Milei y el virus del odio

Es muy serio y muy grave: el presidente difundió un video en el que compara a la principal fuerza política de la oposición con un virus. Esta metáfora ya ha sido utilizada en más de una ocasión, y en su nombre se han cometido las peores aberraciones. Sin embargo, más allá de las espantosas evocaciones del presidente, lo más preocupante es su conducta. 

Hace diez meses que el presidente Javier Milei:

  1. Ataca todos los derechos y deteriora deliberadamente la vida cotidiana de los sectores populares, trabajadores, jubilados y jóvenes. Somete a los argentinos a sacrificios y privaciones crueles e innecesarias.

  2. Lesiona el federalismo, agrediendo a los gobernadores y desconociendo su legitimidad, tan válida como la suya. Elude los compromisos y obligaciones que tiene el Gobierno Nacional con los distintos territorios que componen Argentina. Según Milei, el gobierno nacional no tiene ninguna responsabilidad en materia de educación, salud, infraestructura o seguridad. Todo recae en los gobernadores e intendentes, a quienes simultáneamente les quita los recursos. En resumen: incumple la Constitución y fomenta la desintegración nacional.

  3. Promueve el egoísmo y un individualismo extremo, intentando erosionar la solidaridad y los mejores valores de la sociedad argentina.

  4. Ataca todas las instituciones de la democracia, llamando “ratas” a los diputados —elegidos en las urnas con la misma legitimidad que él— y tildando de “ensobrado” a cualquier comunicador que plantea una crítica, por mínima que sea.

  5. Entrega los recursos naturales del país al saqueo de multinacionales extranjeras, y pretende liquidar empresas públicas estratégicas y el capital social acumulado por generaciones.

  6. Promueve la desindustrialización del país, como contracara de la primarización productiva que impulsa. Así, inversiones y maquinarias instaladas quedan en desuso, se cierran empresas y se destruyen puestos de trabajo.

  7. Paraliza la inversión pública en infraestructura en todo el país: escuelas, centros para la infancia, agua, cloacas, vivienda, rutas, puentes, entre otros. Esto no sólo sacrifica miles de empleos, sino que también deja a millones de argentinos sin las mejoras necesarias que estaban en curso.

  8. Abandona completamente la educación y la salud pública, incumpliendo su deber constitucional de proteger al pueblo.

  9. Recorta jubilaciones y medicamentos a jubilados, bajo la excusa de un perverso y falso equilibrio fiscal.

  10. Reprime a quienes protestan por las injusticias cometidas, llegando al extremo de golpear a jubilados y rociar con gas pimienta a una niña de diez años. Luego, celebra en un banquete de crueldad, como si el recorte de haberes fuera un triunfo.

  11. Por capricho ideológico o cuestiones personales, daña las relaciones de Argentina con países de la región y con nuestros principales socios comerciales, poniendo en riesgo las relaciones económicas, de amistad e incluso la seguridad nacional, involucrando al país en conflictos geopolíticos que no son nuestros.

  12. Asfixia la cultura y el arte, desprecia a la universidad pública y da la espalda al desarrollo nacional en ciencia y tecnología, ignorando nuestra historia y comprometiendo nuestro futuro.

 

Desde la oposición, respetando las potestades presidenciales, es muy difícil modificar la orientación nefasta de la política de ajuste y desprotección que lleva adelante el Gobierno Nacional. En este sentido, quienes nos oponemos —gobernadores e intendentes— actuamos como un escudo que, en la medida de nuestras posibilidades, busca atenuar el daño social que esta política inflige.

Sin embargo, no podemos permitir, y mucho menos naturalizar, el ataque frontal y cotidiano a la convivencia democrática. Este es un límite que el presidente se está acostumbrando a cruzar.

Además de aumentar la desigualdad, la pobreza y el desempleo, Milei está promoviendo un virus de odio, absolutamente incompatible con la democracia y la vida en común. Invito a todos los legisladores bonaerenses, nacionales y provinciales, a expresar un enérgico repudio al video difundido.

Milei: con la democracia no se jode.