500 días sin obra pública nacional

Buenos días a todos, a todas. En primer lugar, saben que estamos en una semana de duelo por el fallecimiento del que fue un argentino que marcó rumbo a escala internacional. A nosotros nos gusta decir que el Papa Francisco, más allá de su obra específicamente eclesiástica, lo que ha hecho para la iglesia católica, le ha dado un protagonismo y una importancia que parecía difícil de recuperar. Le ha cambiado a muchos la visión con respecto al papel de la iglesia; bueno, todo eso tiene que ver con su obra en el Vaticano, con su obra como Papa, simplemente para los creyentes y para los que participan de esa congregación. Pero el papel que ha tenido el Papa Francisco a nivel internacional y a nivel local ha sido mucho, pero mucho más grande. Yo creo que vamos a ir dándonos cuenta con el paso del tiempo de la importancia de la obra, del posicionamiento, de las opiniones, de las discusiones que dio Francisco y en el contexto en el que lo hizo. Y me parece que ahí quienes no formamos parte de la iglesia católica, estamos conmovidos y estamos pasando una etapa de dolor porque se ha perdido en Francisco un referente internacional. Probablemente el más importante referente a nivel internacional, el más importante defensor, un verdadero faro para algo que a mí me parece que le falta al mundo entero, y que por corrientes ideológicas y políticas que se han impuesto últimamente, que están imperando, algo que es estrictamente necesario y urgente, con el Papa Francisco se va el vocero más importante de la justicia social.

Y nos deja una tarea, una obligación, hay que llenar ese espacio. No podemos simplemente lamentarnos con la pérdida. Más allá de lo que resuelvan los cardenales en el Vaticano, creo que el Papa Francisco también nos ha dado a todos nosotros una misión, que es sostener esas ideas en momentos adversos, en momentos difíciles, en momentos donde una ultraderecha desalmada y cruel, ¿no?, que ha planteado una guerra, la guerra real, pero también la guerra contra los inmigrantes, contra los desplazados, que ha planteado también el ‘sálvese quién pueda’. Esas ideologías que el propio Francisco marcó claramente ya como obsoletas y fracasadas, las que tienen que ver con esas teorías del derrame, con esas teorías del mercado y la mano invisible, como la que todo va a resolver. 

Esa lucha que animó Francisco, que le puso palabras, que con un coraje inmenso llevó adelante y desempeñó, ahora yo creo que con su partida, muy lejos estamos de poder decir ‘se ha perdido algo’, al revés. Creo que se inicia una etapa donde cada uno de nosotros, que escuchó su evangelio, que escuchó su posicionamiento, nos deja ahora con una misión y con una obligación, que es a nivel local, a nivel familiar, en cada uno de los planos de la existencia cotidiana, hay quienes tenemos responsabilidades políticas más amplias y mayores. Bueno, que la palabra de Francisco, más allá de las disputas y las discusiones, tenemos la obligación de hacerlas realidad. De hacerlas realidad.

Millones de Franciscos ha dejado el Papa, y me parece que en ese sentido, lo que estamos haciendo hoy, por eso quería empezar homenajeando porque es un día de duelo. A mí me pasó que estábamos el otro día en la Catedral de La Plaza con el Arzobispo, que dijo unas palabras, dio una misa muy sentida, prácticamente por la pérdida, y también por su vínculo, Gustavo no podía casi expresarse, a veces porque se quebraba. Pero lo más lindo que ocurrió es que terminó, probablemente por primera vez, por lo menos en mi experiencia y de muchos de los que estábamos ahí, terminó ese homenaje con un aplauso a Francisco adentro de la Catedral. Así que bueno, quiero pedirles a todos los que estamos acá un aplauso para Francisco.

Con el orgullo, además, de ser un argentino que llevó determinadas transiciones políticas. A mí me parece que ponerle pecheras partidarias es un exceso, pero sí algunos elementos de discusiones, de experiencias que ocurrieron en la Argentina, se pusieron en el atril internacional. Así que importantísimo ese papel e importantísima la presencia de cada uno de ustedes.

Hoy nos acompañan aquí intendentes, intendentas de la provincia de Buenos Aires,  de lugares muy distantes, pero también de otras provincias argentinas, de Córdoba, de Mendoza, de Santa Fe, que acudieron a esta reunión porque, bueno, nosotros a veces cuando hacemos estas reuniones, estos actos, estas ceremonias, Kato lo había propuesto los 500 días del gobierno de Milei. A los 500 días de la paralización de la obra pública en la Argentina. Uno a  veces se pone a reflexionar, ¿cuál es el alcance? ¿Hasta dónde llega? ¿Qué es lo que representa? Bueno, yo creo que nosotros no podemos dejar de dar testimonio durante épocas tan complicadas y con un Gobierno tan obtuso, además de todo el daño que hace, tremendamente obtuso, pero nosotros no podemos dejar de dar testimonio. Testimonio de las pérdidas que está ocasionando, testimonio del dolor que está ocasionando, pero también testimonio de la coherencia de fuerzas políticas que defienden miradas contrarias y que a pesar de toda la persecución, a pesar de las agresiones, a pesar de los insultos, no vamos a callarnos un solo día. Así que a los 500 días, venimos acá a denunciar y a marcar cuáles son las consecuencias de las decisiones que está tomando el Gobierno nacional y creo que por acumulación y también por obstinación y también porque este mensaje que damos hoy acá en San Martín, agradecerle al intendente, agradecerle al rector, este mensaje que damos hoy, sabemos que por la presencia de ustedes, que tienen responsabilidades territoriales, va a llegar a toda la Argentina.

El parate que está haciendo en la obra pública, en educación, en salud, en vialidad, en infraestructura social básica es una decisión criminal. Criminal. Porque son hospitales que no se abren, son escuelas que no se abren, son rutas que están en mal estado. Así que lo tenemos que decir con todas las letras: basta Milei de ocasionarle este daño a todo el pueblo argentino. Basta.

Quiero referirme, porque ya lo han hecho también quienes me precedieron con la palabra, quiero referirme, lo voy a tratar de hacer con toda la brevedad de la que sea capaz, pero voy a tratar de referirme… Ya ponen cara, ¿no? Pero voy a hacer un esfuerzo. Sí, porque me parece que, como bien decía Kato, estamos rodeados también de una serie de confusiones, ¿no? Donde se disfrazan las medidas tan dañinas para el conjunto, para las mayorías, se las disfrazan de políticas económicas, llamémoslas así como dicen ellos, sanas, provechosas, que van a traer ulteriores resultados. Miren, yo no sé cuántas veces, porque a mí me tocó por mi experiencia, justamente, en la universidad como estudiante, como docente, como investigador del sistema universitario argentino me tocó estudiar planes económicos. He escrito bastante sobre eso, por eso no quería hoy aburrirlos, pero planes económicos como este, como el que lleva adelante Milei, que ya se implementaron en la República Argentina tantas veces, tantas veces, siempre envueltos y barnizados con el mismo discurso, ¿no? Con el discurso de lo inevitable, con el discurso este que en inglés le dicen ‘TINA’. TINA a este tipo de ideologías. Por las primeras letras de una frase que en Argentina se escucha ya, que es ‘There is no alternative’. No hay alternativa. No hay alternativa. Tratan de convencernos que lo único que se puede hacer es esto y que es lo mejor. Y viene acompañado de un discurso que escuchamos mil veces y que fracasó mil veces. Y que generó falsas expectativas mil veces. Que es un discurso de un sufrimiento necesario, ¿no?

En la época donde pararon esta obra, que ahora estamos continuando, que gobernaba Macri a nivel nacional y Vidal en la provincia de Buenos Aires, también aplicaron un plan de ajuste, un plan regresivo, un plan recesivo, un plan de decadencia nacional con el mismo discurso. Y ustedes lo recordarán, porque empezaron con esto del ‘segundo semestre’, ‘ya va a repuntar la economía’, ‘es un sufrimiento transitorio’, ‘es forzoso, obligatorio, pero hay que tener paciencia’, ‘ya va a dar sus frutos’. Hablaban del segundo semestre, de ‘hay luz al final del túnel’, ¿se acuerdan? En aquella época, de los ‘brotes verdes’. Es el mismo discurso que escuchamos hoy en boca de Milei, probablemente con una inclinación un poco más mística, religiosa. Ahora nos hablan de Moisés, de cruzar el desierto, pero es lo mismo.

¿Cuál es el mensaje? Hay un sufrimiento, pero es necesario, como quien emprende un tratamiento médico que implica algún tipo de dolencia por su implementación, pero bueno es para curarse y no hay otra. Por supuesto que uno puede discutir esto desde el plano histórico, desde el plano teórico, desde el plano económico, desde el plano político, desde el plano social, desde el plano internacional. Ahora, simplemente, cuando uno observa las políticas que se aplican, quiero dejarlo prístinamente establecido, son las mismas de siempre. Si no han traído nada, Milei en una dimensión, es en la de la originalidad, no tiene nada de original, no tiene nada de novedoso, no está inspirado por sus perros, ni por los economistas que representa en sus nombres. Es el plan de ajuste ortodoxo, convencional que se aplicó mil veces en la Argentina y falló y fracasó y resultó una verdadera estafa. Se aplicó también en América Latina, en muchos países de América Latina, son las recetas del Consenso de Washington, son las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, son las mismas, no tiene nada de liberal libertario, de Hayek, Misses, Böhm-Bawerk, nada. Es el plan enlatado, convencional, de ajuste ortodoxo y de sufrimiento innecesario, que se ha aplicado tantas veces en la República Argentina.

Si alguna duda cabe, fíjense con qué lo edulcoran y de qué lo disfrazan, de lo mismo de siempre. ‘Es lo que hay que hacer, tenés que sufrir, te vas a joder, pero es por un bien mayor que ya llegará’. Y nunca llega. Vamos 15 meses de caída del consumo masivo y popular. Desde el día que llegó Milei le están reventando el bolsillo y le están destruyendo la mesa a los trabajadores de la Argentina, a los más vulnerables y a los sectores medios, profesionales, universitarios, a las pymes, a los pequeños productores rurales y siempre la misma cantinela. Es obligatorio, es forzoso y es para bien, finalmente va a dar frutos. Y los frutos nunca llegan, pero el sufrimiento sí. Pero el sufrimiento sí, las desgracias sí.

Es un plan económico convencional. Y lo digo, además, porque en una reunión que tuvimos, infausta, con los gobernadores que nos convocó Milei, recordarán, al comienzo del gobierno, yo no sé si era enero. Convoca a todos los gobernadores, fue ahí donde anunció que después venía el Pacto de Mayo, que era donde se iba a jugar el futuro de la Argentina, nadie se acuerda. No fue ni pacto, no fue de Mayo, y no sirvió para nada. Otro engaño y otro apriete. El que no iba y no firmaba eso, estaba en contra de qué se yo y el que iba le iban a dar un montón de cosas que tampoco le dieron.

Lo de la criptoestafa de Milei es un poroto con la estafa que le está haciendo al pueblo argentino todos los días. Todos los días. La criptoestafa fue un episodio internacional de la práctica cotidiana del gobierno de Milei. La estafa, la mentira que tiene varios elementos, como decía, uno de estos de que ‘hay que sufrir porque no queda otra, pero es para bien’. La otra es que ‘vamos a sufrir todos’. Otra enorme mentira, este no es un modelo de ajuste democrático, universal, uniforme, es un modelo de redistribución regresiva. Es un modelo de apropiación. Es un modelo de saqueo a los sectores populares, a los sectores productivos, de recursos, que van a parar a una pequeña minoría que se está llenando de guita. Eso también, hay que pinchar ese globo urgentemente. No es que están sufriendo todos por igual. Miren los balances de las grandes compañías, miren los que se están enriqueciendo con la bicicleta financiera. Miren los que todos los días aplauden a Milei, se los ve a regañadientes, incluso cuando se ponen a hacer imitaciones de cantantes, van y lo aplauden. No le aplauden su desempeño artístico, le aplauden que le está llenando los bolsillos de plata a los ricos, a los extranjeros, a los extractivistas, a los timberos. Nunca mejor aplicada las palabras del Papa Francisco: ‘¿qué modelo nos quieren vender como lo que necesita la Argentina?’

Y es un plan de ajuste ortodoxo, decía, porque lo reconoció el propio Milei, ahí reunidos con todos los gobernadores de la Argentina, dijo ‘miren, yo tenía un plan, no lo puedo aplicar, voy a aplicar otro que es un plan de ajuste convencional’. Él mismo…

Y tampoco tendríamos que tener tantas dudas, aunque es un gobierno que cambia de ideas como de camisa y que defiende lo contrario de lo que defendía anteayer y lo hace pasar por obvio, natural y se aplauden entre ellos, es un gobierno de contradicción, de incoherencia, donde hacen una cosa y dicen otra, después dicen la contraria y hacen la otra. Bueno, no nos debería llamar la atención porque prometió en la campaña electoral que venía con un montón de remedios novedosos, pociones mágicas para arreglar lo de Argentina. Hablaba de voucher, dolarización, dinamitar el Banco Central. Hoy todo lo que han hecho, lo que pueden decir que hicieron con el crédito del Fondo Monetario Internacional que, de nuevo, es el Fondo de siempre, con las recetas de siempre. Yo me pregunto quién en la Argentina puede aplaudir o quedarse callado cuando otros aplauden que nos desendeudamos con 20.000 palos con el FMI. El FMI le presta a los que están desahuciados y para hacer una política económica en contra de la gente. Así que hay que decirlo acá, un plan de ajuste del FMI, el endeudamiento con el FMI es la desgracia de la Argentina. Basta Milei de mentir, basta de aplaudir derrotas y fracasos, basta de querernos hacer subir por ese camino que lleva a lo de siempre.

Milei decía, ‘bueno, tengo que aplicar un plan ortodoxo’ y es lo que estamos viendo. Por eso, para quienes estudiamos diferentes etapas de la economía argentina, ni lo que hace, que uno hace la lista ¿no?, de lo que dicen, ni en las redes, ni sus acólitos, lo que dice el Boletín Oficial, las decisiones del gobierno, los decretos del gobierno, los presupuestos. No hay presupuestos, pero hay gastos y hay recursos y el plan es el del siempre y los resultados son los de siempre y es lo que estamos observando.

Por eso yo comparto con Kato, que es un momento oportuno porque ahora vamos al momento decisivo de la democracia, que es el momento donde en una democracia como la nuestra, representativa, va nuestro pueblo a las urnas y expresa su voluntad y su deseo.  Ahí yo se que, a nivel electoral, después hay propuestas, hay listas, hay espacios pero me parece que lo principal que se va discutir en esta elección es si en la provincia de Buenos Aires y en toda la Argentina queremos educación pública o no queremos educación pública. La boleta que lleve Milei es la que dice no a la educación pública, no a la salud pública, no a la universidad pública, no a la construcción de más infraestructura, no a la producción nacional, esa es la boleta de Milei. Después tendrá nombre de partido, nombre de candidato pero lo que se vota en esta elección es si queremos más crecimiento con inclusión, si queremos que sea para todos o si queremos que con Milei sea para pocos y sea la pérdida de los derechos. Eso es lo que vamos a ir a votar, después le pondremos nombre, le pondremos candidato, pero eso es lo que vamos a votar en esta elección.

Y en la provincia de Buenos Aires, porque hay por detrás de esto, yo hablaba de los efectos de largo plazo. EL plan es un plan tradicional de estabilización convencional, un plan antiinflacionario orotdoxo, que lo que hace es, cueste lo que cueste, sostener un dólar fijo, porque además lo planteaba el otro dia, una bancarrota intelectual, decía la emisión, el gasto, pero el punto de ellos es sostener un dólar fijo que termina siendo un dolar que no le sirve a los productores de la Argentina y es mantener los salarios bajos. Es eso, dólar fijo, salarios bajos. Eso es, en síntesis, el programa de Milei. ¿Cuáles son sus consecuencias? Lo que estamos viendo, caen los salarios, caída de las jubilaciones, caída de los consumos populares y, por tanto, destrucción del mercado interno, con la destrucción del mercado interno, en riesgo y en caída, y en cierre, la producción nacional.

Todo lo que se destina al consumo en la Argentina destruido y con el dólar este lo que se destina a la exportación también. Es un plan de ruinas nacional, de ruina nacional, que tiene efecto de corto plazo, pero lo más grave, y tiene que ver con la universidad, son sus efectos de largo plazo, de mediano y largo plazo. Los efectos de mediano y largo plazo es tener un país sin industria, tener un país sin ciencia y tecnología.

Yo lo voy a traducir, para que se entienda bien, un país sin soberanía y sin futuro. Es eso, porque de imperar esta política por un tiempo prolongado, lo que son hoy 13.000 empresas que cerraron, se convierten en capacidades perdidas, se convierte la decadencia universitaria que quiere generar. Un tercio del presupuesto recortó, lo comentaba Carlos, sin becas para los pibes, sin laboratorios para investigar o enseñar. Estamos escuchando hoy gente que, de nuevo, se quiere… Recursos que ha formado el pueblo argentino, porque la universidad pública hace eso, hace que cuando cada pibe se recibe la familia esté contenta, esté feliz.

Me lo comentaba recién, viniendo para acá, un chico que me decía ‘yo soy de un barrio, acá, popular, primera generación con estudiantes universitarios, con carrera universitaria, me banca toda la familia’, esto es lo que queremos. Pero, ¿qué es lo que consigue la universidad pública? Que eso no sea ni un logro individual del estudiante, del futuro licenciado, del futuro politólogo, que no sea solamente un logro de su familia, de su barrio, de sus vecinos, de sus amigos, que sea un logro colectivo.

La universidad pública que financiamos entre todos es para tener un país mejor, cada pibe que se recibe en una universidad pública, con una carrera de calidad y que después puede laburar, contribuye por supuesto a su vida, alguien lo mirará desde la meritocracia del esfuerzo, yo lo miro desde un país mejor. Necesitamos una universidad pública para tener un país mejor, y cada pibe que se recibe hace un mérito individual pero hace un esfuerzo colectivo para todos, para tener un país con más científicos, con más investigadores, con más docentes, con más ciencias sociales, con más historia nacional.

¿Quién nos va a escribir la historia? ¿Quién nos va a traer las teorías filosóficas para los argentinos y argentinas? Y bueno, necesitamos acá. Necesitamos soberanía. ¿Y qué es lo que decía recién? Un país sin industria, un país sin producción nacional, el que piensa Milei, el que está tratando de imponer y producir Milei, no necesita universidad pública. Casi diría no necesita universidad. O una universidad al servicio de determinados sectores, de determinados intereses privados, y que la paguen privadamente quienes la necesitan. Es un país de exclusión. Es un país espantoso. Es un país invivible para las grandes mayorías, pero no es imposible.

Es horrible comparar, pero mirando en la región, mirando en el sur, hay muchos países a los que les ha pasado eso. Aún teniendo enormes riquezas naturales. Nos dice, bueno, que ‘hay petróleo, hay litio, hay gas, hay una fertilidad del suelo increíble, estamos salvados’. No, no estamos salvados. Puede que no se explote esa riqueza, que no se aproveche, pero aún aprovechándola no está todo resuelto. El problema no es tener recursos naturales que generan riqueza, sino también para qué se usan y cómo se distribuyen. Yo quiero un litio que se manufacture en la Argentina. Yo quiero gas y petróleo que generen energía para la industria nacional y para el bienestar de los hogares. No alcanza con que lo saquen de abajo de la tierra, lo tienen que poner arriba de la tierra argentina y en cada una de las comunidades nuestras. Ese es el poder que tenemos.

Y para terminar, estas ideas de Milei nunca funcionaron. Pero hoy, además, son un corso a contramano. En el planeta Tierra, los países hoy más ricos, más poderosos, vemos al propio presidente de los Estados Unidos diciendo ‘¿cuál es mi problema? ¿Cuál es nuestro problema? Se nos fue la industria nacional’. Se desindustrializó Estados Unidos. En los 80, las etiquetas de cualquier prenda de vestir a lo largo del planeta, la de las zapatillas, las plaquitas en cada uno de los electrodomésticos, de los medios tecnológicos decían ‘Made in Estados Unidos’, ‘Made in USA’. Hoy no dicen más ‘Made in USA’. Ni los autos, ni los celulares, no dicen más ‘Made in USA’. Ni la ropa. Puede ser de diseño norteamericano, pueden ser marcas norteamericanas, no dicen más ‘hecho en Estados Unidos’. Y dice Trump, ‘ese es un problema’, porque un país sin industria, Estados Unidos sin industria, no es potencia. Podemos tener altos niveles de consumo, de cosas que adquirimos en el extranjero, que no se fabrican más acá, pero esos altos niveles de consumo no significan trabajo norteamericano. Y eso va generando desbalance, desequilibrios, inestabilidad, finalmente crisis.

Y yo no voy a defender la política norteamericana. Sí voy a decir que me parece muy importante y esto sería lo que creo que debería sacar Milei de tantas visitas para besar anillos que hace, que es que ahí hay presidentes que dicen ‘primero mi país’. Y cuando Estados Unidos dice ‘primero Estados Unidos’, ¿Milei qué dice? ‘Bueno, sí, primero Estados Unidos’. Nosotros lo que necesitamos es primero Argentina. Primero Argentina. Primero Argentina y después Latinoamérica y después los demás. Lo decía el Papa también. Lo decía el Papa Francisco.

Así que yo creo que estamos hoy acá, por un lado, lamentando el desastre que está haciendo Milei, una obra parada decía Kato, decía Silvi, es un sueño inconcluso, lo vemos en toda la Provincia. Ese centro para la primera infancia que no se terminó, que iban a llevar al chiquito y que le faltaba… Algunas al 90% paró. Ese distribuidor en una ruta, ese centro asistencial. Todo lo que paró son sueños inconclusos. Y no sueños absurdos, sueños ridículos o sueños desproporcionados, estamos hablando de obra pública que tiene que ver con vivienda, que tiene que ver con salud, con educación, con lo básico y lo paró Milei.

Hoy tenemos en toda la Argentina gente mirando cómo una obra que le iba a cambiar la vida y se la iba a mejorar, se la paró. ¿Quién se la paró? Milei, la interrumpió Milei. El daño se lo está haciendo a toda la Argentina, a todos los bonaerenses, pero a toda la Argentina. Pero además, son puestos de trabajo que se pierden, 100.000 puestos de trabajo de la construcción perdidos por Milei, de los 440.000 puestos de trabajo que se perdieron con Milei. Es muchísimo.

La obra pública, entonces, es un círculo virtuoso porque se produce algo que va a traer bienestar, pero al mismo tiempo se genera trabajo y ese trabajo genera más producción y genera encadenamientos indirectos, genera más industria nacional. Genera una movilización enorme, que a su vez, permite generar más consumo y eso genera… Bueno, es obvio, es evidente. El único que no lo entiende es Milei. Lo entienden hoy y lo repiten los presidentes de todo el planeta. Todas las regiones diciendo ‘¿cómo cuido lo mio?’ y Milei ‘¿cómo lo remato y cómo lo regalo?’. Una impostura, una cuestión ridícula y un sufrimiento, él dice, necesario. No, absolutamente innecesario, doloroso y con efectos de largo plazo también. Yo decía, se impone ese modelo económico, ni hablar, vamos a ser un país primarizado, precarizado y dependiente. Algo que va en contra de lo que yo estoy convencido de que la mayoría que nuestro pueblo quiere y desea para ellos y para las generaciones que vienen.

Tenemos que hacer un esfuerzo por poder explicar esto. A mí me ha pasado y con esto termino, que cuando uno va e inaugura una obra en la provincia de Buenos Aires, donde Milei nos paró 1.000 obras, pero en la provincia de Buenos Aires continuamos construyendo, inaugurando 1.000 obras más, que son las que teníamos, con un esfuerzo extraordinario de cada uno de los intendentes e intendentas, del Gobierno provincial. Continuamos, porque no podemos parar y porque tenemos ese mandato. Y cuando inauguramos una escuela, nos piden el jardín de infantes, ¿no es así? Y cuando hacemos el jardín de infantes, nos piden el centro de salud, y cuando hacemos el centro de salud, el camino rural. Y cuando hacemos el camino rural, nos piden la autopista. Y así seguimos.

Nuestro pueblo no quiere esto que le está dando Milei. Algunos dicen ‘qué ingratitud’, o ‘qué raro’, inauguramos algo y nos piden lo otro. Yo agradezco que nuestro pueblo tenga esa idea, yo agradezco que nos exijan y nos marquen el camino.

Ahora, hay que cruzar las dos cosas porque algunos lo votaron a Milei y nos piden y nos exigen y está bien que hagamos lo que hace falta, lo que todavía no se hizo y lo que se necesita. Nos lo piden y nos lo exigen. Nosotros hacemos ese esfuerzo.

Ahora, hay que juntar los dos cables. Tiene que saber el pueblo de la provincia de Buenos Aires de que si votan a Milei, a los candidatos de Milei, nos va a resultar prácticamente imposible a nosotros seguir así. Porque la decisión de Milei es terminar con el federalismo, fundir a las provincias, concentrar cada vez más y que cada uno se arregle como pueda, sin Estado, quiere destruir el Estado. Esa motosierra, ese topo que destruye el Estado, se tiene que quedar afuera de la provincia de Buenos Aires. No puede estar en los Concejos Deliberantes, no puede estar en la Legislatura bonaerense. Es muy difícil con gente que quiere romper el Estado, darle resultados a nuestro pueblo.

Ha dicho Milei que el Estado no está para cumplirle el sueño a nadie, pero, ¿qué está haciendo? Yo no estoy de acuerdo con eso, porque hay quienes pueden hacerlo porque por la cuna, por el lugar, por la condición tienen recursos para cumplirse sus sueños, muy bien, bienvenido, buenísimo. Ahora, ¿qué hacemos con todos los demás? ¿Qué hacemos con sueños que los llamamos sueños pero que son derechos? El derecho a la educación, el derecho a poder tener una carrera universitaria, el derecho a que los hijos vivan mejor que los padres. Ese es un derecho consagrado en la Argentina. ¿Qué hacemos con esos sueños? Yo digo que está el Estado. Pero, ¿qué problema tenemos? Que  Milei no quiere cumplir sueños pero produce pesadillas. Estamos viviendo en una realidad a contramano de donde va el mundo y con un dolor enorme en cada uno de los pueblos de la provincia de Buenos Aires.

Por eso, yo creo que en este momento tenemos que juntar fuerza, tenemos que hacer un esfuerzo también para esclarecer, para explicar, que se comprenda bien que, de prosperar y de continuar la política de Milei, no sólo no resuelve los problemas que dice resolver, sino que genera un desastre en el corto plazo y una calamidad en el largo plazo. Es un país que no queremos el que está generando Milei.

Me parece que hace falta un esfuerzo para explicarlo y hace falta darle a nuestro pueblo alternativas y la posibilidad de depositar su voto en algo que le dé certeza y que le dé confianza en que buscamos un futuro mejor, un futuro distinto y que vamos a cambiar lo que tengamos que cambiar, pero siempre cuidando al laburante, siempre cuidando al productor, siempre cuidando al que necesita salud, educación, alimentos. Siempre tendiéndole una mano, en el espíritu de Francisco, al que se está quedando atrás, siempre, siempre, siempre. Y eso es algo en lo que estoy convencido, es una enorme coincidencia de todo el pueblo argentino. Hay que darle expresión electoral, hay que ir a las urnas para que se vote, no por el pasado, no por los austríacos, no por teorías que no sirven, sino por un futuro muchísimo mejor. Muchísimas gracias.