, pero hoy está la educación pública bajo ataque en toda la línea, en toda la línea. Porque hay un ataque presupuestario, ustedes saben que el Gobierno nacional, Javier Milei, que de una manera descarnada también, bueno, lo hemos hablado y lo explicaba bien Alberto, ha habido en la historia argentina, en la historia política argentina, en la historia de los gobiernos de la Argentina, varias experiencias de la derecha. Lamentablemente, nuestro pueblo, nuestra educación, nuestros pibes, nuestras pibas han sufrido varias veces, varias experiencias, varios experimentos de la derecha gobernando, gobernando la Provincia, gobernando la Nación y siempre estas políticas se fundamentan, se fundamentan de diferentes maneras, están acompañadas, equipadas de discursos, de explicaciones, de ideologías, pero siempre, la verdad es que inician la embestida y la ejecutan a través de la cuestión presupuestaria. Son planes de ajuste y de un ajuste que significa reducir salarios, deteriorar condiciones de trabajo, interrumpir inversión en infraestructura.
Lo hemos visto con Vidal y con Macri en la provincia de Buenos Aires, son planes que consisten en presentar, como principal objetivo, por eso tampoco es nuevo, el superávit, o reducción de déficit y luego recortes de renglones que consideran, dentro del presupuesto, superfluos o no esenciales. Y así van quitando recursos para la educación pública y podríamos decir para la salud pública, para la obra pública, para la seguridad pública, es decir que siempre la línea de ataque es presupuestaria.
Muchas veces, en la historia argentina, como la educación es algo que aún sectores de la derecha en la Argentina han tomado como bandera la educación universal, ustedes piensen que la 1.420, pero hay una tradición conservadora, por llamarlo así, en la Argentina que, no obstante le da un papel, le da una importancia o valora la educación pública, la educación gratuita, la educación universal. Gobiernos que han, por ejemplo, puesto dentro de sus prioridades el exterminio de los pueblos originarios en la Argentina. Sin embargo, tuvieron a la educación pública como un baluarte, como un objetivo, pública, gratuita, universal, incluso de calidad, es decir que en eso la derecha argentina tiene estos claroscuros, por decirlo así.
Pero también ha ocurrido con experiencias más modernas, más recientes. Incluso uno podría decir que la última experiencia, antes de la actual, de la derecha argentina, tenía esta contradicción. En el discurso, o por lo menos en algunas pinceladas del discurso, defendía la educación universal, pública, de calidad. Lo gratuito, a veces sí, a veces no. Pero bueno, tenía un discurso a favor de la educación pública, de alguna manera. Tal vez a nivel universitario, arancelada, pero pública, ¿no? Pero a nivel inicial, a nivel primario, a nivel secundario, no estaba tan claro.
Ahora, aparecían algunas ideas absurdas, lamentables, como lo del voucher. Aparecía, no es nuevo, pero era una derecha que tenía esta contradicción. Por lo menos en el discurso, y probablemente por cuestiones, Mario, de encuestas, de recomendaciones de marketing político, no genuinas, no genuinas, defendía la educación pública, o decía defenderla. Más jardines, más escuelas, 1.000 jardines de infantes, nadie pensaba que eso iba a ser arancelado y privado. O sea, defendían la educación pública, pero la contradicción es que al mismo tiempo que en el discurso, en la palabra, parecían defenderla o a veces la defendían, en la realidad y en la práctica, en el presupuesto, la ajustaban. Y era una contradicción. Decían defender lo que estaban atacando y liquidando. Y lo vivimos con mucha claridad durante el gobierno de Macri y Vidal, con muchísima claridad, con expresiones, además, fácticas bastante evidentes de esta contradicción. Al tiempo que decían defender la escuela pública, cerraban escuelas rurales, escuelas de isla, ajustaban condiciones de trabajo y salarios, abandonaban la infraestructura escolar, educativa, por lo tanto, terminó con tragedia.
Pero esta doble cara aparecía, por ejemplo, yo decía, los 1.000 jardines de infantes. A mí me gusta recordar esta anécdota porque es muy expresiva de la estafa, ¿no? De la estafa. ¿Se acuerdan? Terminaron el Fútbol para Todos, que era acceso gratuito al entretenimiento para millones de personas, pero dijeron, ‘bueno, paramos con el Fútbol para Todos, pero vamos a dedicar esos recursos a algo mejor’. Es decir, que era un ajuste disimulado, era un ajuste falluto ¿no? Porque decían, ‘terminamos con esto, pero vamos a dedicar esos mismos recursos a construir 1.000 jardines de infantes’. Entonces era como compensatorio, como de establecer prioridades, decir ‘estos recursos que dedicábamos a esta política los vamos a dedicar a esto otro’. Pero bueno, sabemos hoy, en perspectiva, que en la provincia de Buenos Aires, en cuatro años de la gestión Vidal, siendo muy generosos ¿no?, y después de un trabajo muy, prácticamente pericial, llegamos a la conclusión de que no hicieron 1.000 jardines.
No había 1.000 jardines de infantes, que eran para la Argentina, nosotros nos hubieran tocado, qué sé yo, 400, 500, si era una política acorde a la necesidad, tal vez 600. Bueno, no fue así. Encontramos, después de mucho buscar y siendo muy generosos, porque mucho fue terminación de edificios escolares iniciados durante la época de Cristina, cuando Alberto fue ministro de Educación. Yo era ministro de Economía también, así que no sé si podemos decir que eran escuelas de Vidal ¿no?, porque fue terminar, pero con todo encontramos más o menos 65. No 1.000, no 600, 65 escuelas inauguradas en cuatro años. Pero decía, con un discurso que no renunciaba a mentir permanentemente, que ellos apoyaban la educación, que era muy importante, que no hay país, no hay futuro, no hay progreso, sin educación, parte del discurso de esa derecha.
Hoy tenemos una derecha más frontal. Por eso dice Alberto, en un esfuerzo de ponerle una etiqueta, una categoría, una extrema derecha, una ultraderecha, que ha atravesado una barrera que expresiones anteriores de los programas antipopulares y neoliberales en la Argentina no habían atravesado. Que ya es un ataque frontal, a cara descubierta, a la educación pública. Y en esto quiero ser muy claro, para que no quepa ninguna duda, porque parece que atacan a la educación pública ¿no?, resaltando el papel de la educación privada, presentando una cuestión dilemática, una dicotomía entre la educación pública y la educación privada, que también es una estafa. También es una estafa porque ellos lo que pretenden decir, aparentemente, es que lo público está mal, el Estado está mal, entonces lo que hay que hacer es reemplazar eso público por lo privado, que es mejor, que es más eficiente, que tiene más calidad.
Cuando uno observa no esos modelos, esos discursos, esas teorías, sino la realidad, lo que encuentra es que el reemplazo que proponen es absolutamente inviable, imposible, es absurdo. No es que si cerramos la educación pública, destruimos desde adentro el Estado, le aplicamos la motosierra y terminamos con lo público, entonces va a florecer, va a germinar lo privado, que estaba reprimido, que estaba amortiguado, que estaba disminuido por la presencia del Estado. Esta es la descripción que ellos hacen. Si se corre el Estado, entonces va a aparecer en todo su esplendor lo privado. Si se corre lo público, viene lo privado, que es mejor, que es más efectivo, que va a tener las mismas funciones, la misma cobertura que lo público, pero va a ser privado y entonces mejor.
Eso no es que sea cuestionable, no es que sea discutible, eso directamente es una falsedad, es falso y es trucho. Es un discurso falso y trucho. Y creo que han tratado y pretendido instalarlo, y creo que con paciencia y, sobre todo, con realidades y con hechos estamos revirtiendo, estamos refutando esa idea.
Y me parece que ustedes, pero nuestro sistema educativo sabe muy bien, nuestra dirigencia política también, pero creo que cada vez con más claridad después de esta primera embestida de la ultraderecha, se está comprendiendo a niveles prácticamente generales en nuestra sociedad que si desaparece lo público, no es que va a venir lo privado, es que no va a quedar absolutamente nada, que van a quedar desprotegidos y abandonados los sectores populares, pero también los sectores medios, que van a dejar de garpe a la enorme mayoría de la provincia de Buenos Aires, del pueblo de la provincia de Buenos Aires.
Si destruyen la educación pública, lo que va a pasar no es que va a venir la educación privada y va a florecer, nos vamos a quedar sin educación. Así que, el ataque a la educación pública y a la escuela pública es un ataque a la escuela, a la educación y es un ataque al pueblo de la provincia de Buenos Aires.
Y entonces, me parece que lo que nos hemos propuesto se vuelve algo absolutamente contracorriente en el día de hoy, porque los ajustes que están realizando a los presupuestos, lo que decía Mario, de la intención de fundir a las provincias, la desfinanciación del sistema educativo en todos sus niveles por parte del Gobierno nacional, bueno, eso hoy es una realidad.
Y entonces, venía a compartir algunas ideas que me parece importante, una fue sobre el carácter de la planificación, sobre los modos de una planificación participativa, que se comprenda, que se entienda, que se asuma por todos los actores, por todos quienes tienen que llevar adelante las políticas públicas, que sea una decisión colectiva, no una imposición desde arriba, una planificación que se haga desde abajo para arriba.
Luego, vengo a decir que el ataque hoy a la educación pública es un ataque a la educación. Y como es un ataque a la educación, es un ataque también a las perspectivas del desarrollo nacional, a la soberanía, que es un ataque también a nuestra concepción de Nación, a nuestra concepción de Provincia. Lo voy a decir de otra manera, el ataque de Milei a la educación pública es la antipatria.
Y una tercera idea, que quería compartir con ustedes, tiene que ver con el diagnóstico y los discursos sobre lo que ocurre con el sistema educativo. Vengo insistiendo con esto porque hay implícita una trampa en la que yo creo que no tenemos que caer. Que no tenemos que caer. Por eso quería compartirlo con ustedes.
La derecha usualmente ajusta los presupuestos, destruye los recursos, la inversión. Y el neoliberalismo en la Argentina con todas sus experiencias, que son las de la dictadura, que son que es la experiencia de los 90, que es la experiencia de Macri, lo que hizo es contribuir al deterioro de nuestro sistema educativo.
¿Qué es un deterioro del sistema educativo? Que en realidad no es privativo y excluyente para el sector educativo, forma parte de un deterioro del tejido productivo, de las condiciones de trabajo, de las condiciones de vida de nuestro pueblo, de la industria nacional, es decir, forma parte de la implementación de un modelo de país. Lo que quiero decir es que el ataque a la universidad pública a través del desfinanciamiento, la educación pública, la priorización de una Argentina financiera, de una Argentina importadora por sobre una Argentina productiva, una Argentina soberana. Bueno, todo eso ha venido teniendo consecuencias durante largos años en la República Argentina. Nosotros, muchas veces nos toca, nos tocó cuando asumimos, encontrarnos con un sistema de salud, con un sistema educativo, con un sistema de seguridad, con un sistema productivo devastado. Y muchas veces, buena parte de nuestros esfuerzos, buena parte de nuestros esfuerzos se concentran, por lo menos inicialmente, en reconstruir, rehabilitar aquello que la derecha vino a destruir o deterioró.
Así que muchas veces las experiencias del campo popular, cuando gobierna, se dedican en tiempos históricos, años y años, solamente a poner a funcionar lo que rompieron. A poner de pie lo que lo que abandonaron o destruyeron.
Entonces, pasa con la educación. Nosotros cuando llegamos a la provincia de Buenos Aires veníamos de un deterioro enorme de la infraestructura escolar y lo primero que quisimos hacer es un programa de inversión en las escuelas para ponerlas en condiciones, que fue el Escuelas a la Obra, además de la construcción de nuevos edificios escolares. Pero, 8.000 obras terminadas, 261, hace poquitos días, escuelas inauguradas en todos los distritos de la provincia de Buenos Aires, 1.200 nuevas aulas, 500 edificios educativos destruidos que tuvimos que reinaugurar.
Yo digo, para simplificar, si sumamos las escuelas, las escuelas nuevas con las que tuvimos que cerrar, a veces años, para ponerlas en condiciones y reinaugurar, más al equivalente de las aulas en edificios escolares que, a este momento y con Milei gobernando y las dificultades que tenemos, llevamos inaugurados 1.000 nuevos edificios escolares en la provincia de Buenos Aires.
Es un esfuerzo enorme, pero fíjense, siempre empezamos corriendo de atrás, reconstruyendo lo que rompieron, reconstruyendo lo que abandonaron. Y me parece que entonces la derecha procede de esta manera, la derecha procede de esta manera. Cuando gobierna destruye, desfinancia, deteriora, y luego viene y diagnostica, y dice ‘bueno, qué mal que está el sistema educativo’, ¿no? Como quien acaba de chocar a un auto y dice ‘che, este auto está todo roto’. Sí, lo chocaste vos. Lo chocaste vos.
Y entonces funciona de esta manera: destruye, desfinancia, deteriora, abandona y, luego, viene como si procediera del espacio exterior, observa y dice ‘che, qué mal que anda todo esto’. Con total ajenidad. Lavándose las manos.
A veces, a veces, hay un cambio en el staff, hay un cambio en el elenco, ¿no? Son otros, pero a veces son los mismos, lo vemos hoy. Yo veía ahora que, perdón que haga un comentario político pero lo escuchaba ayer, yo veía al PRO residual, absorbido por La Libertad Avanza decir ‘che, esta Provincia, habría que hacer tal cosa, tal otra, qué mal que está’. La gobernaron 4 años y la chocaron toda, la gobernaron 4 años y la chocaron toda. Aunque se vistan de violeta o se vistan de pitufo, son los que rompieron la provincia de Buenos Aires y se fueron al otro lado de la General Paz, al otro lado del Riachuelo, y ahora vienen a decirnos todo lo que hay que hacer, cómo habría que hacerlo, qué mal que está. Miren, vestidos de libertarios, vestidos de libertarios. Miren, las elecciones son el 7 de septiembre, yo no soy candidato, pero les digo, vamos a poner todo para ganar en las elecciones. Tenemos a los mejores.
Pero yo digo, la trampa, miran con perplejidad, con sorpresa el sistema educativo que acaban de detonar y dicen, ‘che, qué mal que anda esto’. ¿Y a qué conclusión llegan? ¿A qué conclusión llegan? Anda mal, tiene problemas, hay problemas cuando se toman exámenes con alfabetización, con matemática, se le se lavan las manos de lo que han hecho históricamente, en términos, digo, de deterioro, de abandono, de desfinanciamiento, pero, además, de aplicar un modelo de país que es contrario a la educación pública, que es contrario a la inclusión social, que es contrario a la producción nacional, y que también hace juego y forma parte de los problemas que tiene el sistema educativo, o las dificultades que tiene, o los desafíos que tenemos, pero dicen ‘anda mal’.
¿Qué tenemos que hacer como anda mal? Cerrarlo. Cerrarlo. Miren la perversión que hay en este mecanismo, ¿no? Destruyen, rompen, abandonan, desfinancian, luego miran de afuera y dicen, ‘anda mal, ahora hay que cerrarlo’. Y creo que acá hay un riesgo, sobre el que vengo machacando, ¿no? El riesgo es que como el sistema educativo, la educación pública está bajo ataque, nosotros, que creemos en la educación pública, que la defendemos, que hemos hecho siempre los mayores esfuerzos, bueno, ustedes ni hablar, que la que la viven, que la hacen, que la militan, nosotros que la defendemos, que la acompañamos, bueno, decimos ‘acá vienen unos que quieren destruir la educación pública y la critican, entonces, hay que defenderla’. Yo quiero hablar de cómo se defiende la educación pública. Porque una tentación es que, ante las críticas o los diagnósticos negativos, nosotros adoptemos una defensa cerrada y digamos ‘no, no, no, la educación pública no la ataquen porque anda bien, está todo bien, está perfecta’, y eso parecería que es la defensa de la educación pública.
Con una particularidad, como los ataques son tan violentos y como uno sabe que son malintencionados, que cuando vienen a señalar que determinada cuestión requiere una mirada, sabemos que no es para para trabajar positivamente, sino para destruirla y para decir ‘che, esto anda mal, fracasó, hay que romperlo, hay que destruirlo, hay que empezar de cero o privatizarlo todo’. La tentación, casi diría el impulso, el instinto, como si fuera un principio de la física de acción y reacción a decir, ‘che, no, con esto no se metan, no lo toquen’. Y yo creo que hay un error en esa perspectiva, que tiene que ser nuestra mirada un poco más sofisticada, un poco más profunda. Yo creo que defender a la escuela pública no es decir que está todo perfecto. No es decir que está todo perfecto porque nos vuelve muy vulnerables. Nos expone mucho, porque nosotros sabemos que hay dificultades, que hay problemas, que hay desafíos. Entonces, me parece que barrerlos abajo de la alfombra, ocultarlos, termina finalmente exponiéndonos mucho, dejándonos muy frágiles. Porque después señalan: ‘che, pero esto anda mal, esto anda mal, y ustedes dicen que este es el sistema perfecto. Y no, tiene este problema, tiene este problema’. Y entonces le dejamos a quienes quieren destruir la educación pública, le dejamos un campo enorme para atacar, para rechazar, para criticar, para generar descrédito, para dejarnos a veces en evidencia, incluso a veces diría, casi en ridículo.
Entonces yo propongo otra forma de defender la educación pública, que es que en lugar de defender la educación pública diciendo ‘está todo bien’, seamos nosotros los que vamos al hueso con los diagnósticos, seamos nosotros los que comprendemos cuáles son las debilidades y los desafíos, pero teniendo la legitimidad y teniendo el lugar, el papel y la tranquilidad de que no nos contentamos, no estamos satisfechos, sino que sabemos qué es lo que anda mal, sabemos exactamente qué es lo que anda bien. Sabemos qué desastre, qué catástrofe sería destruir el sistema público y entonces defender la educación pública es comprenderla, analizarla, ver qué anda bien, eso dejarlo, ver qué anda mal y eso transformarlo. Defender la educación pública es transformarla. Es transformarla. Es mejorarla todos los días. Defenderla es transformarla, defenderla es mejorarla, defenderla es militarla, defenderla es vivirla.
Por eso, yo creo que acá hay un excelente ejemplo de esto que estoy diciendo. La derecha se queja de la deserción escolar. Con diagnóstico, ¿cómo dijiste, Alberto? Palabras simplificadas, simplificaciones, falacias, mentiras, es esto de la frase hecha, del marketing, bueno, hay pibes y pibas que abandonan la escuela, dice la derecha. Entonces, hay deserción escolar. Le atribuyen al sistema educativo y a la escuela esta deserción, toda, enterita. Los pibes se van de la escuela por fallas y problemas en la escuela. Una mirada absolutamente absurda, absolutamente ridícula. Es como que los pibes que se van de la escuela es porque la escuela los expulsa, los echa, no los comprende, no los abraza y entonces deciden irse.
Esto pasa por alto de una manera tan absurda, tan escandalosa la realidad, que yo creo que nos dan una enorme ventaja. Una enorme ventaja porque nosotros sabemos que cuando un pibe, una piba abandona la escuela, puede haber cuestiones de la escuela, puede haber cuestiones de la escuela, pero hay un marco social, un marco familiar, una situación económica, o cuestiones hasta diría culturales, nuevos consumos, consumos problemáticos, dijo Alberto, conflictos con la ley, dijo, trastornos de salud mental, es decir, hay una batería de cuestiones que llevan a un pibe o una piba a abandonar la escuela, a su familia a no poder o, a veces, no promover y a veces facilitar ese abandono.
Es decir, es de tal complejidad la problemática que, como siempre, la derecha adopta estas discusiones e incluso estos fenómenos, da una solución simplista, a veces absurda y a veces directamente estúpida, directamente estúpida y dice, ‘bueno, ¿acá qué hay que hacer? Esto, esto y esto’, que pasa por alto el fenómeno real en su complejidad, ‘con esto se solucionaría y ustedes no lo hacen, con lo cual hay que destruirlo todo’. Y este es indicador de fracasos o de experiencias fallidas.
Bueno, yo creo que acá estamos demostrando lo que recién comentaba, como no facilitarle a la derecha sus argumentos. Hay un montón de pibes y pibas que se desvinculan, que sus trayectorias educativas se ven truncas, que terminan fuera de la escuela por motivos que son mucho más complicados, y diría, que la derecha niega porque son productos de políticas económicas que llevan a adelante y del modelo del país que proponen. Esto pasa no porque la escuela falle, sino porque su modelo de país es un modelo de exclusión social.
La deserción escolar es el resultado y las consecuencias de las políticas que lleva adelante Milei. Entonces, el problema acá no es la escuela, principalmente, el problema es Milei. El problema son sus políticas. El problema es el neoliberalismo, el problema es el abandono de la producción y el trabajo. El problema es la disgregación y la disolución del vínculo social. El problema son los discursos de odio, de violencia. El problema que tenemos nosotros hoy es mucho más grande, mucho más complejo y mucho más abarcativo que una cuestión de cómo son los programas o cómo se lleva adelante la pedagogía y cómo se lleva adelante la enseñanza.
Ahora, que hay deserción escolar no lo podemos negar. Entonces, ¿qué hacemos? En lugar de ir a discutir que sí hay, que no hay, lo vemos al fenómeno, lo identificamos, lo analizamos, lo comprendemos y lo combatimos. ¿Con qué? Con presupuestos, con inversión, con políticas públicas, con coordinación con otros actores que están involucrados. Lo hacemos en los barrios, lo hacemos donde se necesita, lo hacemos con compromiso, lo hacemos con compasión, como decía Alberto, pero lo hacemos además con profundo amor por el pueblo y por la escuela pública.
Y me parece que los centros socioeducativos forman parte de una batería de políticas. Yo acá traje algunas, porque tienen que ver también con lo que se hace en el programa Envión, tiene que ver también con lo que se hace en las UDIS, tiene que ver con una batería de política pública, hasta tiene que ver con los Juegos Bonaerenses, tiene que ver con el boleto especial educativo, tiene que ver con muchísimas políticas que apuntan a los jóvenes, que apuntan a los a los niños, niñas, adolescentes y a sus problemáticas. Tiene que ver con las políticas de salud mental. Tiene que ver con lo que hace cada uno de los intendentes en la provincia de Buenos Aires, cuando le da abrigo, cuando le da acompañamiento, cuando le da contención.
Pero lo que quiero decir es que ellos se quejan de la deserción escolar, señalan la deserción escolar, proponen ideas absurdas, que es destruir toda la educación pública por el tema de la deserción escolar. Y nosotros, contra eso, llevamos adelante una política innovadora, una política nueva que hoy tiene 215 centros socioeducativos en los barrios vulnerables, que tiene 30.000 pibes y pibas con los que llevamos adelante políticas de inclusión.
Cuando empezamos a diseñar estas políticas, cuando Alberto me cuenta cómo es, me dice ‘lo que hay que hacer es ir a buscarlos ahí donde están, ir con propuestas que les interesen’. Es decir, que se ha hecho un trabajo, se ha diseñado una política, y lo más importante para contestarle a estos críticos obtusos, prejuiciosos y, además de malintencionados, que vienen cargados con discursos cargados de odio, sin ninguna vocación, sin ninguna voluntad de resolver el problema.
Yo lo que tengo para decir es que aproximadamente un 30% de los pibes y pibas que pasan para los centros socioeducativos, se revinculan con la escuela y que si no estuviera esta política y estuviera solo el TikTok, solo las redes sociales, solo los discursos de odio, seguirían sin ir a la escuela. Y hoy van a la escuela porque hay un Estado presente, porque hay unos trabajadores y trabajadoras de la educación comprometidos, porque hay una militancia, porque hay un trabajo con los intendentes, con las organizaciones sociales, porque hay una política real, concreta que se lleva adelante y que tiene resultados.
Lo que se le pide a la derecha es, vuelvan, consigan que un solo pibe vuelva a la escuela y después nos vienen a hablar de qué hay que hacer y cómo hacerlo. Así que yo vine acá hoy para celebrar el trabajo que hicieron, para agradecerles, para decirle que esto se sigue haciendo con comprensión, con compromiso y con fuerza y con fuerza. Fuerza Patria. Fuerza Buenos Aires. Fuerza el sistema público. Aguante la educación pública, gratuita y de calidad. Muchísimas gracias. [yotuwp type=”videos” id=”5Mg_fXb7Kx8″ ]