Acto “Salud por la Patria” en el Club Atenas de La Plata

Bueno, compañeros. Bueno, un poco de folklore, un poco de peronismo, compañeros, compañeras. Bueno, menos mal. (Canta “Unidad de los trabajadores”). Compañeros, compañeras. Creo en primer lugar, ahora seguimos, pero quería dirigirles algunas palabras.

Lo primero que quiero decir es que si bien he concurrido, fui invitado a muchos encuentros sectoriales en este último tiempo, participé de varias jornadas de salud organizadas en la Provincia, organizadas a nivel nacional, estoy absolutamente conmovido, emocionado, porque hay acá no solo por los 10 mil compañeros y compañeras, sino por lo que se respira hoy en este encuentro, hay un movimiento sanitario en la PBA que es invencible.

Bueno, empiezo agradeciendo. Quiero agradecer primero a Nicolás Kreplak, nuestro actual ministro, Daniel Gollán, diputado. A todo el equipo del Ministerio de Salud, a todos los que han trabajado creo yo de una manera no impresionante, histórica. Nos tocó atravesar, lo decía Nicolás, nos tocó atravesar la tragedia sanitaria más grave de la historia conocida.

Algunos se remontan a 100 años atrás para hablar de la famosa gripe española, pero cualquiera que haya estudiado, que haya visto las crónicas o las estadísticas de aquel momento sabe que lo que ocurrió con el Covid en esta época, no tiene ni remotamente punto de comparación.

Es una verdadera y tal vez la primera por su magnitud, por su alcance una verdadera pandemia, absolutamente universal. No hay rincón de nuestro planeta que no se haya visto afectado por el coronavirus.

Y quiero decir, para no detenerme demasiado en esto, y volver a emocionarme, como cuando habló Nicolás, cuando uno recuerda esos momentos, obviamente, tiene la sensación de que ha vivido una suerte de trauma de guerra, de esos que cuentan que tienen que ver con situaciones tan difíciles, tan conmocionantes, que la subjetividad, que la cabeza, se ocupa prácticamente de que no podamos recordar en detalle y no lo podamos hacer permanentemente, las cosas que vivimos, cómo se vivió.

Quiero decir de esa pandemia solamente una cosa. Cuando se declaró, cuando comenzó a principios del año 2020, en enero creo que fue, que se dieron los primeros brotes, en el hemisferio norte y empezamos a ver de qué se trataba, empezamos a ver los hospitales de los países más ricos y equipados del mundo, de los más desarrollados, de los que no les falta nada en terreno de recursos, empezamos a ver que desbordaban, que saturaba, que no daban abasto.

Y yo recuerdo, y lo voy a decir hoy de nuevo, porque estamos hoy también haciendo un balance de cara a lo que viene. Recuerdo que cuando uno observaba cómo atendían con bolsas de residuos en la cabeza en España, como acumulaban camiones frigoríficos a la salida de los hospitales, por atrás, porque iba a quedar muchísima gente sin atención. No en un país del tercer mundo, africano, no en nuestra región. En la ciudad de Nueva York pasaba eso, en París, en Londres, el sistema totalmente saturado, que no daba abasto.

Y recuerdo en ese momento que se empezaba a conocer y tomar magnitud de una pandemia que era nueva y que no tenía cura ni vacuna, que era completamente desconocida en su forma de contagio, en ese momento me acuerdo que me tocaba a veces ir a los canales de televisión, mayormente porteños, hablar de esa situación que se empezaba a ver y me daban palmaditas, como diciendo “la PBA no sale de esto”. La PBA siempre marcada por un lado, como la más grande, la más compleja, pero también la que tiene más deudas y carencias, y también la que tiene un gobierno que el mito dice, que la fábula dice, que es inviable. La Provincia y el gobierno, y que el gobierno es inviable porque por sus procedimientos administrativos, por su burocracia, hacer cualquier cosa, por mínima que sea, desde el gobierno, dice el mito, lleva dos años. Cualquier cosa. Una compra, un ladrillo, cualquier cosa.

Y así se nos venía, como quien está en la costa y ve venir la ola de un tsunami. Me acuerdo que en aquel momento dramático, pensábamos todo lo que faltaba, porque además cabe recordarlo, iba a hablar de la situación que encontramos, lo charlábamos con Nico, cuando asumimos.

Asumimos una provincia que llamamos tierra arrasada. Creo que era un día que había que festejar un triunfo inesperado y en lugar de decir “bien, vamos”, de simplemente alegrarse, que obviamente pasaba, dejamos en claro cuál era el punto de partida. Tierra arrasada. Y un sistema sanitario especialmente deteriorado, abandonado, desfinanciado, con, recordarán, falta de insumos, deudas por todos lados, gran equipamiento en desuso, fuera de funcionamiento, por falta de mantenimiento, por falta, a veces por desidia, por ajuste, por desinterés, por desgobierno, a veces porque ideológicamente el neoliberalismo manifiesta un desapego tremendo con el sufrimiento del pueblo.

Entonces, me acuerdo que tal era el abandono en la infraestructura, en los trabajadores y trabajadoras, condiciones de trabajo, en insumos, en equipamiento, era tal el abandono que ni bien asumimos se decretó, se declaró más bien, la emergencia sanitaria, por unanimidad. Por unanimidad.

Asumimos en un estado de emergencia. Por eso, cuando se venía la pandemia lo único que atinaban a decir era “listo, no van a poder, no se va a poder”. Y para colmo viendo también en perspectiva que eso ocurrió en muchas provincias de la Argentina, ocurrió en la región, en países también cercanos, además de los países desarrollados del hemisferio norte. Ocurrió en todos lados.

La verdad que cuando comenzamos a hacer la planificación esos primeros días de lo que nos faltaba para enfrentar lo que era inabordable y desconocido, era navegar en plena noche sin un mapa, sin brújula, era eso. Cuando lo empezamos a planificar faltaba levantar deudas, que habían dejado, comprar insumos, no alcanzaban los insumos que se fabrican en Argentina para el material, el equipo de protección, no había respiradores.

Recordarán. No me quiero extender, simplemente ponerlos en situación y contarles que en muchos lugares del planeta no alcanzaron los recursos, fracasó la planificación o no pudieron dar respuesta suficiente. En muchos lugares de la Argentina, otras provincias de la Argentina, más pequeñas, con menos dificultad, con menos extensión territorial, y menos volumen poblacional y con menos heterogeneidad en lo que hace a su estructura, también tuvieron ese problema. Muchísimos argentinos y argentinas que no recibieron atención médica, que no pudieron llegar ni siquiera y que el sistema de salud no pudo albergarlos.

Yo creo que se ha dicho mucho sobre lo que ocurrió. Y repito, es un momento tan doloroso que ni ganas da de acordarse de esa parte. Lo único que quiero decir es que pese a todas las premoniciones, las advertencias, pese a todos los pronósticos, a veces parecía que algunos no lo decían tan apenados, decía “eso va a estallar por los aires” y no lo decían con solidaridad, sino diciendo “y bueno, agarraron ese problema y es así”.

Y así que creo que en este momento lo que podemos decir en perspectiva es que pasamos la peor crisis sanitaria de la historia de la humanidad y en nuestra PBA nadie se quedó sin atención.

Y para todos esos aduladores, adoradores, para todos esos brujos del mercado, que creen que lo soluciona todo, lo que aseguró, sin lugar a dudas, sin lugar a discusión, que eso fuera así fue un Estado presente. Fue el Estado. Que se hizo cargo hasta de los pacientes del sector privado de la Capital Federal.

Y luego llegó la hora de la vacunación y la PBA de nuevo a la vanguardia. Y decían que tal vacuna sí, que tal vacuna no, que para los pibes no llegaba, que no venían, que no alcanzaban. Decían que era veneno y lo judicializaban, y acá en la PBA no hubo nadie que se quedara sin su vacuna gratuita, universal, federal. Vacunamos a media Argentina.

Entonces, ante un punto de partida tan complicado uno dice “cómo los pronósticos fallaron, cómo justo donde estaban todas las debilidades y todos los riesgo se pudo hacer bien”. Yo podría pasarme un tiempo contando los insumos que hubo que comprar allá en Shangai, lo que hubo que traer en aviones, en barcos, la PBA se tuvo que convertir en importadora directa, lo que hubo que hacer en materia de poner a funcionar la flota sanitaria para hacer las derivaciones, lo que se hizo tecnológicamente con el sistema de ocupación de camas, de asignación de camas, lo que se hizo con el Vacunate Buenos Aires, la aplicación más descargada, los vacunatorios que se abrieron, los folletos.

Puedo hablar, de ahí, el hospital Oñativia lo recibimos quemado, hubo que apurarse rápidamente, infraestructura, equipamiento, tecnología, montones de cosas. Yo quiero decir, para que quede muy en claro, que los que permitieron el factor central, lo que hizo la diferencia, lo que llevó adelante una gesta heroica y que permitió que fuera así, que no saturara el sistema, que todos recibieran una mano, un acompañamiento, que todos fueran incluidos, que hubiera acceso a la salud, fue un solo factor. Son los trabajadores y trabajadoras de la PBA.

Se los aplaudía todas las tardes. Error total no haber seguido aplaudiéndolos hasta el día de hoy. Todos los días. Por esa tarea absolutamente desproporcionada, sin todos los medios necesarios, pero que se llevó adelante porque recorrimos las guardias, los hospitales, los centros de salud, las salitas, recorrimos toda la Provincia y nunca, nunca, entrando a los quirófanos en aquellos momentos donde había que ponerse todo ese equipamiento, recorrimos toda la Provincia, nunca, absolutamente nunca, en lo más complejo, en el fragor de esa batalla, recibí una queja, recibí un “no”.

Y creo que uno de los mayores méritos que llevó adelante la planificación de la expansión de la respuesta del sistema de salud en la pandemia, fíjense, se triplicó la cantidad de camas de terapia intensiva, las UTI, se triplicaron. Que eso no es, obviamente, una cuestión simplemente numérica. Ustedes saben lo que significa en todos los aspectos organizativos. Parece que algunos no cobran dimensión, porque en otras jurisdicciones, en la capital, no es una crítica, en la Capital Federal, teníamos grandes discusiones en aquella época, cuando íbamos a las conferencias me decían “por qué pones esa cara de preocupación y de enojo”. Hubo motivos de preocupación había. Y hubo motivos de enojo. Ya llegarán los momentos de contar las batallas que hubo que dar para las vacunas, para la coordinación y cómo la PBA nunca especuló, nunca se guió ni por encuestas ni por focus group y menos por titulares de diario para tomar las medidas de cuidado necesarias.

Y creo también que aunque de alguna manera tal vez difícil de explicar, porque son mecanismos probablemente de la conciencia, pero no tan visibles, pero creo que todo ese esfuerzo que se hizo, esa respuesta seria, comprometida, esa respuesta que además no transigió, que además tuvo el coraje de tomar a veces medidas complicadas porque hacía falta, porque los recomendaban quienes más sabían de esto, todo eso, todo ese esfuerzo, toda esa experiencia que entonces parecía mala onda, dureza, hoy se está también premiando en las elecciones por aquellos que saben. Se está valorando por un pueblo que se sintió cuidado, que sintió asistido y que se sintió incluido.

Podremos discutir después qué se podría haber hecho distinto con el diario del lunes, pero creo que ese esfuerzo, esa dedicación, creo que esa voluntad, y creo también que ese espíritu, eso que se sentía cuando se recorrían los centros de salud de todo el sistema sanitario, eso hizo la diferencia en la Provincia y le mostró al pueblo, y le demostró al pueblo, que todo bien con el mercado, pero que en salud el mercado es un mecanismo de exclusión y de discriminación, y que nada tiene que ver ni con la eficiencia, ni con la eficacia, sino simplemente que el mecanismo de mercado, y particularmente en salud, creo que se puede extender, pero voy a hablar de salud, hoy el mecanismo clásico de mercado, la explicación clásica de cómo es que el mercado genera soluciones y respuestas eficientes y, digamos, de algún modo justas, en salud lo que podemos decir, y lo pueden atestiguar y lo pueden explicar mejor que nadie ustedes, es que en salud el mecanismo de mercado no sirve para explicar nada. Nada, nada. No resuelve y no explica.

La atención de la salud, los bienes vinculados a la salud no son como comprar y vender un par de medias o un kilo de tomate. No es lo mismo. Uno no decide ni siquiera qué tiene que consumir, se lo dicen. Y se lo dice alguien que es un especialista en el que confía pero que también está sometido a presiones. La demanda, la famosa demanda nada tiene que ver con los deseos, con la felicidad y con la satisfacción del individuo. El individuo no tiene nada que ver con la demanda de bienes sanitarios.

Y para qué hablar de la oferta. Para qué hablar de la oferta. Nada que ver con la producción de bienes manufacturados, la producción de ropa. Nada que ver. Los servicios, los bienes de salud, los medicamentos, se producen en condiciones absolutamente distintas, regidas por los monopolios, por las patentes, cartelización, la apropiación geopolítica, por disputas, por intereses. ¿Dónde está el mercado? ¿De qué mercado hablan? ¿De qué voucher? ¿De qué hablan? Quieren dejar a la gente sin salud, quieren dejarla sin vida.

Y aunque parece que estamos en una etapa donde hay que volver a discutir hasta lo obvio y evidente, donde hay que como dar discusiones con un terraplanismo esencial, multidisciplinario, todo, todo en discusión, que si hubo 30 mil desaparecidos. A ver, esta democracia es producto de la lucha de los compañeros y compañeras. Y es en su memoria…

Compañeros y compañeras, la tarea que se llevó adelante, quiero en tren de balance, siendo breve, quiero decir que la tarea que se llevó adelante tiene dos aspectos. Nos tocó por un lado sobre esa tierra arrasada, sobre los escombros de un sistema que se había pensado público y que fue abandonado, que estaba deteriorado, desactualizado, pero también de un sistema privado que empezó a quedarse con nichos de rentabilidad, que generó un verdadero caos, un verdadero caos, un despilfarro también de recursos, donde hay lugares con sobre prestación y que hay de todo, y hay lugares donde no hay nada. Donde hay muchísima desigualdad, muchísima inequidad. Sobre un diagnóstico de este nivel de complejidad se empezó la reconstrucción del sistema de salud de la PBA, la reconstrucción en materia de infraestructura edilicia, la reconstrucción en términos de equipamiento, la reconstrucción en términos de insumo, la reconstrucción en términos de tecnología, pero sobre todo la reconstrucción en materia de derechos de los trabajadores y trabajadoras. En reconocimiento de sus derechos, de su salario.

Y por eso me parece que en esta época, donde comenzamos esa reconstrucción, pusimos en marcha otra línea de trabajo, menos visible, menos visible y evidente, tal vez que lleva más tiempo desarrollarla y sus frutos tardan más tiempo, que tiene que ver con la transformación profunda del sistema de salud. No se trata solo de mejorar los hospitales en lo edilicio, de comprar el equipamiento, ni siquiera de mejorar los salarios. No se trata solo de eso. Se trata de pensar de nuevo el sistema de salud, de hacerlo mucho más inclusivo, de hacerlo mucho más cercano. Se trata de que el cuidado de la salud en esa tradición sanitarista de la Argentina, de que el cuidado de la salud no sea simplemente una cuestión de emergencia o de urgencia, que sea una cuestión cotidiana, de cultura sanitaria, de educación en salud, de prevención y si es de todos los días tiene que estar en todos los barrios, en todos los rincones. Tiene que formar parte también de la escuela, del club, de la fábrica. Tenemos que llevar esta mirada y esta concepción del cuidado de la salud a todos los ámbitos de la vida. Se trata de poner a la salud como un factor central en la concepción de eso que tan poco les gusta pero que está vigente y que es nuestro norte, y que se llama la justicia social.

Por eso, hemos llamado transformación del sistema de salud a cambios más profundos, a cambios más esenciales. En la concepción, en el modo de atención, en la articulación entre los niveles de atención. Estamos haciendo una reforma del sistema de salud que implica darlo vuelta.

Y por eso creo que provoca a veces escándalo, tanta crítica infundada, superficial. Cada vez que hablamos, cada vez que habla Nicolás, cada vez que habla Dani, cada vez que habla Cristina, cada vez que hablamos de la integración del sistema de salud, saltan como resorte a decir “integrarlo no”. ¿Y saben por qué? Porque saben que de esa manera se va a terminar el negocio con la vida y la salud de la gente. Se va a terminar la apropiación tanto de las prestaciones como de los recursos en oscuros rincones de un sistema que hay que reorganizar de cero.

Por eso creo que la tarea de integrar el sistema de salud, de reconstruir el nivel de atención primario, que consiste ¿en qué? En ponerle la salud al lado, cerca, a mano a nuestro pueblo en su continuidad ¿Cómo se hace eso? Hay muchas cosas, pero la verdad que en el 19, cuando recorríamos la Provincia, no nos hubiéramos animado nunca a prometer que se iban a hacer, como se hicieron, 154 centros de atención primaria de la salud. Que ya no son la salita de la salud, con el botiquín de la esquina, son pequeños hospitales de atención primaria, que dan odontología, y que al mismo tiempo se empiezan a articular de manera racional, porque esto también hay que explicarlo. ¿Quieren eficacia? ¿Quieren racionalidad? ¿Quieren ahorro de recursos? Integremos el sistema de salud privado, público, municipal, provincial, nacional.

¿Y cómo lo integramos? Y por eso creo que hay esta fuerza, y lo hablábamos allá en Mar del Plata, es un camino largo, pero no es un camino azaroso. Está sometido a un proceso de planificación que sabe cuál es el destino y por dónde hay que llegar. Esa planificación tampoco es cualquiera. No es una planificación que se ha hecho ni en un escritorio, ni en la torre de marfil de una universidad, es un planificación sobre la transformación e integración del sistema, que se ha hecho de manera participativa, democrática, de miles de encuentros, en cientos de discusiones. Que se ha hecho con los trabajadores y trabajadoras, con las direcciones, con el Ministerio, con las universidades, con la sociedad. Es una planificación democrática, participativa.

Y por eso me parece que podemos enumerar. Bueno, me olvidaba, Nico me lo habías marcado, salud mental. El comienzo de los cierres de los manicomios de la PBA para su sustitución por dispositivos más humanos, no compulsivos, no de abandono y no de encierro.

Lo que se ha avanzado también en la digitalización del sistema. Dicen que lo privado siempre va a la cabeza. No siempre, no siempre. Tengo dos ejemplos. Uno es la Cuenta DNI, ¿no sé si la conocen?, primera billetera digital de la República Argentina, banca pública de la PBA. Y después, historia clínica digital, historia de salud integral. Un millón y medio de bonaerenses que ya no tienen que cargar la radiografía, recetas digitales.

Salud pública. Eso es salud pública. Por eso creo que específicamente en el caso de la salud, el sistema público es de vida o muerte. Literal. Es de vida o muerte. Si no hay un sistema público, si no logramos articularlo bien, la verdad que se está condenando nuestro pueblo al abandono, se lo está condenando a la enfermedad, se lo está condenando a las peores cuestiones que tienen que ver con la vida de cada uno de nosotros y nosotras, a los peores miedos, a los peores fantasmas.

La presencia del Estado en salud, que es básica, necesita ahora dar pasos sustantivos. Y uno tiene que ver con la producción pública de medicamentos. Miren, quieren ahorro, quieren racionalidad, producción pública de medicamentos. Por la unificación, Nico, ¿cuántas ambulancias? 300 ambulancias de máxima complejidad distribuidas en la PBA.

Sector público, Estado presente, pero ahora necesitamos unificar y generar un sistema de emergencia estatal unificado en toda la PBA. Pueden participar los privados, los municipios.

Unificación del sistema de emergencia, producción pública de medicamentos. Miren, hemos abierto en este tiempo junto con PAMI, con el Gobierno nacional, hemos abierto seis grandes hospitales. No hay en la historia reciente de nuestra Provincia un avance tan grande y masivo en la capacidad de atención como la que hemos hecho. No hay. En Pilar, en Escobar, en Matanza, en Echeverría, en Cañuelas. Tratando de completar planificadamente los distintos niveles de atención y la integración de nuestro sistema.

Está en juego todo. Está en juego todo. Me decía Nico que no habláramos demasiado de todo lo que habíamos hecho porque ustedes lo conocen y lo saben, probablemente lo pueden enumerar mejor que yo. Pero la verdad es que después de haber recorrido algunas de estas acciones, lo único que quiero decir es que lo hecho, lo reconstruido, lo modificado, es la plataforma sobre la que nos paramos para hacer todo lo que nos falta. Para seguir transformando el sistema de salud desde un Estado presente. Cuando no hay negocio, si no viene el Estado hay abandono, hay soledad, hay egoísmo.

Compañeros y compañeras, ha sido un grandísimo esfuerzo y ha sido de todos ustedes, de todas ustedes. Mi enorme agradecimiento. Pero creo que en estos días que faltan hasta el 22, escuchaba por ahí, que alguien decía “se gana, vamos a ganar”. Miren, compañeros, compañeras, no es si vamos a ganar o no vamos a ganar. Es que tenemos la responsabilidad y la obligación de ganar las próximas elecciones. En cada municipio, en la PBA y necesitamos que en el gobierno nacional quede depositado Sergio Massa como el próximo presidente, porque nuestra Provincia sin un gobierno nacional que empuje para el mismo lado no va a poder seguir desarrollando el proyecto que tenemos.

Pero, para terminar, tenemos una obligación, pero no crean que es cuestión de mirar encuestas, mirar analistas, siquiera preguntar, consultar. No es cuestión de eso. Es cuestión de darse cuenta que depende de nosotros, que depende de cada uno de nosotros y nosotras. Que no hay nada que esté dado y escrito. Que nos van a tirar con absolutamente todo. Y que lo que va a marcar la diferencia, tiene mucho que ver con la experiencia que se hizo en salud en la PBA, donde es tan clara una presencia renovada y fortalecida del Estado, ahora que se juega todo es fundamental que vayamos a hablar uno por uno, que nos tomemos el tiempo, que hagamos el esfuerzo, que vayamos a buscar cada voto. El del que no votó, el del que votó otra cosa, el que dice que jamás nos votaría.

Si nos tomamos el tiempo, si les explicamos que amenazas hay, si le decimos que vienen por Malvinas, por la soberanía, por los derechos humanos, por los derechos laborales, por nuestros jubilados, por los trabajadores, por los barrios populares, si les explicamos que no es contra nosotros, sino contra el conjunto, si les explicamos, si logramos que comprendan, si logramos que vean que estamos comprometidos a resolver todos los problemas que quedan, que todas las deudas que hay son las que vamos a afrontar, que venimos a presentarnos en una elección por todo lo que falta, por lo que hay que hacer, y con ese compromiso, con esa consciencia, con esa voluntad, compañeros y compañeras, la elección se gana o se gana, en Provincia y en Nación. Muchísimas gracias”.