Presentación de “Volver a Keynes” en la Feria del Libro

Bueno, voy a intentar ser breve, así que voy a saltarme la parte de los saludos, los agradecimientos, excepto uno, a Carlos Díaz, a la editorial, por haber tenido la idea de reeditar este libro, que es un libro que, bueno, se ha editado y reimpreso varias veces, se ha hecho también en España. Es un libro que ha tenido cierta circulación, pero que es antiguo, es como de otro Axel este libro, porque viene de mi tesis doctoral, de la época de estudiante, de doctorado más que de estudiante de grado, pero tiene también un origen por ahí, así que, voy a tratar de responderle a Flor y hablar de normalidad, como decía Pedro.

Es cierto, es una reacción, o lo voy a decir con más precisión, una resistencia. Es una resistencia al modo o a la forma en la que se enseña Economía de manera habitual, en la mayor parte de las universidades del mundo y, también, en la Universidad de Buenos Aires cuando yo estudié y entiendo que ahora, y particularmente en la Facultad de Ciencias Económicas y en la carrera de Economía. 

Este libro surge porque junto con una generación, me animo a decir, obviamente, 80/20, capaz más chiquito los que estoy representando, pero con una parte por lo menos de una generación, surgió un malestar, una falta de confort, de tranquilidad, un enojo también, con la forma en la que nos enseñaban Economía durante la década de los 90. En la época en donde había una política económica realmente espantosa, que era la de Cavallo y que es la de Milei, con los matices que los separan. Esa era la teoría económica que nos enseñaban en la Facultad y que en ese momento estaba, también, enseñoriada, digamos, estaba bien ubicada en el Ministerio de Economía. Y nosotros decíamos que la enseñanza de la Economía, a diferencia de otras ciencias sociales, qué sé yo, me decía Flor, Ciencia Política, yo también empecé estudiando Ciencia Política y, cuando uno estudia otras ciencias sociales, Sociología, Ciencia Política, no Economía, en general el comienzo de la carrera consiste en que te van contando las diferentes escuelas de pensamiento, las diferentes doctrinas, las diferentes posiciones que hay dentro de la disciplina. Entonces, a veces está ordenado históricamente, entonces empieza, qué sé yo, con Aristóteles, con la Antigüedad, y va siguiendo con el Medioevo, y después llega a, más o menos, la edad contemporánea, y después, en la edad contemporánea te cuentan, están todas estas perspectivas, todos estos enfoques. 

A mí me parece que es normal, es natural, es natural que en Ciencias Sociales haya diferentes perspectivas, diferentes miradas, diferentes enfoques. Está bien, pero en Economía hay una forma distinta de enseñar. Te enseñaban la teoría económica, una sola, una sola a la que nosotros en aquel momento llamábamos la ortodoxia, el pensamiento hegemónico, el pensamiento único. Había una sola forma de enseñar economía, una sola escuela de pensamiento, mientras en las otras disciplinas había varias escuelas de pensamiento que se disputaban o que se dividían su enfoque o la mirada sobre la realidad. En cambio, en Economía una sola forma de enseñar economía, como si fuera, por decir así, que tampoco es así, una ciencia natural, qué sé yo, la Física, la Biología, la Química, bueno, esto empezó de determinada manera, en una ciencia natural, no es así exactamente, pero podríamos decir, se enseñaba esto, pero se demostró que era falso. 

Lo viejo no funciona, es falso, porque se avanzó en el conocimiento, se testeó la teoría, y entonces ahora hay otra teoría nueva, mejor, y entonces enseñamos solo la última, no todas las anteriores, solo porque fueron superadas teóricamente. Entonces, se enseñaba Economía como si fuera una especie de ciencia natural y donde el conocimiento, teóricamente, de los economistas, fue progresando, y en la etapa actual, hoy, cualquier hoy que hablemos, hay una expresión perfecta o acabada de lo que es la economía y todo lo demás está mal, y todos los demás enfoques alternativos están mal, a punto tal que no vale la pena enseñarlos. 

Entonces, este libro es resultado de una reacción, de una manifestación contra esto muy concreta. Nosotros decidimos que la formación nuestra como economistas no se podía limitar a los planes de estudio oficiales. Que además, lo digo ahí, se enseñaba con manuales, con libros de texto, como si fuera el primario, no sé si eso todavía, no, para el primer, el número uno, el número dos, el número… Se enseñaba así, con libros de texto producidos además en Estados Unidos, generalmente, y resultado de teorías económicas dominantes, dominantes sí, ¿pero verdaderas, únicas? Entonces, ante esa disconformidad, ante esa incomodidad y ese enojo y esa crítica, dijimos, ‘bueno, vamos a leer otras cosas de economía’. Y armamos algo que se llamó, entonces, la Escuela de Economía Política, que eran reuniones que teníamos los sábados por la mañana estudiantes de Economía con algunos profesores para leer los textos originales y los libros originales de otros pensadores que no fueran los que estaban reflejados en el plan de estudios y, sin embargo, eran economistas consagrados, que nadie podía decir, ‘este tipo es un tonto, no vale la pena, lo que dijo no existe‘, sino que eran otras escuelas de pensamiento económico. Y hablábamos del pluralismo teórico, de estudiar otras teorías.

Entre esos autores estaban, por ejemplo, voy a decir algo que puede sonar raro, estaban los autores que reivindica Milei, hoy, los austríacos. Leímos a algunos autores de la Escuela Austríaca, porque tampoco estaban en el plan de estudios, pero, ¿cuál era el problema de eso? No estaban en el plan de estudios porque eran teorías muy absurdas y reflejaban un mundo muy pasado. Pero así y todo, nos propusimos leer a los autores originales, entre ellos a Keynes, a este, al de este libro. Y lo que nos encontramos, que fue una sorpresa particular al leer a Keynes, es que la teoría que nos enseñaban, teóricamente, reflejaba las ideas de Keynes. 

Keynes era parte de su ortodoxia, de lo que enseñaban. Una parte de la ortodoxia estaba inspirada en Keynes. Y sin embargo, al leer el libro más importante de Keynes, diría, casi el único donde expone sus ideas revolucionarias, nos encontramos una sorpresa, que es que lo que decía el libro no tenía nada que ver, nada que ver, con lo que nos decían, nos comunicaban que Keynes pensaba. 

Entonces, ahí surgió una especie de descubrimiento. Yo digo, esto es producto también de un descubrimiento, una sorpresa. No era el interés por Keynes en sí, sino por esta maniobra que había habido de esconder el pensamiento de Keynes, el original, y reemplazarlo por unas ideas que teóricamente eran las que había propuesto Keynes. Que al leer La Teoría General, el libro donde se expone por primera vez, encontrábamos que eran, no solo distintas, sino en muchos sentidos, contrarias. Y más grave todavía, que dentro de las ideas de Keynes originales, las verdaderas, las del libro, había una crítica feroz, feroz, eh, a las teorías, a las escuelas de pensamiento que nos enseñaban, también, dentro de los programas de estudio. Entonces, miren qué novedad y qué sorpresa, y qué incómodo, ¿no?, que verdad incómoda.

Teóricamente, Keynes era un autor reconocido y que formaba parte del panteón de los autores importantes que nos estaban enseñando. Y sin embargo, Keynes decía otra cosa y criticaba todo lo que nos estaban enseñando. Obviamente, si uno descubre que está ocurriendo esto, una tergiversación, una modificación, un ocultamiento, bueno, se empieza a preguntar por qué y para qué. Por qué y para qué. Y bueno, la verdad es que una de las cuestiones tiene que ver con la actualidad, sin tratar de agotarla, que es que buena parte del motivo por el que Keynes escribe su libro más importante, La Teoría General, es porque encuentra que las escuelas de pensamiento de su época, estamos hablando principios del siglo XX, fines del siglo XIX, sostenían todas que la economía, que el mundo, que el capitalismo funcionaba muy bien sin Estado. Funcionaba muy bien sin que interviniera la sociedad en su conjunto en la determinación de ciertas variables, particularmente el desempleo, ¿no? Porque Keynes escribe después de la Crisis del 30. Entonces, Keynes dice, ‘miren, la teoría que se está enseñando no funciona, porque nos dice que si dejamos toda libertad’, no se si le suena, ¿no?, ‘sin intervención, si funciona la mano invisible, vamos a llegar al paraíso, y el mundo que vemos y que observamos, no es el paraíso, más bien todo lo contrario, es un desastre, se parece más al infierno que al paraíso’. Entonces dice, ‘acá hay un problema que tiene que ver con el rol del Estado, que tiene que ver con el gasto público, que tiene que ver con si ajustando se resuelve todo, pero hay un problema más grave, que es entender cómo funciona el capitalismo, cómo funciona esta sociedad’.

Entonces, hablando de normalidad y de disconformidad, bueno, los que estudiábamos Economía y creo que hoy pasaría lo mismo, pasa lo mismo, a los que estudian Economía les enseñan una escuela de pensamiento que básicamente dice que todo tiende a estar muy bien. Y cuando uno sale del libro de texto y de la facultad, ve que no todo tiende a estar muy bien y que hay que hacer algo con respecto a eso. Bueno, ahí Keynes tiene una posición muy fuerte, que no es una posición… Porque este es un libro que viene de una tesis de doctorado, o sea, que es un libro bien teórico que habla de otro libro, de La Teoría General que es otro libro muy teórico, Keynes lo escribe para los economistas, ¿no? Dice, ‘esto no es para el público en general, es para mis colegas economistas’. 

Ahora, hay una conclusión que me parece que hace a la situación actual. En la Crisis del 30, se genera un consenso, una normalidad donde todo el mundo se da cuenta que algo huele a podrido, que lo que habían dicho que se solucionaba solo, no se soluciona solo, sino por el contrario, se agrava y no se resuelve. Y, entonces, aparece una revolución teórica, que es la de Keynes, que dice ‘no, no todo se soluciona solo, porque el sistema no es perfecto, no anda bien, no se autoregula, no es liberal libertario, no es así. El sistema capitalista tiene problemas y genera grandes problemas y hay que entenderlo en su núcleo, en su centro’, y empieza a discutir eso. 

Y después esa teoría y esas ideas de Keynes son reemplazadas por otras, que de manera subrepticia, casi diría con disimulo, casi diría con una serie de maniobras teóricas, pero también en la forma de enseñanza, empieza a restaurar el pensamiento anterior a Keynes, que vuelve a decir, pero ahora en nombre de Keynes, que la economía se arregla sola, casi en todas las circunstancias, que en todo caso, hay que ajustar alguna tuerca, hay que modificar alguna cosita, pero tiende a funcionar sola. 

Yo no sé si hoy la normalidad es esa, si hoy el pensamiento o las ideas de Milei son lo que todo el mundo compra y cree. No lo sé, lo que sí sé es que hay cuestiones del mercado cuando funciona solo, cuando no tiene ninguna regulación, ni ninguna intervención, que estamos viendo ahora, que estamos atestiguando, que terminan generando calamidades. Calamidades como que no se pueda comprar remedios, porque se desreguló el mercado, o que el salario no alcance y entonces el mercado de trabajo, la mano invisible no lo resuelven. Se necesita, y en Keynes está muy claro, se necesita la negociación colectiva. O que la economía no tiende a la de la ocupación. Ayer nos enterábamos que, lejos de estar subiendo la actividad económica descontroladamente, como dice el Gobierno, sigue cayendo la industria, sigue cayendo la construcción, sigue cayendo el consumo. 

Entonces, yo digo, ¿por qué volver a Volver a Keynes? ¿Por qué pensar de nuevo a este autor? Porque los problemas que Keynes viene a señalar y a proponer algunos instrumentos y algunas soluciones, son los que ahora vuelven a surgir como resultado de haber abandonado u ocultado algunas de estas ideas y algunas de estas discusiones. Ayer me preguntaba alguien, ‘bueno, pero entonces, ¿vos sos keynesiano?’ No, yo le decía, ‘no, no soy keynesiano, yo soy peronista’. Que recupera algunas ideas, discute algunas de estas ideas pero dice claramente que hay ciertas fuerzas de la economía privada que no funcionan bien o no funcionan bien para todos y que hace falta que la comunidad se organice y que dé una respuesta colectiva.

Entonces, en ese sentido me parece que Volver a Keynes es algo que vuelve o intenta instalar una, en un 20% aunque sea, una discusión distinta, ¿no? Los que comemos pizza fría, los que leemos a Keynes, ¿no? Y me parece que en ese sentido es una discusión recontra actual. Recontra actual. Y además, les voy a decir algo que me acabo de dar cuenta, me gusta la idea de volver a volver, ¿no? Que es un poco una tarea. Me gusta, volver a volver. [yotuwp type=”videos” id=”VKSHEHjASS0″ ]

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