IV Congreso metalúrgico de ADIMRA
Muchísimas gracias. Gracias, ADIMRA, gracias, Elvio, gracias a toda la comisión directiva, gracias a todos los empresarios, empresarias aquí presentes, a la gente de la UIA nacional, de las entidades empresarias de la provincia de Buenos Aires. Gracias también a la UOM, que estábamos recién con Abel. Y la verdad que estaba con muchas ganas de poder dirigirles unas palabras, así que la invitación no podía ser más oportuna.
Veo también que hay una concurrencia inmensa. Me hablaban de 1.000 participantes en el Congreso Metalúrgico. Así que, bueno, yo como habitualmente hago, voy a decir lo que pienso y lo voy a hacer con relativa crudeza.
La verdad que este no es ni un púlpito, ni un atril para hacer política partidaria ni campaña electoral. Y menos todavía para agredir, para chicanear o para entrar en intercambios impropios a los que lamentablemente creo que algunos se están acostumbrando. Yo, en mi caso particular, no. No me acostumbro. No me parece ni normal, ni habitual, ni propio que grandes, importantes autoridades del país, el Presidente de la Nación, para ser claro, se dirija a, ya sea a dirigentes políticos, a diputados, a gobernadores, a empresarios, a periodistas, se dirija de una manera, la verdad que no sólo agresiva sino a veces directamente violenta. A mi me parece absolutamente impropio y creo que no tenemos que acostumbrarnos de ninguna manera, por lo menos yo no voy a cambiar, como dicen: lo cortés no quita lo valiente. Pero creo que no es poco respetar a los demás. Respetar el lugar que ocupan. Respetar su representatividad. Así que me voy a dirigir hoy a una audiencia que está compuesta por empresarios y empresarias, muchos de ellos de la provincia de Buenos Aires, por dirigentes de entidades, por dirigentes gremiales. Y lo hago con todo el respeto que se merecen.
Luego, hablar de la situación actual. Recién, viniendo para acá estaba observando un gráfico sobre la actividad industrial, particularmente sobre la actividad de la industria metalúrgica. Un gráfico, una serie muy extensa, y lo que se observa es que, quitando la pandemia, que fue un acontecimiento epidemiológico, absolutamente ajeno al proceso económico en sí, no tiene nada de endógeno, no tiene nada de generado ni por la situación nacional ni internacional, fue un virus, fue una epidemia que afectó al mundo entero. Pero quitando ese evento, ese acontecimiento, la caída que ha tenido en estos meses la industria en general y el sector metalúrgico en particular tiene muy pocos precedentes.
Estamos observando, y yo le pongo un adjetivo, pero creo que no es difícil verlo con toda objetividad. Estamos observando una catástrofe industrial, que se está produciendo adelante de nuestros ojos en la realidad actual. Con un agravante, que es que pareciera que las más altas autoridades nacionales no piensan hacer nada al respecto, ni tampoco les produce ningún tipo de conmoción o de escándalo, o de preocupación. A veces hasta parecen disfrutarlo, que haya una caída de esta envergadura, de esta magnitud de la industria argentina.
Cuando uno mira la producción metalúrgica, estamos en una caída casi del 12% de la producción. Esto es un número interanual, pero esto comienza claramente con el cambio de gobierno. Veníamos de una trayectoria ascendente. Así que la verdad que eso es lo que quiero hablar con ustedes. ¿Qué hacemos ante esto? Porque aprovecho para hacerlo de una manera contundente y de una manera muy clara.
En la provincia de Buenos Aires hay un gobierno que fue elegido, que fue votado hace poco. Además que no es una novedad, ni algo de la tele, ni un fenómeno coyuntural. Venimos de ir a una elección después de un primer período de gobierno. Así que, los bonaerenses, las bonaerenses, por una diferencia de 20 puntos con el segundo, con la segunda fuerza, eligió una continuidad con respecto a determinadas políticas de gobierno y decidió apoyar y acompañar contundentemente un programa de gobierno, un plan de gobierno, prioridades de gobierno. Así que digo que hablo con esa legitimidad y con esa tranquilidad.
Acaba de haber una elección y nosotros tenemos un mandato. Y en ese mandato dice, y yo lo digo con total orgullo, que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires tiene entre sus objetivos principales la producción y el trabajo. Y particularmente proteger, acompañar y desarrollar a la industria bonaerense, es decir, como decía quien me precedió, a la industria argentina. Lo digo por eso, con todas las letras. Yo, en primera persona, pero el gobierno del que formo parte y el que encabezo, es un gobierno industrialista. Industrialista. Así que, me parecía importante aclararlo porque estamos ante una etapa donde, repito, uno puede observar los discursos, las propuestas, las reflexiones, hasta los improperios y los exabruptos ¿no?, de lo que se dice a nivel del Gobierno nacional, el presidente Milei particularmente. Lo puede observar, pero después, fuera de eso está la realidad, y la realidad es una caída de la producción y del empleo con muy pocos precedentes en la historia argentina. Muy, muy pocos precedentes.
Habíamos acuñado, personalmente lo digo también, durante el gobierno de Macri, el término ‘industricidio’, ¿se acuerdan? Muchos de ustedes acompañaron, ahí en el Congreso, varias medidas, y varios intentos de revertir, evitar, morigerar, la caída de la producción industrial que se dio en esa etapa. Y fue mucho menor que la actual. Y fue menos abrupta.
Y además, había un gobierno, para también poder diferenciar, ustedes saben que yo no soy partidario ni de esa fuerza política ni del presidente Macri, ni de su equipo, diría más bien todo lo contrario. Y sin embargo, reconozco que había un discurso que expresaba una vocación y una voluntad de parar, detener o revertir ese proceso de destrucción de la producción y de la industria nacional.
Hoy tenemos un uso de la capacidad instalada que anda por la mitad de las máquinas que tenemos, y nos hablan de que el objetivo del gobierno es traer inversiones. Y entonces ¿qué promoción, qué obsequio, qué generoso descuento y qué incentivo le da a un inversor extranjero, sobre todo que viene con una inversión nueva? Yo me planteo una pregunta totalmente distinta, si les preocupa la inversión, ¿qué hacemos en la Argentina de hoy para cuidar las inversiones que ya tenemos que las hicieron ustedes? ¿Cómo ponemos a funcionar las máquinas de la industria argentina? Esa es la pregunta. Que hoy están paradas, no cómo traemos nuevas inversiones.
Me parece que son cosas sobre las que tenemos que reflexionar. Maquinaria agrícola, respecto al año previo caída del 4%, que es un sector que ha sido donde la caída fue menor también porque lo vemos a nivel producción en general. El Producto Bruto está cayendo un poco más de tres puntos según las estimaciones, pero si uno quita la recuperación del campo, porque como esto es comparar año con año, si uno quita la recuperación del campo asociada estrictamente a la sequía brutal que hubo el año pasado, la caída de la producción, digamos, quitado el efecto de salida de la sequía, está cercano a 8 puntos, la caída del Producto Bruto Interno. Y de la industria, acá lo vemos con la metalurgia, 10 puntos. Son datos de guerra, de catástrofe.
¿Y qué es lo que se está destruyendo? El tejido productivo industrial de nuestra Provincia. Lo vemos en todos los puntos de la Provincia. Nosotros tenemos una provincia que tiene una riqueza industrial. Hablaban de la envergadura de la Provincia, 50% de la industria, 60% de la metalurgia transcurre en el territorio de la provincia de Buenos Aires. Y alguno lo asocia con el cinturón industrial situado en el Gran Buenos Aires. No, tenemos industria metalúrgica también en el interior de la Provincia. Tenemos enclave y tenemos una distribución que tiene que ver con esta variedad sectorial que tenemos en la Provincia, con parques industriales, con políticas que se han desarrollado, para que esto sea así, para diversificar nuestra matriz productiva y para integrar productivamente a la provincia de Buenos Aires.
Ese es el trabajo que veníamos haciendo y que ahora se ve interrumpido, en buena manera, amenazado y destruido, ¿no? Destrozado, por una caída de la maquinaria agrícola del 4,2%, de las autopartes del 7,3%, de otros productos metalíferos del 17%, de los equipos eléctricos del 13%, de los bienes de capital del 13%. Una industria, madre de industria, la industria de producción de bienes de capital, fundamental para que un país sea desarrollado, de los sectores que más está sufriendo, la parte de nuestra producción que se dedica a hacer nueva maquinaria. Bueno, una debacle. La fundición 17%, carrocería y remolques 15%. Números de catástrofe.
O sea, que no hablemos más con eufemismos, que veamos, que la ‘V’, que… Vuelvo a la experiencia del gobierno anterior porque lo conocemos, lo conocemos, ese discurso es siempre igual. Las políticas las mismas, el discurso el mismo, el resultado el mismo. ¿Se acuerdan? Brotes verdes, hoy se llama recuperación en ‘V’, ‘luz al final del túnel’, ‘el segundo semestre’.
Entonces, ¿sobre qué quería reflexionar? Sobre qué está pasando, qué política se está aplicando, cuáles son sus consecuencias y qué habría que hacer para revertirlo. Porque ya ustedes, como industriales, como empresarios productivos, muchos de ustedes han pasado varias de estas. Varias de estas. No es el primer episodio y las políticas se reproducen casi de manera exacta.
Entonces, como lo que estamos viendo ya lo vivimos, fuera de las particularidades del anarcocapitalismo, de lo liberal-libertario, de estos discursos de dolarización, que después no pasa nada. Después el paquete de política económica que se está aplicando, que está aplicando el ministro de Economía, que no es ni liberal-libertario, ni de la Escuela Austríaca. A mí me tocó en mi época de economista de la universidad, del Conicet, estudiar a esos autores, Bohm-Bawerk, Mises, Hayek, Menger. Leí a la Escuela Austríaca. Yo dudo, y no quiero desprestigiar a nadie, pero dudo que el equipo económico tenga nada que ver con esa ideología, con esa doctrina, con esa Escuela. Nada que ver.
Milei adelante de los gobernadores, primera reunión que tuvimos, reconoció que no estaba aplicando el plan que había esbozado en campaña, sino un plan, él dijo, de estabilización clásico. Lo traduzco, de ajuste ortodoxo. Eso es lo que estamos viviendo. Sin casi ninguna nota de originalidad. Entonces, quiero caracterizar un poco ese programa económico y quiero hablar de cuál es el destino de esto si no se cambia la dirección.
Por supuesto que uno es optimista, estamos obligados al optimismo también, ¿no? Lo que sí digo es que hay que modificar las líneas y los vectores esenciales de la política económica para que deje de pasar lo mismo. Si no, como se dice, si uno hace las mismas cosas, obtiene los mismos resultados. De la misma manera que en campaña Milei dijo que con los mismos dirigentes, con las mismas personas no se podía hacer algo distinto, y ahí tenemos cómo está compuesto el gobierno, viejos conocidos de la Argentina, de la industria argentina. Sturzenegger, Caputo, Bausili, no hay algo nuevo. Son los mismos de siempre, haciendo el mismo plan de siempre, con los mismos resultados de siempre. Y yo hago énfasis sobre esto, lo cual no quiere decir que uno no pueda marcar alguna diferencia, o comparar, qué sé yo, la tablita de Martínez de Hoz con la situación actual, lo de los ‘90 con la situación actual, la política de Macri con la situación actual, pero es esa familia de políticas, con los mismos resultados. Resultados coyunturales y consecuencias estructurales.
Ese programa económico tiene, básicamente, y algunos de ustedes me habrán escuchado decirlo, porque además no para ir con ‘yo te avisé’, ni darnos la razón, pero advertimos que el programa que se iba a aplicar iba a ser este. Y es este. Es un plan de apertura importadora indiscriminada. Me acuerdo porque veo algunos rostros acá que compartimos aquella experiencia cuando estaba Macri en el gobierno y el ministro de Industria era… o de Producción, Cabrera. Yo me acuerdo que nosotros desde el Congreso, varios de ustedes me acompañaron, denunciábamos una apertura importadora. Y nos contestaban desde el Gobierno de Macri que no, que no era verdad. Y sin embargo, las estadísticas empezaban a mostrar que había una apertura importadora indiscriminada. Por eso digo que esa diferencia la reconozco.
El gobierno de Macri mantenía, por lo menos en el discurso, en la retórica, una posición no digo industrialista, pero no anti industria. Y después negaban lo que estaban haciendo y sus consecuencias. Aunque eran visibles e inocultables. Perdón que hable con esta crudeza, ¿no? Porque yo creo que estamos en un momento complicado, dramático y que hay que tomar acciones urgentemente. No lo digo… Y lo digo pensando en el tejido industrial de la provincia de Buenos Aires, que para mí es un factor central en la constitución de nuestra Provincia, en sus perspectivas, en su importancia, pero que quede claro, yo no tengo empresas. Los que tienen en juego su patrimonio, su capital y el futuro son los empresarios y el laburo de los laburantes.
Entonces, yo quiero ser crudo con esto porque lo veo así y no… Me parece que a esta altura no tiene sentido hablar con eufemismos.
Apertura importadora. Tarifas en dólares. Y uno dice ‘sí, porque Vaca Muerta…’, ‘porque…’, pero fue el plan permanente. Es el plan permanente de este sector. Es del Fondo Monetario Internacional. Si quieren casi Consenso de Washington. El valor de la energía tiene que ser el valor de precio de importación en todos los países del mundo, produzcan o no produzcan energía, tengan o no tengan yacimientos de petróleo, de gas, o represas. El valor tiene que ser el valor internacional. O sea, que tiene que ser tarifas en dólares, para decirlo sintéticamente. Combustibles, energía, boleto de colectivo. Todo. Exacto. Con lo cual nosotros, saben ustedes, que históricamente, si no me equivoco en 1906 en la Argentina se encuentra petróleo y a partir de ese momento, luego YPF, toda nuestra historia de soberanía hidrocarburífera, de país no petrolero, porque no somos una potencia petrolera pero sí con petróleo y con energía propia. Además de las represas, además de, bueno, nuestra energía nuclear. Ayer o anteayer me enteraba de que están desarticulando el CAREM, que es un proyecto de soberanía nacional. Así que, de nuevo, también, yo les pido a todos los empresarios argentinos que con un poco, también, de comprensión de lo que esto significa, se pronuncien en contra de la desarticulación del plan nuclear argentino, que es lo que estamos viviendo. Que tomen la palabra en esto también. Pero, repito, apertura importadora, tarifas en dólares, salarios bajos.
Tercer elemento del modelo: salarios bajos. Que algunos empresarios, en algunas ocasiones, yo los encontré pensando que esto… Bueno, que los salarios, los derechos laborales, que todo esto, si se mejoraba en términos de reducirlos, mejorado desde ese punto de vista, ¿no? Que finalmente todo eso redunda en reducción salarial y que eso podía ser bueno. En algún momento se decía: ‘los salarios son demasiado altos’, ‘los salarios son los responsables de la inflación’, ‘la demanda es…’. Entonces, bajar los salarios a algunos empresarios les parecía buena idea. Luego se dan cuenta que cuando esto ocurre, hemos tenido un 20% aproximadamente de caída del salario y jubilación, aproximadamente, tomando muchos elementos que son dispares, pero no quiero ponerme más preciso con esto. Pero cuando hay una caída macroeconómica generalizada de los salarios, del orden del 20%, es decir un verdadero colapso del poder adquisitivo, el empresario lo puede ver desde la perspectiva individual y dice ‘bueno, si a mi me bajan 20% los salarios, me libera recursos, caen mis costos’. Lo puede mirar así, pero es una mirada tremendamente miope. Porque mientras le cae su costo salarial en 20%, que representa una parte del costo, digamos que paga 30% de su estructura de costos son salarios, baja 20%, se ahorra 6% de costo, piensa tal vez que en esto tiene una ventaja que le va a permitir -pensemos bien- invertir y le va a liberar recursos. Bueno, yo no estoy de acuerdo con esto desde el punto de vista de la situación de los trabajadores, no estoy de acuerdo, pero digo, el empresario tampoco debería. Porque se ahorra 6% del costo, pero vende 20% menos, si dirige su producción al mercado interno. Que es lo que estamos observando, una caída estrepitosa de la ventas y del consumo. Y cuando caen los ingresos, y bueno, le empieza a pasar que cae tanto el consumo y la venta que no importa cuánto se haya podido liberar en materia salarial. Entonces es mala política detonar el mercado interno, bajar salarios y jubilaciones.
Ayer, yo quiero repudiar el veto de Milei porque los jubilados y jubiladas no dan más. Pero quiero decirle, también, que fue otro elemento más de destrucción del mercado interno argentino y de la demanda. Y que esto se observa en las ventas, en el consumo y se observa cotidianamente, y es lo que ustedes producen y después no encuentra salida. Tercer elemento, caída de los salarios entonces. Y fijense que en cada punto, yo podría decir apertura importadora, bueno, hay toda una ideología que dice que hay que ser competitivo…
Ahora voy a ir al discurso, lo hablaba recién con Elvio, pero lo mismo con los subsidios, los famosos subsidios al transporte o las tarifas, que cuando no son a precio internacional, no es un problema de quién pone la plata, si no son a precio internacional por más que los costos de producción local sean más bajos, que uno diría, si nosotros 1 millón de BTU -que es como se mide el gas- nos cuesta 3 dólares, nos costaba 1 dólar en Loma de la Lata, los yacimientos convencionales de Neuquén. Ahora con Vaca Muerta puede estar 3 dólares, sale 3 dólares, ¿cuánto se lo vamos a vender a la industria Argentina? El precio internacional, que puede ser o el precio de sustitución por importaciones, 8 dólares, 10 dólares. ¿Se entiende? Y esa diferencia, aunque nadie ponga un mango, sea una diferencia contable, lo llaman subsidio. Cuando lo que se vende internamente es menos que el precio internacional dicen ‘ya está subsidiado’.
Entonces sería lo mismo ser un país que tiene capacidad de producción de energía, que tiene petróleo y gas, o ser un país que lo importa íntegramente. Y es parte del proyecto, ¿no? Que el petróleo y el gas argentino se venda en la Argentina al precio de exportación, aunque el costo de producción sea más bajo. Y que de hecho, haya el mayor excedente exportable posible y que no compita el mercado doméstico con el mercado de exportación, eso quiere decir que esté siempre a precio de importación.
Por eso, yo creo que bajar los salarios, energía a costo internacional en dólares, aunque somos un país que hoy tiene para 500 años de gas. Pero lo tenemos que vender al precio del que nos venden, si viene Guyana o viene de Angola, para el mercado interno, para los hogares y para la industria argentina.
Y salarios bajos, y después, cuarto componente, permanente: ausencia de crédito productivo. Ausencia de crédito productivo. Son los 4 componentes del plan. Y si ustedes observan transversalmente a lo largo de la historia argentina, es un plan que se aplicó muchas veces y siempre tiene el mismo resultado. El resultado es, no que a todos les va mal o a todos les va bien, esas características tiene en general la economía. Con ese plan a algunos les va mal, y muy mal, y a otros les va muy bien. Hay ganadores: los importadores… Lo hemos visto tantas veces, que pasas de tener una planta productiva a una oficina de importación, son 4 empleados y vos manejás los canales de venta. Capaz que ese modelo, bueno, es un cambio de modelo de negocios. Bueno, ahí hay una fuente de recursos, hay una actividad pujante.
Luego, por supuesto, que esto viene asociado a cuestiones cambiarias. No me quiero meter con particularidades cambiarias, pero genera un negocio financiero muy grande, sobre todo cuando la tasa de interés supera a la devaluación esperada. Lo explico con sencillez, pero lo conocemos muy bien. Cuando la tasa de interés interna en pesos está por encima de lo que se espera que va a ser la devaluación, entonces te conviene traer dólares, ponerlo a tasa de interés en pesos, y si confiás en que no se va a devaluar, después te llevas una ganancia extraordinaria en dólares. Ese fue el modelo, bueno, acá entre todos habitualmente lo llamamos ‘bicicleta financiera’, ‘carry trade’ lo llaman otros, es un proceso especulativo que da ganancias en dólares elevadísimas, mucho más elevadas y más ciertas y más seguras, que invertir en una máquina nueva, que ampliar la producción, que abrir una planta, que abrir… Mucho. Entonces toda la financiación se va para eso.
Después la exportación de materias primas. Porque los salarios bajos internos generan una economía de enclave para determinados sectores. O sea, que hay ganadores, que quede claro, no es democrático y unánime como se reparten los costos de este ajuste y de este modelo. Sino que es muy injusto y muy desigual.
Ahora, el resultado, y fijense, yo decía, bajar los salarios, crédito inaccesible, tarifas dolarizadas, apertura importadora. ¿Por qué esto funde a la industria? ¿Por qué no hay otra salida que que funda la producción nacional con este régimen? Y porque si uno lo mira, sin saber macro, desde el punto de vista de tu balance, si el costo del crédito te sube, te suben los costos, te sube el costo de la energía, de los servicios, te suben los costos. El salario te baja, pero baja mucho más la demanda. Y al mismo tiempo, entra producción importada sin restricciones a un precio que te va limando a través de la competencia, más caen los ingresos por pérdida de venta por competencia desleal.
No hay negocio que aguante desde el punto de vista contable, ni desde el balance. No hay negocio productivo nacional que aguante con ese esquema. No hay. Y eso es lo que estamos observando hoy, por eso yo digo que esto forma parte de una familia de programas económicos que se aplicó varias veces en la Argentina. Resultado coyuntural el que estamos viendo, cierres de empresas.
Por supuesto que en el caso de las pymes nacionales lo que prolifera y lo que predomina en la provincia de Buenos Aires, la caída de la rentabilidad, incluso la pérdida, es una situación que se puede soportar y solventar durante algún tiempo. Recién comentábamos, con una caída de la producción tan fuerte, el empleo no cayó tanto. Decíamos recién, en términos generales, 3% habrá caído el empleo, pero 3% representan las suspensiones, y 3% más, por decir un número, trabajadores y trabajadoras que ya no están en la línea de producción, si no que están dentro de la planta. Y en una pyme esto es así porque la pyme, y que les quede claro, lo último que hace es despedir. Lo último que hace es despedir. Lo último que hace es despedir. Una advertencia, también, para esos discursos del Gobierno nacional. Lo último que hace es despedir.
Tampoco me voy a extender sobre esto, pero la sociología, la psicología, el comportamiento y la conducta del empresario pyme, tiene que ver precisamente con esto. Una pyme industrial de la provincia de Buenos Aires puede ser o no familiar, depende de la envergadura, depende de las generaciones, pero muchas veces lo es. Y cuando entras, no hace falta, por eso, hacer ningún estudio, entras ahí y se saluda el dueño con los empleados. Son familia, es a veces padrino, madrina de alguno de los pibes, de las pibas, de los hijos de los trabajadores con los que son familia. Y además desempeña mil tareas, no es solo empresario. No es la figura pura del empresario que es dueño, del dueño, ¿no? El dueño que no trabaja es una figura ya de empresa de otra… Empresa por acciones, capital por acciones, sociedades que cotizan. Bueno, las empresas pequeñas y medianas tienen un dueño que, en general, también se desempeña como gerente general. Y a veces como gerente general, gerente de marketing, gerente de comercialización, gerente financiero, gerente de planta. Hace cinco trabajos, seis trabajos. Si tuviera otra dimensión capaz que contrata y profesionaliza, pero muchas veces tiene que absorber todas esas tareas. O sea, que es dueño, es empresario, pero también es laburante de su compañía. Y además sabe lo que cuesta formar un laburante, un trabajador.
Esto, siempre estamos viendo, y lo estamos haciendo, estamos poniendo escuelas técnicas en los parques industriales de la provincia de Buenos Aires para vincular industria y sistema educativo. Hemos vuelto y hemos reabierto, y hemos expandido las escuelas técnicas, secundarias técnicas de la provincia de Buenos Aires. Tenemos centros de formación profesional junto con las entidades empresarias, junto con los sindicatos en toda la Provincia. Hemos invertido muchísimo en la articulación entre sistema educativo y sistema productivo, pero todos nosotros sabemos que la formación del trabajador tiene mucho que ver con el desempeño de las tareas. Que es un learning by doing. Exactamente, que aprenden trabajando y lo hacen en las pymes bonaerenses. O sea, que destruir las pymes es también destruir una parte de nuestro sistema educativo. Y no despiden. Por eso… Y aguantan. Y más o menos despiden cuando funden. Porque no siempre tiene una pequeña empresa capacidad excedente o capacidad de funcionar sin la planta óptima. Puede ser que reduzca un turno, que es lo que estamos viendo.
Entonces, estamos viendo un desacople de la caída de la producción con los cierres y los despidos, pero de seguir esto es ineluctable, va a pasar, va a pasar. Lo he hablado a lo largo y a lo ancho de la provincia de Buenos Aires, que están viendo a ver si se revierte, por eso esta cosa de generar expectativas. Esto es de corto plazo. ¿Qué ocurre de largo plazo con este modelo que acabo de describir? Le puedo agregar otros elementos que son importantes para el largo plazo. El fin de la inversión pública en infraestructura. Nunca más va a haber obra pública. ¿Quién va a hacer la infraestructura social básica? Cuando yo visito las empresas, las industrias de la provincia de Buenos Aires lo que me piden es más rutas, más caminos, más ferrocarril, más puertos, más inversión pública. Y los han mandado a hacerse el puente a ustedes solos. A hacerse la autopista ustedes solos. Me piden más capacidad energética, me piden mayor conectividad. Inversión pública.
¿Qué pasa de predominar y de instalarse y de perpetuarse un modelo como este? Y, nos lleva a la primarización. Yo cuando decía esto, recibía una respuesta: ‘no, ¿quién va a querer que Argentina se desindustrialice?’. Bueno, acá hay una novedad. Es el discurso oficial. Es una agresión permanente a la industria nacional. Ya no es la falta de defensa a la producción y al trabajo, es una agresión a la industria nacional. Nos proponen que el paraíso perdido donde hay que volver, ¿cuál es? El modelo agroexportador, fines del siglo XIX.
Antes era ‘bueno, es el peronismo’, después ‘es el peronismo y el radicalismo’. Ahora el problema parece ser que Argentina resolvió mal su especialización productiva. Y lo digo… Lo trato de decir, aunque me resulta muy doloroso, pero lo trato de decir con respeto intelectual, incluso, por esta posición, porque es una posición de economistas argentinos que dicen ‘no, Argentina tendría que haber decidido, en su historia, dedicarse exclusivamente a la producción de materia prima’. Por eso dicen que el paraíso perdido es cuando éramos, sola y exclusivamente, el granero del mundo, lo que se conocía de esa manera.
Entonces, ¿qué dicen para atrás? Que hay que volver a ser un país especializado únicamente en un sector, que es el sector primario, agroexportador. Le podrían agregar algo de minería y algo de hidrocarburos, pero que tendríamos que ser un país productor de materias primas. Y que todo lo demás, esto todavía no lo ha dicho con claridad, pero lo anticipo, ya lo van a explicar basado en teoría económica, que dice ‘bueno, cada país se tiene que especializar en sus ventajas comparativas, en aquello en que es más productivo’. La Pampa húmeda argentina tiene una de las productividades más extraordinarias del mundo, tenemos minería, litio ahora, pero también oro, plata, hierro. Tenemos hidrocarburo, petróleo y gas, bueno, hay que especializarse en eso. Hablo de la teoría económica, esto todavía no lo dijeron, anticipo, lo van a explicar así, en algún momento lo van a explicar así. Basado en teoría económica, eh, que hay que especializarse en aquello en lo que sos muy bueno, mejor, te destacás. Ventajas comparativas. Entonces, que el error de Argentina, como algunos dicen por productividad, otros por abundancia del recurso. Como tenemos mucha capacidad productiva agropecuaria, y ahora tenemos petróleo, hay que hacer solo eso. Cualquier otra cosa que hagamos es una equivocación, un error, y va a conducir al fracaso.
Es una discusión que venimos teniendo, casi diría yo a esta altura, hace 200 años. Sobre a qué se tiene que dedicar la Argentina, cuál tiene que ser su inserción internacional. ¿Y dónde estaría el error, dónde estaría la obstinación, dónde estaría la equivocación que produjo los problemas? No en el gasto público. Por eso esperen eh, porque ya están hablando empresaurios y esas cosas. ¿Cuál es el error? Haber tenido industria. Según esa perspectiva, el error es que haya industria argentina, nos tendríamos que haber dedicado exclusivamente a la producción de materia prima, dice ese discurso.
Y repito, lo otro es antinatural, lleva a la frustración, necesariamente nos hace improductivos, nos hace ineficientes, no competitivos, entonces destruir la industria prácticamente sería poner de nuevo al país en la vía correcta. Nos desviamos, decidimos tener industria. Y fue una equivocación de diferentes sectores que hoy están castigando permanentemente. Y quiero decir algo, la consecuencia estructural de la aplicación de este modelo, que obviamente sinteticé y le agregué cero obra pública, el Estado sin ningún papel en la estabilización de la demanda efectiva. Ningún papel macroeconómico del Estado nacional o del Gobierno en morigerar las crisis, en establecer determinadas regulaciones, en cuidar la industria, en planificar.
En ese modelo, vamos a describirlo, no necesita universidad. No necesita Conicet, menos todavía universidad pública, gratuita y una envergadura de investigadores, científicos, como los que tiene la Argentina. Es un despilfarro para ese modelo. Entonces ustedes me dirán, ‘bueno, pero estás agitando un fantasma para asustar’. No, no, no, es un plan político. Es un programa para la Argentina el que se está aplicando, no tengo ninguna duda.
Y no es imposible, tiene dificultades su aplicación, esta reconversión, este industricidio. Tiene dificultades. Pero ni es imposible, ni es un país que no tiene comparación. Si uno mira buena parte de América Latina, los invito un segundo a pensar en cómo es, cómo funciona, la gran mayoría de los países de América Latina. Ni hablar del continente africano, ni hablar de Oriente Medio. Son países que se dedican a la producción de materia prima, y poco más, casi no tienen industria. Uno lo ve en nuestra propia región. Eso existe, no es Argentina, o no fue nunca Argentina, pero existe. Es un plan posible.
Repito, para mí absolutamente desastroso, pero posible. Yo recuerdo que Martínez de Hoz decía que había que hacer esto, teníamos que ser un país que se dedicara… ¿Se acuerdan lo de la silla? O sea, había un aparato de propaganda ideológico y cultural contra la industria argentina diciendo ‘esto es artificial, ineficiente por naturaleza y no sirve, es inconducente. Y hacer los esfuerzos y tomar las medidas y realizar las políticas genera frustración, va mal y es un desastre’. No es un discurso nuevo, por eso cuando uno los ve rememorar, repetir las mismas muletillas y las mismas cosas, se da cuenta que esto forma parte de una tradición histórica. Cuando hablábamos de dos modelos de país. Un Estado muy pequeño, sin capacidad regulatoria, sin participación. No digo porque el Estado argentino no tiene participación en el proceso productivo de bienes y de servicios, pocos, no es eso. Pero sin participación en su capacidad reguladora, en su capacidad de generar desde científicos hasta algunos recursos o infraestructura que se necesita. Nada. Esto se arregla con un modelo absolutamente privatizador, pero ¿en qué esquema social? ¿Cómo funciona una sociedad de ese tipo? ¿Cómo son?
Ustedes conocen, no quiero mencionar otros países porque van a decir ‘Argentina… Axel comparó con tal, con tal y con tal’. Pero piensen en cualquier país que tiene una masa inmensa de población que vive en condiciones de muchísima vulnerabilidad, de baja formación, sin atención médica, sin acceso a la educación, menos todavía a la universidad. Del 80%, uno podría decir. Un 5% que vive muy bien, en condiciones de semiencierro y muy dividido y muy separado. Una sociedad dual. Y digamos un 15%, que serán sectores medios que se pueden insertar dentro de ese modelo.
Porque Martínez de Hoz decía… Argentina tenía 25 millones de habitantes. En aquel momento decía que sobraban 10 millones, si no me equivoco. Sobraban 10 millones para el modelo que era exitoso para la Argentina. 10 millones sobraban. Ahora somos 47 y la tecnología encaminada a producir bienes primarios ha avanzado muchísimo, es decir que absorbe mucho menos empleo que en aquella época.
Si uno recorre el campo argentino, la parte destinada a la producción cerealera, la parte agrícola de la Argentina, la Pampa húmeda argentina, hoy la escala de producción es mucho más grande y la absorción de trabajadores y trabajadoras es mucho más pequeña porque se ha tecnificado muchísimo, no sólo con los transgénicos y con los agroquímicos especiales para esto, sino también en el equipamiento, la maquinaria agrícola. Ya está destinada a escalas mucho más grandes, prácticamente es inviable para pequeñas propiedades, 50, 100 hectáreas ya empieza a ser complicado. Entonces van a esquemas asociativos, lo estoy describiendo, nada más, eh. Pero absorbe menos trabajadores y trabajadoras. Ya no está el tractoristas, pero no está el que alambraba porque se tiran los alambrados, ya no está, no está, no está. Y se achica y se achica y se achica.
Entonces, ¿un país para cuántos es ese? ¿Cuántos sobran en ese país? Porque no son solo los trabajadores, el esquema de pymes productivas industriales también. ¿Dónde entra ahí? Si no es mercado interno, o es un mercado interno muy reducido, con una apertura absoluta de la importación, sin ningún tipo de cuidado. Bueno, ese modelo. Ese modelo. Lo digo así porque me parece que ya cuando uno empieza a ver y ya se empieza a decir… Se empieza a decir no sólo porque hablaron de que había que volver al modelo agroexportador. Que no es pre peronismo, eh. La primera industrialización de la Argentina se inicia en la década del ‘30, con un gobierno que si algo no era, porque no existía, era peronista. Era un gobierno bien conservador, que es el que crea la Junta Nacional de Granos, todo un esquema porque no había comercio internacional y se empieza a desarrollar la producción industrial en la Argentina.
Entonces, ese modelo, varias cuestiones sobre ese modelo que nos proponen. Nos proponen ese modelo. El otro día decía ‘la industria existe porque le robó toda la vida al campo’. ¿Lo dijo o no lo dijo? No es casualidad, no es un exabrupto. Parte de la concepción de que Argentina nunca tendría que haber desarrollado la industria y si lo hizo fue a expensas a los que producen materia prima.
Y que quede muy claro, porque me han visto recorrer la provincia de Buenos Aires, me han visto hacer programas de promoción de la producción agrícola, primaria. Nos han visto hacer la red de caminos rurales, 5.000 kilómetros de caminos rurales. Poner universidades con el programa Puentes en el interior de la provincia de Buenos Aires. Nos han visto llevar electricidad, llevar servicios a lugares recónditos. Nos han visto abrir de nuevo las escuelas rurales, que había cerrado Vidal. No es contra ese sector. Esa es la mentira. No hay que decidirlo. No es cara o seca. No es industria o campo, hidrocarburos y minería. No tenemos que decidir eso. Es un falso dilema. Es una falsa antinomia. No es así. Realmente no es así.
¿Cuál es el problema de ese modelo? Sobra gente y digo la génesis, sobra gente. Mucha gente. Nos lleva a una sociedad dual. Cuando digo dual, de una desigualdad inmensa. De un solo escalón y altísimo, infranqueable para las grandes mayorías. Nos lleva a un modelo de producción raquítica. Nos lleva a un modelo sin ciencia, innovación, tecnología que no hace falta. Es todo adquirido, importado lo que hay y el resto no tiene ninguna impronta nacional, no tiene ninguna problemática propia, no tiene… Entonces empiezan a sobrar cosas, por eso el desprecio. Tal vez en ese modelo la universidad pública entera sobre porque esa pequeña minoría se puede, tal vez, pagar los estudios por privado. Son poquitos además. Recorran la región, en la cabeza, y diganme si no es así como funcionan en la actualidad varias de estas sociedades.
¿Qué problema hay con hacer una matriz económica solamente basada en la producción primaria y de materia prima? Es absolutamente vulnerable a shocks exógenos, diríamos los economistas. Al ciclo internacional. Es de una vulnerabilidad, de una volatilidad. De pronto cae, como está pasando ahora, el precio de tu producto de exportación, que suelen ser tres o cuatro, te especializas en unos pocos productos, empieza a caer el precio y se detona todo. Pasó varias veces. O sea, perdés toda capacidad de un desarrollo y de un crecimiento con estabilidad. Perdés los instrumentos, perdés la posibilidad, te volvés absolutamente vulnerable al precio de las commodities internacionales que, depende, lo hemos visto en 2008, lo hemos visto hace poquito, lo vemos… Dependés de eso. Y ni hablar el origen de la industrialización argentina.
¿Cuándo empieza la industria argentina? ¿Cuándo empieza? Bueno, hubo siempre, uno encuentra los hechos, digamos, de la época original, ¿pero cuándo empieza fuertemente a desarrollarse un tejido industrial nacional? Bueno, a partir de la Primera Guerra Mundial, con la Crisis del ‘30 y la Segunda Guerra Mundial. Porque ese es el otro problema. Sos absolutamente dependiente de mercados externos que, por varias cuestiones, te pueden dar la espalda.
O sea, que esto es lo que quiero decir. El modelo que defiende Milei se terminó y vino la industria. No porque se la impusieron de afuera, porque ganó el peronismo, porque nos pusimos de acuerdo con los desarrollistas, con los industrialistas, con algunos empresarios y lo impusimos. Porque el modelo agroexportador de la Argentina se sobreendeudó y tuvo enormes crisis de deuda y después, con la guerra, con las crisis, se cerró el mercado internacional. O sea, que queda muy claro que el modelo agroexportador se hundió por su propio peso. Que la especialización unilateral productiva en materia prima de origen agropecuario no funcionó.
En aquella época, ¿qué pasó? No se podían colocar productos. En la Primera Guerra, en la Crisis del ‘30. No se podía vender. Se cerraron los mercados internacionales. Particularmente, la que era la principal potencia, Inglaterra, no se podía. Entonces, como no se podía importar nada, se empezó a producir acá. Fue un proceso casi silvestre. Casi de propio ímpetu de sustitución de importaciones. Así nace la industria nacional. Porque no se podía traer nada de afuera, y porque nuestros productos de exportación… Porque cuando digo que fueron los conservadores los que ponen la Junta Nacional de Granos es porque no se podía colocar la materia prima si no era a través de acuerdo Estado-Estado, país-país, y entonces el Estado hizo esto para poder colocarla. Después, uno puede ver la evolución histórica de cada una de estas cuestiones, pero la génesis fue la propia insostenibilidad de una especialización productiva de la Argentina en solamente una, dos o tres ramas de producción.
¿Cuál es el segundo obstáculo de llevar a la Argentina a la primarización, al extractivismo? ¿Cuál es el segundo obstáculo? Y, la verdad es que está a destiempo. Quiero llamar la atención también sobre esto. Está a contramano, a contramano del discurso que hay dominante a escala internacional. Todos los países del mundo, desde Estados Unidos al bloque más cercano, a Oriente, a China, todos están viendo qué pueden hacer para sostener la industria, para desarrollar la industria. Es más, el presidente anterior de Estados Unidos de hace un tiempo, Donald Trump, hoy candidato, admirado por Milei, si uno escucha qué dice, lo que está planteando es exactamente lo contrario que lo que dice Milei: su ‘make America great again’, básicamente quiere decir, reindustrializar Estados Unidos. Traer las industrias que se relocalizaron en otros países de vuelta a Estados Unidos. Y lo primero que planteó, cuando era candidato la vez pasada, es un arancel a la importación, no era la prohibición de importaciones, después aparecieron. Arancel a la importación plano del 35% para defender y proteger la industria norteamericana.
O sea, que hoy estamos en una época de nacionalismos, de desarrollismos, de industrialismos. La política industrial está de moda en todo el mundo menos en la Argentina, que tenemos industria pero que hay una especie de conspiración y confabulación para destruirla. Destruir la industria nacional cuando todos los países están viendo cómo pueden traerla de nuevo porque se fue y acá la quieren romper.
Y esto que quede claro, para que no se me saque de la línea que estoy diciendo. Uno no dice que esté perfecta, que todo ande bien, que tiene que quedar igual. Todo lo contrario. Lo que tendríamos que estar discutiendo hoy, y que yo quiero discutir con el sector industrial argentino y bonaerense, es cómo hacemos para que sea más productiva, para que sea más eficiente, para que exporte más, para que acceda al crédito, para que no se la coma la competencia desleal, para que dé más trabajo, para que se distribuya territorialmente. Esas son las discusiones que tenemos que dar. No cómo destruirla y cómo romperla porque fue antinatural y no debería existir.
Así que, a esto me quería referir hoy: va a contramano de la historia lo que nos están planteando. Es un enorme exabrupto y una gran equivocación romper la industria argentina. Mejorarla, por supuesto. Y abandonar, porque esta idea de destruir el Estado tiene que ver con muchas cosas, pero una es abandonar el papel del Estado en materia de planificación, de política industrial.
Así que creo que estamos en esa disyuntiva. Quería compartir con ustedes algunas impresiones, tengo también para decirle la batería de instrumentos que desarrolló el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en la etapa anterior y que está profundizando y ampliando en la etapa actual. Porque nos toca no sólo seguir desde el Gobierno provincial sosteniendo, ampliando, mejorando la industria bonaerense, sino también sustituir, en la medida de lo posible, la ausencia y la deserción del Gobierno nacional. Sustituir en la medida de lo posible. Nos toca desde comprar las vacunas, a los medicamentos oncológicos, a dar la comida en las escuelas. Más de 2 millones y medios de pibes y pibas en el servicio alimentario escolar. 2 millones que se llevan un módulo alimentario a la casa. Lo tenemos que ampliar y tenemos que invertir más en cuestiones aún de emergencia. Como nos dijeron cuando pasó el tornado por Bahía Blanca, nos dijeron: ‘ustedes arréglense solos’.
Bueno, yo quiero venir acá ante el sector metalúrgico, madre de industrias, fundamental para la provincia de Buenos Aires. Eso quiero decir también, porque a veces parece que yo hablo desde una tribuna ideológica, Keynes contra Hayek. O que hablo desde una tribuna política, peronismo contra… Pero estoy hablando en representación de la provincia de Buenos Aires.
La provincia de Buenos Aires es una provincia que tiene, por supuesto, agricultura, ganadería, pero que tiene industria. Es la principal provincia industrial de la Argentina. Es la que más tiene en materia de producción agropecuaria, pero es la que más tiene también de producción industrial. Somos una provincia industrial. Entonces, cuando asumo este papel, y cuando hago esta denuncia, no lo hago única y exclusivamente porque es lo que creo, es lo que pienso, es para lo que hemos trabajado toda la vida. No es sólo por eso. Es principalmente porque lo hago en representación, con la legitimidad y por mandato de la provincia de Buenos Aires. Una provincia industrial, una provincia que quiere a su industria, que quiere a sus empresas, que viene invirtiendo en parques industriales, que tiene su Banco Provincia con crédito productivo, que fomenta el consumo interno con la Cuenta DNI, que hace todo lo que está a su alcance para acompañar a la producción bonaerense.
Así que, quería compartir estas palabras con ustedes porque hace falta escuchar su voz. Esto está pasando hoy. No es un invento nuestro, no es un posicionamiento, es lo que está pasando hoy en la industria bonaerense. A veces uno tiene la intención y la vocación de que esto se sepa de primera mano. Porque cuando uno lo cuenta parece… ‘está exagerando, se quiere pelear, quiere discutir, le va a contestar por tuit’. No es así, esta es la realidad que hay en el territorio, esta es la realidad que hay en los 307.000 kilómetros cuadrados de la provincia de Buenos Aires. Está en riesgo la industria.
Así que repito, el compromiso del Gobierno de la provincia de Buenos Aires de cuidar, de promover, de defender a la industria y al trabajo. Muchísimas gracias.